Nuevamente, la noticia es que esa no era la noticia. Ayer el titular decía que la Corte Constitucional había ordenado al Ejército retirarse de una parte del territorio nacional; hoy el titular dice que la Corte Constitucional no ordenó al Ejército retirarse de una parte del territorio nacional.

Varios periodistas criticaron la ‘chiva’ malograda y el maestro Javier Darío Restrepo repasó en la Radio Nacional la ética periodística que ya nadie practica. La cosa se ve mal, pero trataré de hacer una defensa del periodismo en este episodio. O mejor, hablaré de la Corte Constitucional, que ni comunica lo que decide ni decide lo que comunica.

El jueves Caracol Radio informó: “Corte Constitucional ordena a Mindefensa retirar unidades militares de los resguardos indígenas”. En términos similares salieron El Tiempo, CM&, La FM, SemanaLa Nación y la Agencia Efe, entre otros. El Espectador, RCN Radio y La W dijeron que la orden era retirar dos bases, una en Meta y otra en Guaviare.

Rápidamente el Comandante de las Fuerzas Militares dijo que sus hombres no se irían de la zona, el Ministro de Defensa prometió que apelaría la decisión, y el Ex No. 1 –con valor patriótico– dijo que era “un golpe de Estado” (y aprovechó para soltar una cuña de su constituyente).

Hoy todos los medios (y varios de los que reaccionaron a partir de la noticia) recogieron sus pasos después de que la Corte Constitucional emitiera un comunicado“En atención a la desafortunada información emitida por los medios de comunicación”– donde aclara que es solo una base en Guaviare. Además, añade un detalle a la información inicial: el Ministerio de Defensa cuenta con 250 hectáreas en la zona, y la orden consiste en que entregue seis que corresponden a un resguardo indígena previamente reconocido.

Lo primero que cualquiera piensa es que los periodistas no leyeron el auto de la Corte Constitucional. Un desastre. Según me contó una periodista que cubre ese tribunal, después de que una emisora sacó la noticia, a varios les llegó el documento por correo electrónico. Y tal vez muchos de ellos, digo yo, en el afán de no perder más tiempo en la contrarreloj de la noticia, lo miraron por encima y se pegaron del enfoque inicial.

Supongamos que un periodista diligente se sentó a mirar las 94 páginas del documento. No tiene todo el día para hacerlo, sino apenas unos minutos, una o dos horas (eso del poco tiempo es un problema, pero es otro problema). El periodista comienza por la parte resolutiva, que tiene diez páginas. Si la idea es contar qué decidió la Corte, es un buen comienzo. No hay manera de equivocarse.

La parte resolutiva del auto no dice nada de lo que aclaró la Corte posteriormente sobre las 250 hectáreas (que sin duda es importante). Solamente ordena al Ministerio de Defensa “la devolución del área del resguardo Jiw de Barrancón – Guaviare, que actualmente ocupa la Escuela de Fuerzas Especiales e Infantería de Marina, en un periodo no mayor a seis (6) meses”. Esto quiere decir que la gran mayoría de periodistas tuvo la noticia bien desde el primer día. La aclaración de la Corte no cambia nada –sí, señores, la noticia sigue siendo la misma– aunque seguramente le ayuda a suavizar el impacto público de su decisión.

Ahora supongamos que un periodista quiso tener más claro el alcance de las medidas de la Corte. Ya leyó u ojeó diez páginas del auto, el reloj avanza, y ahora busca el recuento, la explicación de las medidas, para entender mejor la parte resolutiva. Esta otra parte (‘Medidas a adoptar’) tiene 13 páginas. Ahí hay más información sobre la orden al Ministerio de Defensa y, finalmente, incluye una remisión a otra parte del documento –los antecedentes– donde se explica el asunto de las 250 hectáreas. Y tenga en cuenta que ésta es apenas una de las 27 medidas del auto. En otras palabras, solo después de leer unas 25 páginas uno encuentra la información completa sobre una de las decisiones.

Sin duda el periodista pudo haber leído con paciencia toda el documento o completado el contexto con un par de preguntas a alguna fuente experta (¿dónde queda el resguardo Jiw?, ¿qué tan grande es?, ¿de qué tamaño es la base militar?) Eso es cierto. ¿Pero no podría la Corte haber hecho un mejor trabajo?

El tribunal emitió un comunicado –que no es realmente un comunicado sino un par de párrafos del auto con algo de maquillaje– para explicar el punto más complicado de su decisión (coyunturalmente hablando) y apaciguar una tormenta política. Era previsible que esa sería la noticia. ¿No podía haberlo explicado antes? ¿No podría esforzase en traducir su honorable trabajo a nosotros los mortales?

Varios periodistas dicen que el presidente de la Corte Constitucional Gabriel Eduardo Mendoza no da ruedas de prensa, mientras que los demás magistrados no hablan ‘on-the-record’ porque no son los voceros del tribunal. Tampoco están disponibles para explicar sus fallos. Así, la jefe de prensa se limita a mandar documentos de 100 y 200 y 300 páginas que cada periodista tiene que descifrar. Y si no acierta en interpretar el insondable espíritu del fallo, sale la Corte a rectificar el lamentable cubrimiento periodístico.

El problema es peor cuando sí salen comunicados (que tampoco son comunicados sino parrafadas jurídicas recortadas y pegadas): como viene pasando hace mucho tiempo, la Corte Constitucional comunica sus decisiones y solo varios meses después aparecen las sentencias (la del referendo reeleccionista tardó más de un año; la de ‘habeas data’, nueve meses). Y pregúntenle a cualquier litigante qué le pasa si llega a la Corte a radicar un memorial a las 5:01 de la tarde.

Los magistrados de la Corte –de las Cortes, en general– piensan que sus sentencias hablan y no necesitan ni comunicación ni pedagogía. Creen que su prosa es más elegante si la producen por kilómetros y que sus decisiones son más sofisticadas sin frases cortas ni puntos aparte. Propongo que algún día cambiemos los roles: les pasamos una sentencia de uno de sus colegas y les decimos, “tiene una hora para darme la noticia”.

@CCortesC