Hace unos días tuve una conversación al respecto con mi hijo de 10 años. Después de varias explicaciones él preguntó: ¿Cuadrado los va a perdonar?

Por: Hernando Zuleta

Por diversas razones creo que es deseable que se logre un acuerdo general entre los negociadores de las FARC y los del gobierno. Creo que la firma e implementación de los acuerdos sí ayudará a reducir la violencia y facilitará la presencia del Estado en lugares en donde dicha presencia es nula o, en el mejor de los casos, precaria. El efecto directo sobre la violencia, sumado al aumento en la provisión de bienes públicos debe tener un efecto significativo sobre el bienestar de las comunidades que más han padecido la violencia en el país.  

Tengo dudas acerca del efecto de los acuerdos sobre el crecimiento económico. No obstante, creo que el valor de reducir el número de víctimas del conflicto es tan alto que aun si se redujera el crecimiento económico valdría la pena el proceso de paz.   

He tenido varias discusiones sobre el tema. Uno de los temas recurrentes en estas discusiones es el castigo. En particular, quienes se oponen a los diálogos de la Habana suelen afirmar que es inaceptable que los miembros de las FARC no reciban un castigo por los crímenes cometidos.  Creo que vale la pena analizar el problema del castigo. Sin embargo, también creo que el énfasis debe estar en la eficiencia. El castigo es un mecanismo de disuasión que, de ser eficiente, evita que potenciales criminales cometan crímenes reales.  No obstante, para que el castigo sea eficiente como mecanismo de disuasión es necesario que, en general, quien cometa crímenes reciba castigo.

En el caso de las FARC, la eficiencia de los castigos previstos dentro de nuestro marco jurídico es discutible. Las FARC es un guerrilla antigua que sigue operando y muchos de su líderes han alcanzado la tercera edad (en libertad).

Por otro lado, un acuerdo que incluya el compromiso de los miembros de las FARC de no volver a delinquir es, para efectos prácticos, un sustituto del castigo. En efecto, si el objetivo es que los miembros de las FARC no vuelvan a cometer crímenes un buen acuerdo puede ser eficiente.      

Por supuesto, las consideraciones de eficiencia no son suficientes para que la sociedad acepte un acuerdo que no incluya castigos o que incluya castigos simbólicos para los guerrilleros. Para que un acuerdo de estas características sea aceptado es necesario el perdón, es necesario que los votantes crean en la voluntad de paz de los guerrilleros y estén dispuestos aceptar a los excombatientes como vecinos o colegas.   

Hace unos días tuve una conversación al respecto con mi hijo de 10 años. Después de varias explicaciones él preguntó: ¿Cuadrado los va a perdonar?

Para un citadino de 10 años de edad y fanático del fútbol, Juan Guillermo Cuadrado, jugador de la Juventus de Turín y de la selección Colombia de fútbol, es la imagen más visible de las víctimas. Si Cuadrado  perdona a las FARC es más fácil perdonar para quienes no hemos sido víctimas directas.  

No sé lo que piensa Cuadrado de los diálogos de paz, ni sé si está dispuesto a dar declaraciones públicas al respecto. Pero creo que, como parte del esfuerzo pedagógico del que ha hablado el presidente Santos, deberíamos oír los testimonios de las víctimas y saber si están o no dispuestas a perdonar.