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Ante los importantes logros de Ser Pilo Paga, urge buscar mecanismos que lo hagan financieramente viable. Presentamos una propuesta.

Por: Juliana Londoño-Vélez, Catherine Rodríguez y Fabio Sánchez

La semana pasada, el nuevo gobierno anunció que modificará el programa de créditos estudiantiles “Ser Pilo Paga” (SPP), pues éste se encuentra desfinanciado. Si bien se honrarán los compromisos adquiridos con los 40.000 beneficiarios actuales, el programa—tal como lo conocemos—dejará de existir. Antes de que las modificaciones hayan sido explicadas, la acalorada discusión acerca de los beneficios y costos que el programa y la responsabilidad del Estado colombiano en financiar la educación superior ha vuelto a surgir.

En esta columna buscamos aportar a esta discusión con elementos técnicos alrededor de dos puntos cruciales: 1) los logros y dificultades que el programa ha traído, y 2) las alternativas de política de corto y largo plazo que permitan enfrentar los costos del programa manteniendo las características positivas de SPP.

Los logros de SPP en expandir el acceso a instituciones de educación superior (IES) son innegables (el estudio está disponible acá y el resumen los resultados acá). Entre los estudiantes de bajos recursos y buen desempeño en la prueba Saber 11, SPP dobló el acceso inmediato a la educación superior.

Más aún, SPP cuadruplicó el acceso a IES con acreditación de alta calidad. Es decir, SPP permitió que jóvenes con buen desempeño en la prueba de Estado que NO hubieran asistido a NINGUNA IES (y mucho menos a una IES de alta calidad) pudieran hacerlo. Antes del programa, tan solo 1 de 10 estudiantes de SISBEN 1 o 2 con buen desempeño en la prueba Saber 11 accedía a una IES acreditada. Ahora 6 de 10 lo hace.

Así, SPP igualó la probabilidad de matricularse en una IES de alta calidad entre los jóvenes “pilos” de diferentes estratos. La ganancia en equidad para los estudiantes con buen desempeño es formidable y constituye el mayor logro de SPP.

Pero los beneficios de SPP van mucho más allá del impacto entre sus beneficiarios (y por supuesto sus familias), pues SPP ha afectado positivamente el sistema de educación secundaria y terciaria:

1)      SPP aumentó el acceso a educación superior tanto de beneficiarios como de no beneficiarios del programa: La demanda de la educación superior de calidad se expandió en el país tras el anuncio de SPP. En respuesta, algunas IES privadas expandieron sus cupos, resultando así en un mayor número de estudiantes ingresando a la educación superior en el país. De esta manera, SPP NO implicó en un simple desplazamiento de unos jóvenes por otros, sino que, por el contrario, mejoró el acceso inmediato a la educación superior a nivel nacional. El acceso promedio aumentó en 4 puntos porcentuales entre los bachilleres, siendo este efecto liderado totalmente por los estudiantes de estratos 1 a 3.

Este incremento de 4 puntos incluye también el aumento en acceso de estudiantes de estratos bajos y de menor desempeño en la prueba Saber 11. En efecto, el acceso de los estudiantes de los deciles 8 y 9 de la prueba Saber 11 (y, en menor medida, los deciles más bajos también) a la educación superior se incrementó. Posiblemente la campaña informativa alrededor del programa incentivó a que estudiantes no beneficiarios del programa se matricularan. Posiblemente fue el resultado de estudiar en el colegio con compañeros Pilos. Si bien ambos mecanismos pueden explicar estos cambios, lo cierto es que SPP concentró sus logros entre los estudiantes de estratos bajos, es decir, entre quienes más lo necesitaban.

 

2)      SPP incentivó a que los estudiantes de nivel socioeconómico bajo tuvieran un mejor desempeño en la prueba SABER 11: Así lo demuestra una investigación de Laajaj, Moya y Sánchez – explicada de manera técnica y para audiencia general. Hacer que los estudiantes de bajos ingresos se esfuercen más y tengan un mejor desempeño en la prueba de Estado es un logro significativo. Es difícil encontrar ejemplos de programas educativos, aún aquellos enfocados directamente en mejorar la calidad estudiantil, que sean tan exitosos en mejorar el desempeño de los estudiantescomo lo ha logrado SPP.

 

3)      SPP permitió la diversidad de clases sociales en las mejores universidades del país: Dadas las restricciones crediticias que enfrentaban los jóvenes de bajos ingresos antes de SPP, existía un “apartheid educativo” en el cual sólo accedían a IES privadas de calidad quienes podían pagar sus altas matrículas. En cambio, SPP aumentó en casi un 50% la presencia de estudiantes de estratos 1, 2 y 3 en estas universidades. Que estudiantes de diferentes estratos interactúen en un ambiente universitario trae consecuencias positivas para la sociedad. Por ejemplo, hay evidencia de que SPP impactó las interacciones entre los estudiantes de diferentes clases sociales, mejorando la percepción de desigualdad y meritocracia entre estudiantes de estratos altos. Otro estudio muestra también como el programa da la oportunidad de crear vínculos sociales novedosos de amistad entre personas de contextos tan distintos que sin el programa nunca se hubiesen logrado. Esta evidencia nacional es consistente con estudios en otros países que sugieren que estas interacciones hacen que los estudiantes sean más pro-sociales y solidarios. Así, mayor cohesión social será un resultado de largo plazo del programa.

 

4)      Mayor competencia entre las IES: SPP genera una sana competencia para que las IES no acreditadas se sometan al proceso de acreditación de calidad. En efecto, el número de IES que solicitaron la Acreditación de Alta Calidad creció después de SPP. Esta solicitud conlleva un proceso de autoevaluación y proyección de las propias IES que, aunque no es posible atarlo aún a una mejora en la calidad, va en el camino adecuado. Más aún, el programa incentivará a que las IES públicas de alta calidad eliminen obstáculos costosos que distorsionan las decisiones de los estudiantes, como lo es el examen especial de la UNAL (valga decir que resulta paradójico que las IES públicas no basen su sistema de admisión en el Examen de Estado, un criterio adecuado para este propósito).  Por su parte, muchas IES privadas, después de la creación de SPP, destinaron recursos adicionales para el beneficio de los Pilos y de sus compañeros, invirtiendo por ejemplo en sistemas de prevención de alertas tempranas de deserción y en programas académicos de apoyo y nivelación.

No obstante, el programa SPP ha tenido algunas dificultades y recibido críticas. Algunos mitos han surgido acerca del programa:

1.       “SPP desfinancia la educación pública”. Casi el 80% de los beneficiarios se matricularon en universidades privadas. Esto ha hecho que algunos digan que el programa le quita recursos a las IES públicas, a pesar de que el programa transfiera el costo de la matrícula a las universidades públicas por cada Pilo matriculado. Es decir, es importante entender que el programa financia a los estudiantes, es en ellos en los que se están invirtiendo los recursos.

2.       “SPP resulta demasiado costoso”. Al Estado le cuesta lo mismo pagar la matrícula de un Pilo en una IES privada que transferir el costo del cupo en una IES pública, una vez se tiene en cuenta el número de semestres que le toma a cada estudiante terminar la carrera en cada una de ellas. Lo que resulta costoso es que el 50% de estudiantes deserten de la educación superior: las pérdidas se calculan en cerca de un billón de pesos anuales, suficiente para cubrir a la mitad de las cohortes de SPP.

3.       “SPP va a quebrar a los estudiantes que deserten”. A junio 2018, menos del 5% de los Pilos de la primera cohorte han desertado. Esto representa una pequeñísima fracción del porcentaje de alumnos que desertan de IES públicas (40%).

4.       “El programa tiene poca cobertura”. Si bien programa beneficia sólo al 2% de quienes presentan el examen de Estado en agosto de cada año, los 10.000 beneficiarios anuales representan el 10% de los bachilleres que cada enero ingresan a la educación superior inmediatamente después de graduarse del colegio. Además, el programa cubre a uno de cada tres estudiantes que anualmente ingresan a una IES acreditada en el país.

 

A pesar de las dificultades del programa, es evidente que los logros alcanzados en su corta existencia sugieren que SPP no debe eliminarse. Por el contrario, ante la escasez de recursos y las restricciones presupuestales, la pregunta a la que nos enfrentamos como sociedad es qué hacer para que SPP sea un programa viable.

Una alternativa es condonar apenas una fracción del crédito otorgado a los Pilos. Es decir, en lugar de que el Estado financie el 100% de la matrícula, puede pedirle al Pilo graduado que contribuya, en su debido tiempo, parte del costo que la sociedad asumió para invertir en su educación.

Así, una vez estén ejerciendo sus profesiones pagarían parcial o totalmente el costo para financiar la oportunidad de jóvenes brillantes en futuras generaciones. Estos sistemas ya están funcionando en otros contextos y, como se recomendó en la evaluación de impacto del programa en su momento, vale la pena analizarlos y tratar de incorporar esquemas similares.

Para esto, se debería entonces crear un fondo para la sostenibilidad de largo plazo del programa, donde cada graduado de SSP contribuya a financiar en promedio 50% del costo de un nuevo estudiante. Así, por ejemplo, para financiar 40.000 estudiantes se necesitarían 80.000 graduados.

Llegar a este umbral de graduados toma algunos años por lo que la creación del fondo en sus inicios requiere de aportes específicos. La Banca Multilateral y los empresarios e inversionistas nacionales podrían (por no decir deberían) ser candidatos para aportar en los fondos semilla que permitan la continuación del programa con sus condiciones de escogencia de IES y carrera actuales, pero con el compromiso de los jóvenes de aportar en el futuro una vez estén ejerciendo.

Alternativamente, se podría solicitar un crédito puente que contribuya a financiar el programa en el interino mientras se logra la masa crítica de Pilos graduados.

Finalmente, es importante que los involucrados en las discusiones alrededor de SPP entendamos que es un programa complementario y no sustituto a las discusiones en términos de la política de educación superior en el país.

El programa está enfocado a los jóvenes de estratos bajos que se ubican en el 10% superior del Examen de Estado y que no asistían a educación superior de calidad. Es decir, es una población especifica que será base fundamental en la fuerza laboral de los próximos años y que sería un desperdicio del país no asegurarles la mejor formación posible.

Argumentar que debemos incentivar a que ellos se eduquen en instituciones regionales, las cuales no cuentan con la misma calidad que las acreditadas, además de truncarles su potencial se lo truncamos al país también.

Por supuesto, es ideal fortalecer la educación pública superior, sin embargo, no podemos hacerlo a costa del futuro de estos jóvenes. El sistema no mejorará de manera inmediata ni con la asignación de más recursos ni con la asistencia de los Pilos a ellos.

La mejora en calidad debe surgir de procesos de reflexión y transformación de las IES públicas. Idealmente, los recursos que se requerirán para estos procesos deberían entregarse a través de fondos concursables en donde las IES que tengan las mejores propuestas de calidad sean las que las reciban.

Para mantener los logros alcanzados por SPP, se requiere de compromisos por parte de todos. Las IES públicas deberán enfocar su atención en lograr atraer a los jóvenes más pilos y de menos recursos a sus instituciones a través de, entre otros aspectos, la reforma en los procesos de admisión como sugerimos anteriormente.

El gobierno debe buscar recursos para el sostenimiento de los más necesitados y que ellos puedan efectivamente asistir a la educación superior bien sea con recursos semillas o créditos puente que financien los primeros años del fondo.

A largo plazo, las IES deben diseñar proyectos de mejora en indicadores de eficiencia y calidad y el gobierno buscar los recursos para crear los fondos concursables. Finalmente, el sector privado – incluyendo las IES privadas – deberíamos aportar a esta inversión en jóvenes talentosos, que lo merecen y necesitan, y de la cual Colombia entera se beneficiará.

Ph. D. en Economía, Boston University, Boston, USA, mayo 2006. Magíster en Economía Política, Boston University, Boston, USA, mayo 2003. Economista, Universidad del Rosario, Bogotá, junio 1999. Áreas de Interés: Educación, Impactos Socioeconómicos del ConflictoAarmado, Evaluación de Impacto....