Es un error pensar que la gestión ambiental se resuelve entre el Estado y la naturaleza. También es un error pensar que las políticas, mecanismos y reglas ambientales impulsados desde el Ministerio de Medio Ambiente van a cambiar los dinámicas en las regiones. Ni las CARs tradicionales, ni las nuevas instituciones propuestas y organizadas alrededor de cuencas estratégicas como el rio Magdalena, van a poder cambiar las dinámicas de desarrollo que contribuyeron a las inundaciones y otras emergencias ambientales vividas en las diferentes regiones del país.

Quisiera recordar los principios más básicos de la gestión ambiental para entender por qué;

Primero, EL FIN de la gestión ambiental es asegurar la calidad y disponibilidad de los servicios ambientales como el agua limpia, los recursos que brindan la biodiversidad a los negocios, la capacidad de auto-regulación de la naturaleza para evitar emergencias, la calidad de los suelos que requiere un sector agrícola, conservar la belleza de la naturaleza en sitios turísticos, y la conservación de sistemas ecológicos estratégicos requeridos para la sostenibilidad de los mismos.
 

Segundo, LOS OBJETOS de la gestión son las empresas (grandes y pequeñas), las instituciones públicas (nacionales, regionales, sectoriales y locales), los colegios y universidades, y todos nosotros que tomamos decisiones sobre cuáles productos comprar, dónde botar la basura que generamos, dónde y cómo vivir.

Tercero, las principales HERRAMIENTAS de la gestión ambiental son aquellas que logran cambiar los comportamientos de las empresas, instituciones y a nosotros. Empiezan por instrumentos puntuales como regulaciones, licencias, impuestos ambientales, y van hacia mecanismos integrales como planes de ordenamiento, programas de innovación tecnológica, educación ambiental, mercados y productos verdes, y cadenas y clusters competitivos.

Cuarto, los INDICADORES DE RESULTADOS de la gestión ambiental apuntan a informar sobre cambios en el comportamiento de “los sujetos” de la gestión ambiental, sobre los recursos naturales conservados, la reconversión tecnológica alcanzada, los productos verdes comercializados, las toneladas de residuos aprovechadas, y el porcentaje de la vivienda en zonas seguras con acceso a agua limpias. Menos sirve tener indicadores sobre el número de licencias expedidas, ni sobre el número de damnificados atendidos, ni sobre el número de personas capacitadas.

Opino que los cambios propuestos en el nuevo decreto de emergencia, a primera vista, pueden ser interesantes en cuanto a sus intenciones. Oxigenar el Sistema Nacional Ambiental abre el paso a una gestión ambiental de segunda generación. Una gestión ambiental más integral que reconoce el agua, la biodiversidad y el clima como elementos importantes de la vida y de las actividades económicas. Una segunda generación que no se basa únicamente en el comando y control y en las licencias, sino en la innovación tecnológica, la producción y consumo sostenible, que buscan el cambio de comportamientos de las empresas, las instituciones públicas y de la gente. Una segunda generación de gestión ambiental que invita a “estos objetos” de la gestión ambiental a participar en ella y que apunta a un cambio cultural.

Quisiera recomendar al Consejo de Ministros que discute hoy la reforma de las Corporaciones Autónomas Regionales (CARS), de acordarse de los principios más básicos de la gestión ambiental porque considero que estos son igualmente básicos para el diseño de las nuevas instituciones, sus órganos directivos y sus estructuras administrativas.

Bart Van Hoof