Nada mas peligroso para la reelección de Juan Manuel, que las actuaciones del candidato Santos y como dijo alguna vez una sabia ex-reina: “de la misma manera en el sentido contrario”.
Nada mas peligroso para la reelección de Juan Manuel, que las actuaciones del candidato Santos y como dijo alguna vez una sabia ex-reina: “de la misma manera en el sentido contrario”.
Pese a que pareciera que estamos asistiendo a la campaña presidencial mas aburrida y sui generis de la que se tenga noticia; si nos fijamos bien, el picante se lo empieza a poner el candidato-presidente, a quien pareciera estarle haciendo daño sentirse solo en el ring electoral y, en vez de aprovechar la posibilidad de ganar por W, ha decidido empezar a pelear solo y ha terminado auto flagelándose.
El voto es una manifestación sensorial, impulsiva, de corazón, no racional y en ese sentido, las imágenes que marcarán al elector en su memoria sentimental serán las de los accidentes de incontinencia o la caída en bicicleta del presidente-candidato, ocurridas en actos de campaña que habían sido diseñados milimétricamente para su lucimiento en solitario y terminaron siendo la antítesis de lo planeado.
Esa parece ser la constante en la campaña de Santos o de Juan Manuel, que ahora pretenden hacernos creer que es lo mismo. Más allá de la imágenes simbólicas aludidas; el candidato-presidente, en su desespero, toma decisiones como la de no acatar las medidas cautelares que favorecían a Gustavo Petro y en una lectura parcial de las encuestas, quiso quedarse con el electorado bogotano. Dos de cada tres bogotanos querían que saliera Petro y fue lo que le entregó a la galería.
Además de lo anterior, convencido por sus asesores (¿…?), durante la primera semana en que el gobierno nacional se tomó a Bogotá y desde el discurso de nombramiento del ministro Pardo como alcalde encargado, se vislumbró la intención de permanencia en la capital por parte del poder central: nunca mencionó la palabra “terna”, mucho menos “elecciones atípicas”.
Por el contrario, el presidente se dedicó a prometer políticas de largo plazo para la capital, a montar en transmilenio, a dejar la sensación de que había llegado para quedarse y poner orden en el Distrito; hasta secretarías en el gabinete capitalino se ofrecieron a distinguidos miembros de la Unidad Nacional, algunos se alistaban a tomar posesión de unos cargos en un gobierno con tendencia a perdurar.
Sin embargo, después de una semana de haberse montado en ese globo, una nueva medición se conoció y el resultado no pudo ser peor; la decisión de Santos de sacar a Petro, no solamente no le sumó en la intención de voto a Juan Manuel, sino que los pocos puntos que había ganado con esfuerzo supremo en los últimos meses, los perdió estrepitosamente en unos pocos días. La gente no quería a Petro, pero parece ser que mucho menos quiere a Juan Manuel.
Así se reventó ese globo y a las volandas, vía twitter, por primera vez el presidente Santos anunció que habrá elecciones en Bogotá, aunque no dijo cuándo y toda la estrategia de la toma del Distrito, se diluyó. Las hojas de vida de los frustrados secretarios se fueron al cajón de la basura, se agilizó el concepto pendiente del Consejo Electoral y se dio vía libre a la terna que había sido puesta en duda días antes.
En medio de todo ese ajetreo y de una pelea entre el hombre fuerte de la campaña, Roberto Prieto y el estratega JJ Rendón, se conoció a través de los medios que hubo una recomposición de urgencia en el equipo de asesores de la reelección de Juan Manuel, uniéndose a ellos el prestigioso publicista y experto en marketing político, Angel Beccassino.
Ya para esos momentos se escuchaban las voces inconformes con la imagen de la campaña. Quienes tienen que ir a las regiones a vender al candidato y a conseguir los votos, argumentaban que, cambiar de un momento a otro la imagen de un hombre que la ha construido durante casi cuarenta años de vida pública: (Santos, el estadista, el hombre de club, el jugador de póker, el de los trajes ingleses, el gentleman); por la de Juan Manuel, (el hombre cálido, descomplicado, cercano al pueblo), es una falacia bien difícil de vender.
En consonancia con la ley de Murphy; según la cual, lo que está mal tiende a empeorar, la nueva estrategia de choque en materia de publicidad e imagen, fue filtrada al parecer desde dentro de la campaña y publicada por La Silla Vacía. Se dejó al descubierto apenas elaborada y justo cuando se había cambiado apresuradamente. Las próximas jugadas del presidente-candidato en posicionamiento e imagen, están publicadas en la red. Eso es como descubrirle el truco al mago antes de la función!
Para acabar de completar las incoherencias y la dicotomía entre el presidente Santos y el candidato Juan Manuel, resulta que el primero gobernó, organizó y repartió la mermelada para los integrantes de la Unidad Nacional: su bancada en el congreso, la encargada de llevar la maquinaria electoral a reelegir a Juan Manuel.
Pero, después de las elecciones parlamentarias y paradójicamente, por cuenta del excesivo éxito de quienes mejor capitalizaron electoralmente esa política gubernamental, como son los congresistas Bernardo Elías y Musa Besaile y ante el escándalo mediático que ha rodeado su elección; resulta que, ni el presidente Santos, ni el candidato Juan Manuel, quieren aparecer untados de la mermelada que repartió el propio gobierno para que se deslizaran los recursos nacionales hacia las regiones y regresaran convertidos en los votos de la reelección.
Hoy por hoy, tanto el gobierno, como la campaña, parecen estar jugando el juego de dejar solos a los Ñoños en público y hasta ayudando a arrojarlos a los leones de la opinión pero, aferrándose a sus votos en privado. ¿Será que esta estrategia terminará para Juan Manuel como las otras que ha jugado en esta campaña?
Afuera del cuadrilátero, están listos tres candidatos que tienen una misma esquina: Peñalosa, Zuluaga y Martha Lucía, se encuentran esperando instrucciones de su manager para entrar de lleno en el pugilato. Mientras tanto, Santos se subió al ring, empezó la pelea y el único golpeado hasta ahora, es el ya maltrecho Juan Manuel.