En un certero y contundente movimiento de oposición organizado por el Centro Uribista, le asestan el primer gran golpe a Santos y a su gobierno bicéfalo y paquidérmico.

En un certero y contundente movimiento de oposición organizado por el Centro Uribista, le asestan el primer gran golpe a Santos y a su gobierno bicéfalo y paquidérmico.

El escenario en donde se empieza a manifestar la inoperancia de un gobierno con dos cabezas, recientemente reformado para hiperburocratizarse con el fin de satisfacer las necesidades de poder del Vicepresidente Vargas Lleras, es el Consejo Nacional Electoral.

Ese organismo que tradicionalmente ha sido gris e intrascendente, por cuanto su estructura está diseñada para que las mayorías gubernamentales siempre estén apaciblemente tomando decisiones políticas al amaño del gobernante de turno y los partidos que lo acompañan, acaba de ser escenario de un magistral golpe de mano asestado por la oposición minoritaria, que de no ser conjurado pronto por el gobierno, puede dar al traste con buena parte de los proyectos de gobernabilidad del santismo.

El pasado miércoles fueron citados al palacio de Nariño los magistrados que representan la coalición de gobierno para ser instruidos por el nuevo súper ministro, Néstor Humberto Martínez, sobre las preferencias del gobierno sobre varios asuntos de los que debe decidir en los próximos días el tribunal electoral.  En esa reunión se ratificó el acuerdo según el cual la presidencia de la corporación estaría en manos de la Unidad Nacional en cabeza de Bernardo Franco, magistrado representante del partido de la U y la vicepresidencia, la ocuparía el representante de las minorías, el magistrado Armando Novoa.

Sin embargo, los acuerdos y las instrucciones del gobierno fueron hábilmente desbaratadas en menos de veinticuatro horas, ya que a la hora de votar por esas dignidades, el Centro Democrático y el partido conservador lograron voltear a los dos miembros liberales del Consejo Electoral y a la consejera de Cambio Radical, quienes, contrario a lo pactado y a lo instruido por Palacio, eligieron como presidente a Emiliano Rivera del partido liberal y vicepresidente al pupilo del Centro Uribista, el magistrado Felipe García.

En la voltereta para cambiar los votos de los liberales que hacen parte de la Unidad Nacional, participaron activamente los magistrados conservadores, auspiciados, según se comenta en los pasillos del poder del Consejo Nacional Electoral, por el Procurador Alejandro Ordoñez. 

De esta manera, en hábil movimiento de los azules Angela Hernández y Carlos Camargo -ficha del registrador Carlos Ariel Sánchez-, en unión de Felipe García, ficha del Centro Uribismo, negociaron con los liberales dejarles la presidencia en cabeza de Emiliano Rivera, a cambio de desobedecer la instrucción palaciega y los pactos previos acordados entre los partidos de la Unidad Nacional.

Dentro del “negocio electorero” de los magistrados electorales, se pactó darle la vicepresidencia a la mas dura oposición: el magistrado del uribismo, Felipe García, ocupará esa silla en las ausencias de Emiliano Rivera. Esto se hará realidad muy pronto porque en los próximos días habrá viaje de Emiliano Rivera y el Centro Democrático tendrá su primera dignidad en los altos cargos del Estado, en un gobierno del cual es oposición.

Hasta aquí no hay nada nuevo en la historia del ejercicio diario de la política y sus juegos de traición e indisciplina. Sin embargo, en donde se le empieza a complicar el asunto al gobierno es en la ruptura que queda en la alianza de Unidad Nacional, al interior de una corporación que está decidiendo asuntos de la mayor trascendencia, como el de las curules para las negritudes.

El Consejo Electoral tiene dos posiciones frente a este asunto. El magistrado del Centro Democrático y hoy vicepresidente, junto a los magistrados conservadores, han defendido la tesis según la cual, las curules de negritudes que se encuentran vacantes por cuenta de una decisión de tutela del Consejo Superior de la Judicatura, no deben ser provistas hasta tanto el Consejo de Estado no se pronuncie al respecto; según esos magistrados, el Congreso de la República debe seguir sesionando sin esos miembros de la cámara de representantes.

Del otro lado, algunos miembros del Consejo Electoral, los que hasta ayer eran de la Unidad Nacional y hoy no sabemos cómo seguirán jugando, son de otra tesis: ellos piensan que se deben suplir esas vacantes y dentro de las razones que mas pesan para defender esa postura, está la de que todas la leyes y reformas constitucionales que se están tramitando en el Congreso de la República podrían quedar viciados de fondo, si se tramitan por un congreso que está incompleto, por la ausencia de dos de los miembros que lo componen y en consecuencia, no habría una debida integración del órgano legislativo.

Ante la realidad política del Congreso, donde la aplanadora del gobierno avanza avasallante en el trámite del equilibrio de poderes, la reforma tributaria y todos los temas sobre los que se legisla para darle vida jurídica a los acuerdos de paz que se cocinan en La Habana, la oposición encontró una rendija para romper la Unidad Nacional y dividir a quienes deben tomar decisiones tan delicadas como la debida conformación del congreso mismo u otro tema de alta filigrana político-electoral, como es definir si Angelino Garzón puede o no, ser candidato en las elecciones regionales del 2015.

¿Será que el super ministro convoca de nuevo a palacio a los honorables electorales y esta vez si le hacen caso?