Por Juan Camilo Cárdenas

Lo voy a poner de esta manera sencilla: Las fotos que ven a continuación si son del valle que rodea la y a Ubaté, pero NO son de la semana pasada. Son del 2008!, tomadas durante el trabajo de campo que veníamos haciendo en colaboración con el , el , y la . La laguna ya había dado sus alertas. de La Sabana se volvió a romper. Otra alerta que regresa.

Los que trabajamos desde la perspectiva ambiental nos vamos volviendo repetitivos y eso va creando oídos sordos. En eso tenemos que mejorar si queremos contribuir tres pesos a la crisis ambiental. O vamos a terminar que ven el fin del mundo llegando, mañana –literalmente!, dicen por ahí. Si es por creerles a los Mayas lo del 2012, mas bien aprendamos de ellos, o mejor, de los errores: . A propósito, como un humorista dijo hace poco, su incapacidad para prever esa debacle muestra que los Mayas no eran tan buenos para las predicciones, así que la historia del 2012 tiene tanto de creíble como la de los optimistas que creen que la innovación tecnológica resolverá el problema.

Uno de los retos al tratar de resolver problemas ambientales es que las acciones que los van causando vienen en dosis muy frecuentes y pequeñas, pero las consecuencias llegan muchas veces en guarapazos grandes. Imaginen que tuviéramos que acordarnos cada día de pagar una pequeña cuota del crédito hipotecario y se nos olvidara o no le diéramos importancia. En algún momento vienen los del banco, se llevan la casa y después nos damos golpes de pecho pensando que si era mejor haber pagado las cuotas. Por eso nos inventamos débitos automáticos y descuentos por nómina para auto-amarrarnos a esos pagos.

Si hacemos las cuentas de cuánto bienestar tendríamos que haber sacrificado para evitar las pérdidas económicas de lo que está pasando por las inundaciones, es posible que el balance fuese a favor de haber renunciado a esas hectáreas adicionales que le fuimos quitando al sistema de humedales y por tanto a su capacidad de recoger las aguas de estos cambios fuertes derivados de fenómenos climatológicos. Por eso el agua busca espacio en cuanto pedazo del valle de Ubaté y la sabana de Bogotá le van dejando. Sin ser experto hidráulico, sospecharía de las soluciones de jarillones y dragados para el largo plazo. Fenómenos de Niña y Niño volverán y el agua volverá a buscar sus caminos.

Va una propuesta de experimento mental para la discusión: Probablemente han oído hablar de . Usted se propone una meta difícil de alcanzar, como dejar de fumar. Suscribe un contrato de cumplimiento con stickk.com, y pone sobre la mesa una cantidad de dinero que Usted va a comprometer como soporte de su contrato. Si al terminar la fecha acordada usted logró su meta, se ahorra su dinero, nadie pierde ni gana plata. Si no la logró, su dinero se va a la destinación que Usted había escogido (un amigo, un enemigo o un obra de caridad). Hasta el momento han suscrito casi 85,000 contratos y han puesto en juego 7.3 millones de dólares.

Porqué no crear algo con esta filosofía, en donde cada dueño de cada hectárea identificada como vital para recuperar del sistema de humedales suscribe un contrato que se evalúa cada tanto tiempo y en el que se van comprometiendo a metas realizables de adecuación y recuperación del sistema de humedales. Si no ha habido inundaciones o pérdidas, no hay pago. Si se vuelven a presentar las inundaciones, se recaudan los fondos comprometidos y proporcionales al daño, y se destinan a la reparación de esas pérdidas. Es un impuesto contingente a la generación de los daños, pero solo se recauda si éstos se presentan. Entre más se recupere el sistema natural de manejo de las inundaciones más barato el pago por hectárea. En otras palabras, incentiva a la innovación ambiental en el lado de los causantes, hasta llegar a que se hace innecesario pagarlo.

El primer problema es encontrar el mecanismo para coordinar a tantos propietarios y resolver el problema de free-riding. Es claro que hay una tarea por el lado del cálculo de cuales hectáreas deberían cualificar para el programa –pero hay mapas para construirlo. Hay otra tarea por el lado financiero para calcular las pérdidas y el pago por hectárea. Y la última tarea, resolver todos los intríngulis legales que ya me imagino el lector escéptico comenzó a ver, por ejemplo en la imposibilidad de decretar este tipo impuestos o en los costos de transacción de suscribir los contratos y hacerlos vinculantes.