Por Marc Hofstetter
Por Marc Hofstetter
En los últimos años, con esfuerzos de economistas, sociólogos, sicólogos, siquiatras y neurólogos ha tomado fuerza el estudio sistemático de la felicidad. Layard (2005) llama a esto “una nueva ciencia”. A propósito de un estudio reciente que revela (y ¡celebra!) que los colombianos vemos “mucha” televisión, aquí va una pequeña píldora sobre uno de los muchos hallazgos de esta nueva ciencia.
Los europeos ven en promedio televisión durante 3 horas y media diarias; los norteamericanos algo más que ese número; las cifras en Colombia no son muy distintas. Según una reciente encuesta del DANE, las personas de 5 a 17 años dedican en promedio entre 3,5 y 3,9 horas diarias de lunes a viernes, y entre 4 y 4,1 horas los fines de semana. Los mayores de edad ven entre 3,1 y 3,7 horas entre semana y entre 2,7 y 3,6 horas los fines de semana.
La sabiduría popular sugiere que si la gente escoge una actividad de forma libre y voluntaria, ésta debería hacerla feliz. Sin embargo, estudios recientes sugieren que con la televisión esto no necesariamente es cierto; la gente parecería sufrir con la televisión de un problema de autocontrol que lo lleva a consumir más de lo que debería; menos televisión la haría más feliz.
Frey (2008) utiliza una encuesta en 22 países europeos a más de 40.000 mil personas y encuentra que la satisfacción de vida reportada por quienes ven más de dos horas y media de televisión diarias cae en casi dos décimas en una escala de 1 a 10 (con respecto a quienes sólo ven media hora diaria). Este resultado es estadísticamente significativo después de controlar por características individuales y por efectos de país. La relevancia del coeficiente se duplica si el ejercicio se centra en personas que tienen un alto costo de oportunidad y se pierde si se centra en personas con bajo costo de oportunidad (por ejemplo, los jubilados, desempleados, etc.).
Esto es sólo una píldora de los hallazgos de la “nueva ciencia”. Para aquellos interesados en las políticas públicas y en el bienestar colectivo, una lectura a la evolución de esta ciencia se vuelve indispensable. Hay para todos los gustos: desde lo macro –estudios sobre el impacto de inflación y el desempleo en el bienestar– hasta lo más micro como cuantificar el impacto del divorcio o creencias religiosas en la felicidad de la gente.
Referencias
*Layard, Richard (2005). Happiness. Lessons From a New Science. Penguin Books.
**Frey, Bruno (2008). Happiness. A Revolution in Economics. MIT Press.