Por: Jairo A. Rendón

Durante buena parte de los últimos meses la discusión económica mundial se ha centrado en la deuda de los países desarrollados.  Mientras en los Estados Unidos se acordaba a último minuto un plan para incrementar el techo de la deuda, los europeos hacían lo propio para evitar que la crisis de la deuda griega no contagiara a España e Italia, sin embargo estos esfuerzos no han sido apreciados por los mercados financieros que han experimentado fuertes caídas en las últimas dos semanas.  La razón, los intereses políticos han predominado sobre la disposición a impulsar el empleo y el crecimiento económico.

Cuando las economías atraviesan problemas, la macroeconomía básica nos dice que el gobierno puede suavizar el choque incrementando el gasto público, la idea es que el incremento en el gasto público contrarreste la caída del gasto de los agentes privados y de esta manera salvar empleos. Esta fue la lógica que siguió Obama cuando recién posicionado implementó un con un presupuesto de USD$787 mil millones de dólares para contrarrestar la recesión.  Sin embargo el plan de estimulo se quedo corto y no solo no entregó lo que prometió, lograr que el desempleo no superara el 8% (hoy en día se sitúa en el 9.1%), sino que trajo consigo un incremento en el nivel de la deuda americana.

El descontento con el manejo de la economía y la falta de liderazgo de Obama dio pie para que Republicanos y Demócratas se enfrascaran en un pelea que tiene hoy a la principal economía del mundo al borde de una segunda recesión, de un momento a otro la discusión dejó de ser sobre cómo estimular el empleo y el crecimiento económico y se concentró en el nivel de deuda.  

Mientras a G.W. Bush le incrementaron 7 veces el techo de la deuda y casi ni nos dimos por enterados, el incremento de la deuda para Obama fue todo un show, de un momento a otro la deuda era el principal problema de los americanos y las diferencias entre Demócratas y Republicanos eran tan grandes como las de Uribe y Chávez.  Lo peor es que, después de semejante pelea, el acuerdo alcanzado está lejos de ser un gran logro.  Al contrario, lo que hizo fue evidenciar los grandes obstáculos políticos que enfrenta  la economía americana para implementar medidas que le permitan superar el impacto de la gran recesión.  

A raíz de esto los agentes se han dado cuenta que los políticos tienen de rehén a la economía y observan como cada vez es más difícil encontrar un camino que lleve a un compromiso serio con el empleo y el crecimiento.  La confianza en la habilidad de Washington para impulsar la economía se vio seriamente afectada y la percepción actual es que Estados Unidos está condenado a otra recesión (si no es que ya está en una); esto es lo que ha ocasionado la caída en las bolsa internacionales.   

Colombia no es ajena a los efectos de la actual coyuntura, vemos cómo los temores actuales han ocasionado una caída en los precios del petróleo (nuestro principal producto de exportación) de cerca del 15% en tan solo una semana, que de mantenerse esta tendencia, sin duda alguna tendrá un impacto sobre las ganancias de Ecopetrol y los ingresos del Estado. 

Adicionalmente, la imposibilidad de los americanos de implementar una política fiscal para estimular su economía llevará a la FED a implementar nuevamente un estímulo monetario (QE3).  El estimulo monetario continuará inundando el mercado de dólares y presionando el precio del dólar a la baja, agudizando el problema cambiario que experimentanos actualmente en Colombia.   Ya que sufriremos algunas de las consecuencias de esa falta de voluntad política para actuar por parte de los gringos, ojalá al menos observemos y aprendamos sobre lo que no se debe hacer.