El proceso de revocatoria arrancó hasta que fracase o tenga éxito, y las cifras son claras… o más o menos claras…
Con las normas vigentes hoy, (leyes 131, 134 y 741), deben conseguirse 290.000 firmas válidas de personas inscritas en el censo electoral de Bogotá, deben participar en la jornada por lo menos 1.200.000 personas y el alcalde debe obtener mayoría para quedarse. Poniendo las cifras en la mejor situación para los promotores de la revocatoria, éstos deben llevar a las urnas la mitad, algo más de 600.000 personas. Digo que las normas son más o menos claras, y no claras, porque el Congreso Nacional aprobó el año pasado una nueva norma que cambia estas cifras. La nueva Ley de Participación Ciudadana ya hizo su tránsito completo por senado y cámara, tuvo informe de conciliación y hay texto definitivo, pero de acuerdo con nuestra constitución, se trata de una ley estatutaria (regula “instituciones de participación ciudadana”, literal d, artículo 152) que debe recibir revisión de constitucionalidad por la Corte. Los entendidos esperan que todo esté listo para que entre en vigencia en febrero. Así que lo más probable es que la revocatoria se rija por los siguientes requisitos: número  de firmas válidas necesarias, 220.000; número de votantes que deben participar para que valga el resultado obtenido, 900.000, y como se gana con mínimo la mitad más uno, los revocadores deben esforzarse con llevar a las urnas algo más de 450.000 personas.
En orden creciente de dificultad, las cifras quedan así:
1)      Conseguir 220.000 firmas válidas. No es fácil, pero es posible.
2)      Llevar 450.000 partidarios de la revocatoria a las urnas. Esto es bastante más difícil. Una cosa es que una persona apruebe que Petro se vaya, y otra convencerlo de que un domingo se acerque a las urnas. Quizás esté lloviendo para ese entonces, en el “peor invierno de los últimos 60 años”, como ahora se dice de cada período lluvioso o mutatis mutandi de cada período seco. Y además, una cosa es que una persona esté dentro del 68% que opina que Petro está haciendo un mal gobierno, y otra que esté de acuerdo en sacarlo. Quizás quiere que se vaya, pero no que lo saquen. No será fácil llevar 450.000 personas fastidiadas con Petro a votar ese domingo.
3)      Llevar 900.000 personas a las urnas. En octubre del 2011 fueron a las urnas 2.250.000, motivadas por activistas políticos de todo tipo. No sabemos muy bien cómo votan los bogotanos, pero conseguir que vaya el 40% sin la motivación propia del momento electoral, es el reto más difícil… a menos que el alcalde ayude.
Y esto, parece, se lo propuso en un momento. Luego de las primeras afirmaciones: “a mí nadie me asusta”, y de las primeras descalificaciones al mejor estilo petrista: “uribistas”; “cartel de la contratación”, “maffias” (con ff), y el curioso insulto de moda en América Latina, “neoliberales”:

  • “No me disgusta la idea que tengamos nuevas elecciones este año. La Bogotá humana, o el neoliberalismo, la corrupción, el cartel” (enero 2)

…apareció en sus tweets el Comité Refrendatorio . Eso tras la columna de María Isabel Rueda del 6 de enero, en la que consideraba un desatino la iniciativa de la revocatoria por el riesgo político de que Petro, a quien calificó como “un hábil político”, saliera ganando. La salida de Petro estaría mejor motivada por sus desatinos administrativos, que tienen riesgos serios de haber reñido con la ley. Así fueron los tweets del 6 de enero:
Primero la correspondiente descalificación:

  • “Lo que dice Maria Isabel es el verdadero juego en los cócteles de los clubes: El golpe de Estado.”
  • “Entre Gomez y Maria Isabel hay una gran diferencia, el primero acude a la Democracia, la segunda a la eliminación
  • “ambos no soportan la diferencia. El que a Bogotá la gobierne un libertario ambientalista, no neoliberal.”
  • “Maria Isabel es heredera de esa triste élite de cóctel que soterradamente buscaba la eliminación de los diferentes a ellos.”

Los subrayados son míos. ¿Golpe de Estado? ¿Eliminación? (¿van a “eliminar” a alguien?). Se disgustó Petro, se salió de madre, se asustó, o se escachó. El twiteo tiene sus riesgos. A Petro le gustan.
Y aquí es cuando aparece la organización del Comité por la Refrendación:

  • Me parece importante que en el Comité por la Refrendación de Bogotá Humana, estén las centrales obreras, la mujer, el pequeño empresario.
  • El Comité por la Refrendación de Bogotá Humana se alista no solo a las urnas, sino al Golpe de Estado.
  • El Comité por la Refrendacion de Bogotá Humana debe luchar no por Petro, es lo de menos, por Bogotá
  • El Comité por la Refrendacion de Bogota Humana, debe tener al líder de acción comunal, a la ambientalista, al reciclador.
  • El comité por la Refrendación debe tener a la trabajadora sexual, al cristiano, a la afrocolombianidad, al indigena, a la desplazada.
  • El Comité por la Refrendación de Bogotá Humana se alista no solo a las urnas, sino al Golpe de Estado.

Samuel también convocó a las masas, o sea, a los batallones de beneficiados y no le funcionó. Pero este caso es diferente, porque se trata de un proceso político. Si Petro convoca a un comité de adherentes para entusiasmarlos a llenar las calles de hordas de petristas y las urnas con sus votos, como los venezolanos en su complicada polarización, está haciendo dos cosas simultáneamente: está contribuyendo a superar la barrera más difícil de vencer para un proceso de revocatoria: el umbral. Y al mismo tiempo, hará que algunos indiferentes del otro lado también se polaricen. Los molestos por el desgobierno no saldrán a depositar un “Sí, Petro, quédate, por favor”. ¿Cuántos disgustados pero pasivos saldrán a votar “no, lárgate” si Petro convierte la votación en un referendo a una gestión que ya consideran mala?
De pronto estos riesgos ya fueron sopesados: no se ha sabido nada en público sobre cómo están organizando el Comité Refrendatorio. Tal vez la estrategia está al acecho de los resultados iniciales de la consecución de firmas, tal vez están preparando una estrategia diferente.