Por: Jorge Tovar
Con el fin de evitar la quiebra total del fútbol profesional colombiano ha surgido como tabla de salvación una Ley que permite que los equipos de fútbol se transformen en sociedades anónimas. Ésta se ha vendido como la única opción, pues la “democratización” y la entrada de nuevos capitales, garantizará la viabilidad de nuestros maltrechos equipos.

Por: Jorge Tovar
Con el fin de evitar la quiebra total del fútbol profesional colombiano ha surgido como tabla de salvación una Ley que permite que los equipos de fútbol se transformen en sociedades anónimas. Ésta se ha vendido como la única opción, pues la “democratización” y la entrada de nuevos capitales, garantizará la viabilidad de nuestros maltrechos equipos.
Aunque la intención es buena, el remedio puede ser peor que la enfermedad si no se implementa adecuadamente. El mejor ejemplo es España. A finales de los ochenta, tras el fracaso financiero (y deportivo, valga decir) del Mundial del año ’82, prácticamente la totalidad de los equipos estaban al borde de la quiebra. La solución fue la denominada Ley del Deporte del 15 de Octubre de 1990. Ella obligaba a todos los equipos de categoría profesional (es decir la primera y segunda división) a transformarse en Sociedades Anónimas. Todos, salvo Athletic de Bilbao, Barcelona, Real Madrid y Osasuna -quienes presentaron balances económicos positivos-, cumplieron juiciosamente con la norma.
Hoy, veinte años después, los clubes profesionales españoles deben 630 millones de Euros entre Hacienda y el Seguro Social. Ante el evidente fracaso de la Ley, en la actualidad cursa en el congreso español un proyecto de ley inspirado en el caso francés. Los equipos galos tienen una capacidad limitada tanto para prestar como pedir prestado pues se encuentran fuertemente regulados por el DNCG organismo que controla los presupuestos de los clubes.
En España se plantea un organismo que cuide con lupa las finanzas de los equipos de los equipos profesionales, con un estricto reglamento coercitivo para aquellos que pretendan incrementar su deuda. Por ejemplo, el gasto en el plantel no podrá ser superior al 70% del presupuesto, el cual estará estrictamente auditado.
En Colombia la Ley plantea controles al ingreso de capitales de dudosa procedencia y poco más que no se permita a otras sociedades anónimas. Pero el fútbol es diferente y lo que hoy es la aparente tabla de salvación, mal implementada, puede terminar por hundir el ya pobre espectáculo que se observa cada ocho días en los estadios del país.