Por Juan Camilo Cárdenas.

En medio de esta vemos que hay una composición de gente que hace cosas deshonestas, y de quienes optan por no hacerlo. El problema está en comprender si las acciones honestas mantienen a raya a las deshonestas, o terminan invadidas por ellas. Al final estará un resultado socialmente eficiente o un desastre económico.

Durante los últimos meses se vienen dando dos fenómenos que pueden tener consecuencias negativas para el país en los años que vienen, y sobre todo para el funcionamiento de las locomotoras y la repartición de la mermelada en la tostada nacional. Y que quede claro que en ningún momento sugiero que esté en desacuerdo con que la justicia aporte su parte en el control de la corrupción.

El primer fenómeno se da en un creciente desaliento por parte de los egresados de los mejores programas académicos de pregrado y posgrado nacionales y extranjeros por trabajar en el sector público, incluyendo los puestos de trabajo y las entidades de mayor prestigio tecnocrático del nivel nacional. La aversión a la empapelada con los entes de control, al carcelazo, y a los gastos y desgastes financieros y emocionales parecen pesar más que el prestigio, un sueldo y prestaciones, el comienzo de una carrera política, o la simple satisfacción por el servicio público. Sería muy valioso recoger evidencia sólida sobre esto. Alguien? Historias?.

 Si algo se está viendo es la salida del sector público al sector privado con sus propias .

Por el otro lado, y , la reveló datos sobre una encuesta de CONFECAMARAS a grandes empresarios donde el 84,4% de ellos menciona no estar interesado en participar en las licitaciones públicas. Los argumentos son similares a los de los potenciales aplicantes a los puestos de trabajo como funcionarios públicos. Dice la procuraduría, “El 84.4% de los empresarios se abstienen de participar en procesos de contratación con el Estado porque considera que la competencia no es justa, que hay politización en el proceso de contratación y pagos no oficiales. “

Lo cual me lleva a la historia de los limones de , una de las historias más poderosas en la economía para el caso de un mercado con algunos paralelos al tema que nos ocupa: el mercado de los limones, o dicho en colombiano, el problema de carros chimbos en el mercado del usado. en breve es esta: entre los carros usados que se venden hay unos de buena calidad y otros malos; los vendedores de usados saben más del carro en venta que los compradores y no siempre van a contar la verdad, por ejemplo, que tuvo una volcada y tiene el chasis reparado. Los que compran no pueden distinguir fácilmente o a bajo costo si el usado que les encantó es de los buenos o malos. Akerlof mostró que con el tiempo este mercado va a generar precios más altos que los deseados y se venderán más carros malos que los que serían deseables incluso en un mercado competitivo de usados. Al final quienes venden los carros de mejor calidad reciben precios más bajos que los justos y quienes compran en varias ocasiones pagan un montón por una chatarra. Calidad y precios ineficientes en un mercado con mucha demanda y oferta.

¿Hay una lección aquí para el mercado laboral que nos ocupa? Yo pensaría que sí. Los trabajadores van a ofrecer su trabajo y quien los contrata no podrá observar todo lo que quisiera sobre la calidad –y en este caso la honestidad- de este trabajador. Lo mismo con relación a la calidad. Algo se podrá verificar, pero no creo que con polígrafos y catorce certificados ante notarías y apostillas se resuelva todo el problema que estamos hablando. Con un agravante, en los mercados laborales es muy difícil que las fuerzas de oferta y demanda laboral, incluyendo la calidad laboral, ajusten hacia abajo los precios (salarios) cuando la calidad baje, la demanda baje o la oferta crezca.

Con una reducción de mano de obra calificada y honesta que quiera suplir la demanda laboral para el buen funcionamiento del sector público, y un sistema de señales (salarios) del mercado laboral poco útiles aquí, estamos ante un reto, por decirlo menos, preocupante y con los mismos problemas del mercado de los limones de Akerlof. Lo mismo podría decirse del mercado de la contratación pública a pesar de todas las sofisticaciones en el diseño de subastas. Si el 84% de las empresas formales y consolidadas prefieren no contratar con el estado, pero la demanda de esos contratistas continúa (solo miren la cantidad de dinero que estará en juego para contratos públicos en los próximos años locomotivos), alguien más llenará la oferta de contratistas y no con sorpresa se mezclarán contratistas de buena y mala calidad, léase, honestidad o celeridad.

No quiero estigmatizar ni a los funcionarios honestos que optan hoy por estar en el sector público, ni a los contratistas honestos que aún participan en las licitaciones para contratación pública. Todo lo contrario, ellos son quienes más afectados se van a ver en este juego porque no recibirán los salarios o ganancias que merecería su calidad profesional, y por otro lado si incurrirán en los costos adicionales financieros y de transacción de ser honestos.

El problema es que a diferencia del mercado del carro usado, aquí no podemos llevar al personaje a donde un mecánico amigo a que le pegue una revisadita a ver si es honesto o buen trabajador; y el porcentaje de personas que pasan por el cedazo de los head hunters es muy pequeño y es costoso.

El futuro de estos dos mercados del sector público (funcionarios y contratistas) debería ser sujeto a un análisis más riguroso sobre esta ecología de agentes, estrategias, reglas e incentivos. Aquí puede ser de mas utilidad la economía evolutiva para estudiar cuál estrategia es capaz de invadir cuál y en el tiempo llevarnos o no a un buen equilibrio en el que se haga honor a la definición textual del “servicio público”, y no a lo que a veces parece el “auto-servicio público”, es decir, “siga y sírvase que alcanza para todos”.