La situación actual del país, vale decir, los niveles de intolerancia, la inseguridad, la economía, la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, el desempleo y demás demandas ciudadanas, sin duda alguna producen resultados negativos de gestión gubernamental sobre todo si tenemos en cuenta que la Venezuela de los últimos años vivió tiempos de bonanza petrolera, sumado a un gran cambio en la cultura impositiva, que desde tiempos de Moreno León fue transformando los niveles de recaudación, hasta convertirnos en uno de los países de mayores ingresos fiscales y con menor evasión.
 
Esta cruda realidad constituye uno de los peores enemigos del sostenimiento de la popularidad de los líderes que llevan las riendas del Estado, no por siempre se puede seguir corriendo la arruga con paños calientes o buena capacidad comunicacional, las necesidades de los venezolanos cada vez son mayores y la esperanza de mejores tiempos se agota ante promesas incumplidas. Con buena sintonía, reconocimiento verbal y simpatía no se come.
 
Este escenario no escapa de la percepción de los representantes del Estado en sus distintos poderes a quienes pareciera que les preocupa mantener los niveles de popularidad, en lugar de encaminar verdaderamente al país a un rumbo seguro y estable, a un mundo de bienestar real. Parece ser más fácil crear un mundo virtual que proyecte resultados favorables y mantenga una gestión virtualmente positiva. Tal es el caso por ejemplo de la Asamblea Nacional al tomarse el tiempo para discutir una ley que prohíba la violencia virtual, los video juegos y los juguetes bélicos, cuando todos sabemos que el país está lleno de armas de verdad y de violencia de verdad; al discutir leyes como la de pre-venta inmobiliaria que pretende detener o disminuir en el papel el precio de las viviendas, mientras la inflación interanual sobrepasa el 30%; al discutir leyes como la de venta de vehículos que trata de estacionar los precios y mejorar en el papel los niveles de producción, cuando sabemos que las empresas ensambladoras están cerrando y cada vez es menor la capacidad de planta instalada para satisfacer la creciente demanda; al promulgar leyes como la de tierras urbanas que pretende que de la nada, en el papel, se aprovechen los terrenos desocupados y se construyan en ellos adecuadas estructuras.
 
Otros ejemplos de este mundo virtual podemos verlos en la actuación de distintos organismos públicos como el Banco Central de Venezuela, si los resultados no son favorables, sencillamente cambiamos los mecanismos de medición y nos atrevemos a decir, que en meses pasados la inflación en alimentos fue 0%, mientras que vamos al mercado y todo está más caro; o el Ministerio de Finanzas, “CADIVI no debe nada a nadie”, pero los viajeros se quedan varados en el extranjero, sus tarjetas no funcionan adecuadamente debido a que CADIVI no ha liquidado las divisas a la banca y hoy tiene una deuda sobre los 300 millones de dólares, como contradictoriamente lo declara el presidente de CADIVI; no debe nada pero nuestros carros están meses en los talleres gracias a que CADIVI no ha liquidado las divisas al sector de autopartes y repuestos no hay.
 
Creo que este proceso de deterioro tiene su tiempo de maduración y cada vez son más quienes lo entienden, recordemos que en la unión está la fuerza y que los venezolanos de hoy se involucran y serán capaces de resolver sus propios destinos. Por ahora nos toca exigir, construir y proponer, lo principal es nuestro país, su futuro, la calidad de vida y el bienestar ciudadano. Unión, fuerza y hasta la próxima.