Por Juan Camilo Cardenas
Elinor Ostrom y Oliver Williamson acaban de presentar en Estocolmo sus conferencias de aceptación del premio en ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel. Son cortas y claras.
Por Juan Camilo Cardenas
Elinor Ostrom y Oliver Williamson acaban de presentar en Estocolmo sus conferencias de aceptación del premio en ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel. Son cortas y claras.
Mientras tanto en nuestro país andamos enfrascados en una discusión entre lo legal y lo criminal de un evento desafortunado que se dio en Facebook a propósito de un estudiante universitario que utilizó este espacio colectivo para manifestar su rabia y su descontento con un gobierno y con su realidad. De entrada, creo que este estudiante se equivocó en su uso legítimo de su derecho a la libre expresión pero como lo ha dicho tanta gente en estos días recordando las palabras de Voltaire, debemos defender el derecho de esa persona a expresarse.
Conectemos las dos cosas.
Lo que quiero abrir aquí es la discusión sobre el manejo de la sanción por parte de entes acusadores, el manejo por parte de las comunidades virtuales y la energía que ahora se gastará del sistema judicial, periodístico y del bolsillo de varios. Uno de los legados del trabajo de Elinor Ostrom es el proponer una serie de principios de diseño institucional para el manejo exitoso de los recursos comunes.
Los espacios virtuales de expresión donde no hay un “gran gobernador”, incluido Facebook, son espacios comunes donde podemos beneficiarnos de las contribuciones de los demás y donde nuestras contribuciones o silencios pueden aumentar o destruir el beneficio que obtenemos de usarlos. Cada cual juzgará si la creación de estos grupos de odio en Facebook aportan o no al bienestar común. Además tenemos el derecho a salirnos también y escoger otros espacios virtuales. El disentimiento bien articulado y argumentado en general hace parte de lo que contribuye a estos beneficios para todos y cada cual juzgará qué tanto destruye o construye el evento en mención al bien común.
Uno de los principios que propone Elinor Ostrom es el de las “sanciones graduadas” y aquí definitivamente se equivocan quienes creen que a fallas menores se deben implementar sanciones enormes y desproporcionadas. De acuerdo a este principio las comunidades exitosas usan sanciones proporcionales aplicadas por los mismos miembros o por el ente gobernante o por los dos. Cuánto contribuye a las comunidades de libre expresión que se apliquen judicializaciones de semejantes proporciones? Facebook probablemente no entregará los datos tampoco, pero me pregunto cuántos colombianos al día siguiente del anuncio de la captura de este estudiante fueron a retirarse de grupos de disentimiento o de opinión por el miedo a la chuzada virtual.
La destrucción de los espacios colectivos de disentimiento hacen parte mínima de cualquier sociedad civilizada. Las comunidades de esos espacios tienen responsabilidades en crear los sistemas de monitoreo & sanción de los que habla Ostrom para que sus miembros contribuyan en mantenerlos. Una vez mas, las intervenciones erradas de los sistemas centralizados del estado pueden destruirlos.
A este paso solo queda la posibilidad de unirse a unos cuantos grupos que ahora están buscando miembros en facebook: “Si N personas se unen a este grupo…. NADA VA A PASAR”; curiosamente entre mas grande N mas miembros tienen!.
p.d. ah! Y si les quedan dudas sobre los aportes de académicos a nuestros debates cotidianos, miren el trabajo del otro galardonado, Williamson, sobre los “costos de transacción” y algún día alguien por favor haga una tesis o investigación de los costos y beneficios de llevar a estrados judiciales el caso de este estudiante.