Venezuela, por variar, se encuentra hoy profundamente dividida por el caso de Manuel Rosales. Mientras Rosales daba una rueda de prensa desde Perú atacando ferozmente a Chávez y enumerando casos de corrupción, el gobierno emitía órdenes de captura internacional contra él, queriendo hacer ver su huída del país como una demostración de culpabilidad.
Difícil pero entendible la decisión que tomó el Alcalde de Maracaibo de abandonar su cargo y el país y solicitar asilo político en otro país. Su decisión implicaba no sólo dejar atrás su país, su familia y su patrimonio, sino también su cargo de alcalde ganado en franca lid en una contienda electoral desigual, en la que el gobierno utilizó todos los medios y recursos del Estado para tratar (sin éxito) de arrancarle el Zulia y Maracaibo a la oposición.
Muchos esperaban que Rosales se dejara meter preso, a sabiendas de que no contaba con ninguna garantía. En Venezuela existe una tradición de que los líderes salen de la cárcel para Miraflores, y Rosales debe ser un preso muy incómodo para el gobierno, pues sería claramente un preso político, una víctima del régimen, y un trofeo que  Chávez trataría con sevicia. No obstante, nadie puede exigirle a otro que se preste para que lo cuelguen sin proceso ni garantía alguna, sólo para demostrar la crueldad del verdugo.  Tanto es así que desde antes de que Rosales se presentara como pretendía hacerlo ante la autoridad para atender una audiencia preliminar, se filtró una copia de la sentencia condenatoria que ya estaba redactada. 
Nuevamente la pregunta obligada: qué va a pasar? Desde el punto de vista técnico, transcurrido un término legal desde el abandono del cargo por parte de Rosales, el Consejo Nacional Electoral deberá constatar esta circunstancia y llamar a nuevas elecciones para la alcaldía de Maracaibo. Ya se barajan candidatos de lado y lado. Desde el lado del oficialismo, se habla de algunos candidatos quemados en las pasadas elecciones; del lado de la oposición, no sólo cuenta Maracaibo con candidatos que gozarían de la solidaridad del pueblo zuliano como la misma esposa de Rosales, madre de diez hijos y que ha puesto la cara en defensa de su marido, sino también otros candidatos curtidos como Eliseo Fermín, actual Presidente del Consejo Legislativo del Zulia quien ha acompañado a Rosales por mucho tiempo, y no tiene pelos en la lengua.  Irónicamente, Rosales también podría desde otro país tener más libertad y ciertamente tiempo libre para seguir cumpliendo un papel protagónico, aunque su condición de asilado le impondría algunas limitaciones en ese sentido.
Falta ver cómo responde el electorado de Maracaibo, si responde con firmeza ante la afrenta del gobierno, o se deja arrollar por la aplanadora oficialista que en el Zulia la tiene difícil.  Amanecerá y veremos.