En este país de gran agitación noticiosa un hecho ha quedado sepultado: la salida de Laura Gil de Blu Radio es un atentado contra la libertad de expresión que no sólo cierra espacios a mujeres críticas e inteligentes en los medios de comunicación, sino además nos priva a los oyentes de información plural. Callar a las mujeres no sólo lesiona su dignidad sino también afecta gravemente la construcción común de la verdad.

Por estos días se producen noticias trascendentales para el país. Desde el paro agrario hasta las próximas sobre el marco jurídico para la paz, pasando por la estrategia jurídica de Colombia frente al fallo de la Corte Internacional de Justicia. Ante hechos como estos, la ciudadanía necesita información de calidad y análisis rigurosos que generen una opinión pública democrática. Necesitamos la libertad de expresión para la búsqueda colectiva de la verdad. En esta tarea, las voces de las mujeres son indispensables y deben ser estimuladas. 

En este país de gran agitación noticiosa un hecho ha quedado sepultado: la salida de Laura Gil de Blu Radio es un atentado contra la libertad de expresión que no sólo cierra espacios a mujeres críticas e inteligentes en los medios de comunicación, sino además nos priva a los oyentes de información plural. Callar a las mujeres no sólo lesiona su dignidad sino también afecta gravemente la construcción común de la verdad.

¿Por qué sale Laura Gil? ¿Por censura Néstor Morales, director del programa? ¿Por sexismo? ¿Por desacuerdos con el periodista Felipe Zuleta? ¿Por desacuerdos con el director? El diálogo al aire entre Morales, Zuleta y Gil es revelador (Escuchar audio de la discusión). Primero porque el diálogo es toda una encerrona contra la analista quien se mantiene serena.

El director del programa hizo la llamada preocupado por la acusación de censura contra ella. Ante esta pregunta, Gil responde que no se ha sentido censurada pero agrega: “pero si he sentido que en la mayoría de mis intervenciones me toca estar pidiendo que me dejen hablar… y además he sentido una enorme agresividad de mi colega Felipe Zuleta”. Para Morales y Zuleta estos son simples desacuerdos, para Laura Gil se trata de un “tratamiento diferente”. El director insiste: “ninguna persona ha sido censurada”… “los micrófonos están abiertos”… “aquí pueden decir lo que quiera”. Néstor Morales confunde “decir lo que quiera” con libertad de expresión. De hecho él dice lo que quiere y controla a los demás, es un moderador inmoderado. 

La consecuencia de esta discusión y del ambiente laboral previo es la salida de Laura Gil del programa “Mañanas Blu”. La encerrona fue la fase final de la hostilidad laboral que terminó en una forma de censura (el blog de Gloria Ortega hace un análisis detallado de lo que ocurrió).  

Creo que Gil salió de Blu Radio por una censura sexista que se puede evidenciar en distintos momentos. Durante los debates se hacían constantes interrupciones a Gil que eran claramente desproporcionadas frente a los otros panelistas. En el desarrollo de las discusiones se notaba la forma agresiva y despectiva como se referían Morales y Zuleta a las opiniones de Gil. Posteriormente, cuando Morales y las directivas de Blu Radio tuvieron conocimiento de la situación no tomaron medidas correctivas para proteger a la periodista  y evitar estos hechos. Blu Radio no protegió una periodista que estaba recibiendo un trato diferente por su jefe y su compañero de trabajo. Finalmente, la encerrona al aire demuestra un profundo desprecio por las opiniones de Gil y sus derechos laborales. Todo esto en un espacio de muy pocas mujeres que también son también tratadas diferente que a los hombres (ver también las excelentes columnas “Los gallos” de Catalina Ruiz-Navarro en el Espectador y “Maltratos al aire” de  Hugo Quintero en el Nuevo Siglo

Néstor Morales y Felipe Zuleta usaron su privilegio masculino para excluir a una mujer brillante de la radio. Lo que es aún más vergonzoso es que Zuleta como hombre gay conoce bien los rigores de la discriminación. Pero creo que ser hombre de clase alta pesó más que la solidaridad con las discriminadas, de hecho cada vez pesa más en todos sus comentarios. Al fin y al cabo ser gay no libera a un hombre de ser sexista ni de otras formas de discriminación.

Lo que es más grave en este caso es que la emisora no ha dado una explicación oficial o una disculpa ni a los oyentes ni a la analista. Gil siguió el conducto regular con profesionalismo y prudencia. Por el contrario, la respuesta de Morales fue una emboscada al aire. Tampoco los compañeros de Laura Gil se han solidarizado en público con ella. Lo mismo puede decirse de otros medios de comunicación (con la excepción del programa la Luciérnaga y algunos columnistas), periodistas o agremiaciones de periodistas que no se han pronunciado sobre el caso. La falta de crítica interna entre los medios de comunicación se traduce en una unidad de cuerpo que no le hace ningún favor a la libertad de expresión ni a las mujeres periodistas.

El sexismo en los medios de comunicación es una forma poderosa y generalizada de censura. No basta “tener los micrófonos abiertos” a las mujeres. Lo más importante es que las mujeres tengan voz propia, es decir, derecho real a poder hablar por sí mismas sin machos que actúen como sus maridos o sus padres. También los medios deben garantizar que las mujeres no sean maltratadas en el trabajo ni que su palabra sea menoscabada, no hacerlo los hace cómplices del sexismo. Quien silencia a una mujer como resultado de un ambiente de trabajo sexista es un censurador. Así el señor Néstor Morales diga lo contrario.