Nació el 27 de enero de 1945 en Vélez, Santander. Su familia, seguidora de las ideas liberales de Jorge Eliécer Gaitán, fue desplazada a Bogotá ́ cuando ella tenía tres años.

Estudió historia del arte en la Universidad Nacional al final de la década de 1960. En su adolescencia entró en el nadaísmo de la mano de Gonzalo Arango, fundador de este movimiento artístico y filosófico de contracultura. 

En la universidad conoció a Santiago García, con quien fundó el Teatro La Candelaria en 1966 y quien fue su compañero sentimental por más de 17 años. Desde entonces fue dramaturga y actriz en este teatro, que fue parte de un movimiento artístico de izquierda que se preocupó por usar el arte para hacer denuncia social.

En la universidad Ariza entró a las Juventudes Comunistas. Fue detenida varias veces por participar en manifestaciones contra la guerra de Vietnam y luego contra el estatuto de seguridad, el duro régimen con el que el presidente Julio César Turbay buscó enfrentar la insurgencia y la protesta social, y que entre otras permitía a los militares detener y procesar penalmente a civiles.

Ariza dice que sus detenciones fueron injustificadas, intentos de represión por parte de la Fuerza Pública. 

Durante el proceso de paz del gobierno de Belisario Betancur en 1985, Ariza hizo parte del grupo de Artistas por la Paz, que hizo activismo cultural para promover las negociaciones. En esas jornadas visitó Caquetá para hacer teatro y pintar murales. 

En esa misma época participó en la conformación de la Unión Patriótica, partido político formado por personas de diferentes vertientes de izquierda, incluyendo el Partido Comunista, como resultado del proceso de paz.  

Ariza fue la encargada de cultura del partido y se mantuvo en él mientras miles de sus copartidarios eran poco a poco asesinados, amenazados o se iban al exilio. Según cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica, por lo menos 4 mil militantes fueron asesinados, secuestrados o desaparecidos en un genocidio.

Por eso, durante casi quince años, Ariza fue perseguida y amenazada por teléfono; tuvo que sacar del país a su hija Catalina cuando ella también recibió amenazas. 

Aunque dice que terminó su militancia política con el cambio de siglo, como directora del Teatro de la Candelaria y de la Corporación Colombiana de Teatro siguió haciendo obras con trasfondo social y político, como Antígona (2001) sobre las víctimas mujeres de violencia política en Colombia o Memoria (2015) sobre el desplazamiento forzado. Además de performances artísticos sobre el genocidio de la UP.

En 2021 organizó el festival Mujeres en Escena por la Paz, para visibilizar la participación femenina en el teatro colombiano y en julio de 2022 Gustavo Petro la designó como su futura Ministra de Cultura.