Los titulares están listos para dispararlos a las 5 de la tarde del domingo 29 de octubre: fuerte derrota sufre el gobierno Petro, dirán palabras más, palabras menos. Los análisis tendrán mucho de sofísticos porque en un país tan desapegado de vínculos partidistas no es tan fácil derivar consecuencias de una elección como esta en el espectro político nacional.
Habrá ganadores y perdedores, claro, en eso consiste una votación, pero además de los triunfos y derrotas individuales de los candidatos, ¿cómo más logramos saber quién gana y quién pierde? Habría varias opciones de comparaciones, por ejemplo, en forma simple haciendo un listado de partidos o movimientos con el número de votos que cada uno haya obtenido, así se haría en casi todo el mundo. El ganador sería que el que más votos saque. Pero no, con el sistema de coaliciones y de candidatos disfrazados de independientes no es fácil hacer ese listado, especialmente en las elecciones para gobernadores y alcaldes.
Aún a pesar de la dificultad se puede tratar de ubicar al candidato en algún partido o al menos en una tendencia, más allá de la inscripción formal. Por ejemplo, podría decirse qué partido o tendencia política obtiene más gobernaciones o alcaldías de ciudades capitales. Es probable que en gobernaciones el Partido Liberal obtenga más que los demás partidos, alrededor de seis o siete, y que el Pacto pase de tener dos que hoy tiene (Magdalena y Cauca), a tener tres si consigue sumar Nariño, además de mantener las dos actuales.
La U, Cambio Radical y los conservadores quizás puedan contar tres o cuatro cada uno y el Centro Democrático si consigue Antioquia tendrá esa y seguramente Casanare. Los verdes se pueden quedar con Boyacá. Hay algunos cuyo probable triunfo se lo peleen varios como el general Díaz que tiene seria opción de ganar en Santander.
Si es así, en esa elección la de gobernadores, el liberalismo ganaría en más departamentos que los demás grupos y el Pacto crecería algo.
En ciudades capitales, la cuenta es aún más difícil porque es más notorio el peso de los “movimientos ciudadanos” que en los departamentos. Basta con seguir los debates entre candidatos para advertir que el principal tema de confrontación es precisamente definir quién es de quién y todos niegan estar con alguien o ser de un partido político. Todos se proclaman independientes.
En Bogotá claramente es la única elección en la que el Presidente Petro se va a contar. Los votos del candidato Bolívar serán todos de incondicionales petristas. En Medellín el que se mide es Quintero, un porcentaje importante de los votos de Fico no son de él sino que son anti Quintero, y los de Upegui son incondicionales del ex alcalde, pero éstos últimos no necesariamente son petristas.
En Cali, la errática campaña de Alejandro Eder ha tratado de que sea una elección Ospina anti Ospina y se ha esforzado inútilmente, porque no es creíble, asociar a Roberto Ortiz al actual alcalde. Allá la campaña tampoco fue Petro vs Antipetro, sino que va a terminar siendo la “elite” contra el “populacho” por decisión propia de la campaña de Eder y el resultado es, entonces, previsible.
En Barranquilla no hay campaña y el resultado hubiera sido el mismo si el Presidente Petro estuviera bien calificado en su gestión. Así se puede seguir en cada una de las capitales en las que se disputa una controversia local que está muy poco asociada a la dinámica nacional y que cambiara poco la correlación de poder del gobierno nacional.
Claro, dirán que en tres de las cuatro ciudades hay alcaldes que votaron por Petro y que habrá unos que no lo hicieron, y sí, pero aunque suene raro, ni lo uno ni lo otro será lo determinante para definir el resultado electoral.
En las capitales también se podrá hacer el ejercicio de adjudicar cada alcalde a un partido o una tendencia, y ahí los partidos tradicionales tendrán menos presencia que en los departamentos. Les va a ir bien al Nuevo Liberalismo y En Marcha, que podrán contar Bogotá, Cartagena y participar en Manizales. Lo de Santa Marta, que es la única ciudad que hoy tiene verdaderamente el Pacto, es incierto y los Verdes serán perdedores claros, porque hace cuatro años habían sido los grandes ganadores y no van a poder mantener lo que habían ganado.
En los demás municipios seguramente el Pacto logre alcaldías que no tenía y, otra vez, los tradicionales liberal y conservador puedan adjudicarse más que otros, así como ocurrirá en curules de concejos y asambleas.
Más o menos. Esa es una manera de ver quién gana y quién pierde, la otra es comparando un resultado anterior con alguna de las votaciones más o menos similares que habrá dentro de tres semanas. Por ejemplo, el resultado del senado con las votaciones totales a los concejos.
El Pacto ganó con algo más de 2.8 millones de votos y eso será lo que ahora tendrá que sacar, todo lo que tenga por debajo de eso es su verdadera pérdida y así todos los otros partidos. En términos de sistemas de partidos ese es el resultado importante, porque, además, es, digamos, el más puro, ahí las alianzas tienen menos peso y hay pocos “independientes”.
Es muy arriesgado decir quien ganó y quien perdió porque hay cuatro votaciones, con dinámicas propias, pero seguramente la anunciada derrota no será tan grande como dirá el titular.
Aún si el Pacto sale derrotado eso no significará que su natural contendor, el Centro Democrático, pueda cobrar un triunfo, ni que el resultado del 29 de octubre signifique nada para el partidor de la campaña presidencial.
El titular igual se disparará, pero en las cuentas internas de los actores políticos es mejor no dejarse llevar por ese dicho.