El próximo jueves se reunirá en Manizales la Asamblea de Gobernadores, será la última del año y en ella se piensa elegir al nuevo Director Ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos. Los gobernadores deberán decidir entre el candidato impuesto por el dueño de la mermelada o por aquel, cuya campaña apadrinan quienes los puede destituir o meter presos: Iremos de Guate…mala a guate…peor.

La Federación Nacional de Departamentos es uno de esos entes anodinos cuya existencia tan solo adquirió relevancia, cuando Daniel Coronell, denunció un escándalo que involucraba a Germán Chica, su director ejecutivo en ese momento.

Esa columna sacó a flote la supuesta participación de Germán Chica, en el aún no aclarado episodio, según el cual, habría recibido 12 millones de dólares del narcotráfico, como pago por una asesoría hecha a Alias “Comba”, cuando Chica trabajaba como Alto Consejero del presidente Santos.  Denuncia de la cual, el hoy senador Uribe aseguró, sin haberlo podido probar, que un par de esos millones, fueron para pagar gastos de campaña de la elección de Santos I.

Hasta antes de ese escándalo, la Federación de Departamentos era un feudo de muchos años del samperismo que había controlado la entidad, a cuya cabeza tuvo a Maria Teresa Forero de Saade, ex ministra de Salud del gobierno Samper.

Los muchos años de reinado de María Teresa, mantuvieron en discreto anonimato una entidad que tan solo sirvió para tramitar una demanda de varios cientos de millones de dólares que los departamentos instauraron en contra de las multinacionales tabacaleras. El pleito terminó en un acuerdo amistoso entre demandantes (representados por la Federación) y demandados (Phillip Morris) que aceptaron pagar unos 200 millones de dólares en un período de varios años, recursos que administra la Federación de Departamentos.

Tal vez eso explica el interés que ha despertado el cargo de Director Ejecutivo de la Fede-Departamentos.  

Chica terminó con el reinado samperista haciéndose elegir por los gobernadores, bajo la premisa de que él sería la bisagra entre el gobierno del presidente Santos -de cuya cercanía nadie dudaba, ya que estaba dejando su cargo como Alto Consejero Presidencial- y el vínculo entre un presidente en trance de reelección (Santos) y los mandatarios regionales recién posesionados, cuyos votos requería.

Los gobernadores se comieron el cuento y lo nombraron tan pronto como empezaron sus periodos, hace ya casi tres años.

La era “Chica” (así fue su gestión), terminó en su defenestración a causa de la denuncia de Coronell en el primer semestre de este año.  Eso llevó a que intempestivamente y en medio de la crisis de imagen y legitimidad que provocó la columna, el Consejo Directivo de la Federación aprovechara -en golpe de mano- los estatutos de la entidad, para aceptar la renuncia de Chica y nombrar en su reemplazo a Gloria Escalante.

Ese nombramiento llegó lleno de ruidos y causó una crisis política al interior de los gobernadores. Se dijo de la Escalante, que era cuota del Procurador, que tenía cercanía con José Obdulio Gaviria e incluso se comentaba en los pasillos del poder, que el mismo Chica habría maniobrado para dejar su reemplazo.

Sea cual sea la realidad, lo cierto es que un grupo de gobernadores, encabezados por Sergio Fajardo, desconocieron la legitimidad de su nombramiento porque el pleno de los gobernadores no fue convocado, informado, ni tenido en cuenta para nombrar a la señora Escalante.  Su corto periodo, que apenas duró seis meses, se caracterizó por la puja entre quienes designaron a la Directora y aquellos que no fueron tenidos en cuenta para nombrar a quien los representaría en la Federación.

De esa manera, en medio de la debilidad del cargo por la ausencia de legitimidad política, nuevamente de manera intempestiva y en medio de muchos comentarios que no han podido ser confirmados, Gloria Escalante decide renunciar y dejar abruptamente el cargo, al que se había aferrado ardúamente durante seis inestables meses.

El próximo jueves se reunirá en Manizales la Asamblea de Gobernadores, será la última del año y en ella se piensa elegir al nuevo Director Ejecutivo.  

Esta elección está llena de expectativas. No solamente por los escándalos que produjeron los dos desastrosos periodos que la anteceden (Chica-Escalante), sino porque, copiando la demanda en contra de las tabacaleras, hoy avanza otro gran pleito, esta vez en contra de las multinacionales que controlan el mercado de licores extranjeros, cuyo manejo y negociación se vuelve atractiva en términos económicos, en una acción jurídica que al país no se le ha informado suficientemente y que se adelanta a través de la Federación de Departamentos.

Entre los candidatos que se disputan esa privilegiada posición, está el samperista Amilkar Acosta, ex ministro de minas del gobierno Santos, quien cuenta con grandes apoyos desde el poder central. La semana pasada varios gobernadores recibieron llamadas desde el palacio de Nariño, anunciándoles que el Presidente vería con buenos ojos que eligieran a Amilkar.

El samperismo se ha venido moviendo para poner al gobierno central a hacer campaña en favor de su pupilo y retomar los que durante muchos años fueron sus feudos; en ese equipo de “persuasión” a los gobernadores se alineó el ministro del interior, reconocido alumno de Samper y los guiños desde palacio parecen venir directamente del presidente Santos.

Esta campaña palaciega tiene a los gobernadores cuestionándose su ya bastante limitada autonomía. Los pone contra las cuerdas, porque ningún mandatario regional quiere contradecir a un Presidente que tiene en sus manos la tapa del frasco de la mermelada para su último año de gestión. 

En voz baja, algunos se atreven a decir que quieren nombrar autónomamente un director que los represente y no a un ex ministro que los va a mirar por encima del hombro, desde una posición a la que llegaría por mandato presidencial, sin deberle nada a sus electores y en contra del querer general de los gobernadores.  Los más díscolos dicen que se debe nombrar un director que sea bien visto en Palacio, no uno impuesto desde Palacio.

Por si fuera poco el enredo, ha surgido con inusitada fuerza la candidatura de Francisco Ricaurte, el mismo exmagistrado a quien el Consejo de Estado acaba de anular su elección, por haberse hecho elegir magistrado de una alta corte por aquellos a quienes había elegido previamente estando en otra: Ricaurte se convirtió en el símbolo del carrusel de la Judicatura, conocido como el “yo te elijo, tu me eliges”. 

Con este fardo de opinión a sus espaldas, se podría pensar que los gobernadores no serían tan tontos como para elegir a este personaje, evitando echarse encima el desgaste político y de imagen que semejante elección causaría.  Sin embargo, son los apoyos ocultos de esa candidatura, los que la tienen en vertiginoso ascenso.

Ricaurte cuenta con el apoyo decidido de dos pesos pesados que, pese a sus diferencias irreconciliables, se ponen de acuerdo para apoyar su aspiración a dirigir a los gobernadores: Tanto el Procurador General, como el Fiscal General, apadrinan la candidatura del ex hombre fuerte de la Rama Judicial.

Así las cosas, los gobernadores deberán decidir entre el candidato impuesto por el dueño de la mermelada o por aquel, cuya campaña apadrinan quienes los pueden destituir o meter presos: Iremos de Guate…mala a guate…peor.