La decisión ecuatoriana de incrementar los aranceles a más de mil productos colombianos como reacción a la devaluación del peso tiene a muchos confundidos. La noticia aparece en momentos en que los colombianos oímos de la preocupación de los exportadores y el gobierno colombiano por la revaluación del peso.
Por Marcela Eslava
La decisión ecuatoriana de incrementar los aranceles a más de mil productos colombianos como reacción a la devaluación del peso tiene a muchos confundidos. La noticia aparece en momentos en que los colombianos oímos de la preocupación de los exportadores y el gobierno colombiano por la revaluación del peso; hoy, un titular de Bloomberg se refería al peso colombiano como “la moneda con mejor comportamiento en el mundo” aludiendo a su rapidísma apreciación de los últimos meses. Claro, todos sospechamos que la incongruencia se debe a que la decisión comercial de Ecuador tiene bases más políticas que económicas, pero … soportan las cifras comerciales y cambiarias esa sospecha? La figura adjunta sugiere que sí.

Lo primero que está claro es que si ha habido devaluación o revaluación del peso depende del periodo que se mire (la línea punteada en la figura es la tasa de cambio real con Ecuador, teniendo en cuenta la tasa de cambio nominal promedio por mes y la inflación en los dos países; el panorama no cambia mucho si miramos sólo la tasa de cambio nominal). La tendencia secular desde principios de 2003 ha sido una revaluación sostenida y pronunciada del peso. Alrededor de esa tendencia ha habido fluctuaciones, incluyendo un período de devaluación entre mediados de 2008 y febrero de 2009, que claramente a estas alturas (y también en el momento de la decisión ecuatoriana) ya se reversó. Hoy la tasa de cambio está en niveles de octubre de 2008 y no muestra signos de detener su caída. En cualquier caso, la afirmación oficial del gobierno ecuatoriano de que ha habido “un proceso devaluatorio de la República de Colombia, que inició a mediados del año 2007” (Resolución 494 de COMEXI) no tiene asidero en los datos: a mediados del 2007 el peso andaba en medio de su proceso de fortalecimiento frente al dólar.
El segundo punto cojo del argumento es que el superávit comercial de Colombia con Ecuador sea producto de la supuesta devaluación. Como lo muestra la figura para el caso de comercio de bienes (los datos son los de importaciones y exportaciones de bienes de la DIAN), ese superávit ha tenido una tendencia general creciente incluso desde 2003, es decir aún en el periodo de fuerte revaluación. El nivel actual de esa balanza se asemeja al del momento de mayor apreciación del peso frente al dólar, en junio de 2008. La implicación es que factores más estructurales que la evolución de la moneda explican el comportamiento del comercio. Tal conclusión se confirma al notar que la exportaciones colombianas de bienes ecuatorianos han excedido las importaciones de manera consistente al menos desde 1996, sugiriendo que el desbalance comercial es estructural y apunta a que en neto Ecuador necesita productos que Colombia vende.
Finalmente, tanto la medida ecuatoriana como la cláusula de salvaguardia cambiaria de la CAN a la que Ecuador ha tratado de aludir para validar su decisión asumen de forma implícita que las fluctuaciones del precio relativo del peso son manejadas por las autoridades económicas colombianas. Sin embargo, hace años que el precio de la moneda colombiana frente al dólar no hace más que seguir las tendencias del resto de monedas. El episodio de devaluación del año pasado coincidió con el flujo de capitales de todo el mundo a refugiarse en títulos del tesoro de USA ante la crisis. El peso se devaluó, sí, pero también lo hicieron la gran mayoría de otras monedas. Y no vemos a Ecuador subiendo aranceles a los demás países.