Por Jorge Tovar:
Por Jorge Tovar:
Son múltiples las causas del trancón en Bogotá. Hoy día estamos inundados de analistas y expertos en el tema. Algunos, como solución, proponen arrendar bicicletas (como en Paris), otros restringir carros (como en México D.F.) y los hay que para no quedarse atrás hablan de crear carriles exclusivos para carros cuando lleven tres o más pasajeros (tipo el car pooling de los Estados Unidos). El común denominador es la falta de profesionalismo en el diseño de la política de movilidad y la facilidad con la que se proponen soluciones corto placistas descubiertas mientras vacacionan en el exterior. No sé ahonda en las causas estructurales del problema bogotano y se presume que aquí se puede adaptar todo lo que funciona en otras capitales del mundo.
Hace un tiempo salió en la prensa, El Tiempo creo, un dato escalofriante: En 1978 había en Bogotá 14 mil kilómetros de vías para 180 mil vehículos. Hoy día hay 15 mil kilómetros para 1’400.000 carros. ¿No es evidente el problema? Es en este punto cuando surgen personajes de todo calibre clamando por la restricción de placas y el fomento al transporte público. La restricción, por cierto, parece una solución peligrosamente enquistada en la clase dirigente capitalina: Hace unos días proponían apagar las luces de 8 a 9p.m. una vez al mes para “contribuir con el medio ambiente”.
Nadie quiere aceptar que la elasticidad ingreso es positiva. A medida que la gente, el pueblo en jerga politiquera, tenga mejores ingresos, las ventas de carros crecerán. Las cifras son claras: hay muy pocos carros para los más de 7´000.000 de habitantes de la capital. Pero nadie habla y menos se prepara para lo que se viene: que en 12 ó 15 años circulen unos 4 ó 5 millones de carros. Como en Madrid (España), como en todas las capitales del mundo. Y esas capitales tienen un excelente sistema de transporte público. Ese también hay que fomentarlo. No como en Bogotá, donde se construyó Transmilenio (TM) con la promesa de retirar los buses desordenados de las troncales. Hoy, quizás con la única excepción de la Autonorte, el Transmilenio ha multiplicado el trancón. Disminuyó en uno (o dos) carriles las vías para los cada vez más carros, buses, busetas, colectivos, zorras y taxis –que además utilizan otro carril para parquear enfrente de centros comerciales y clínicas sin parqueaderos-. Y vale aclarar que la Autonorte vive trancada porque está mal diseñada. ¿Quién aprobó terminar la vía en la 170 donde aquellos que circulaban por el carril de alta velocidad (el izquierdo), de repente terminaban –sin cambiar de carril- en uno ‘exclusivo de transmilenio´?
La lección es que lo que se construya hay que hacerlo bien. No basta con construir un TM por una Caracas llena de semáforos para 10 años después darse cuenta que eso hay que solucionarlo. No basta con decir que se va a hacer TM por la 7ª, pero sólo hasta la 100, y además sin paradas entre las 72 y la 100 (increíble que siquiera como propuesta salga eso en la prensa). No basta con construir un metro que llegue a la 100 con 11 y no conecté con nada. No basta con hacer los metros y TMs en el oriente olvidándose del occidente. No basta con construir un puente sobre la autonorte con calle 185, sin orejas y que además, unos meses después se haga evidente que por debajo no pasan, sin verse interrumpidos por los pilares del puente, los cinco carriles de la autopista. Yo pediría que lo poco que hagan, lo hagan bien. No es pedir mucho, pero sería un paso adelante en el problema de movilidad de la ciudad.