Por: Andrés Fernández
La importancia de las instituciones para el desempeño económico ha sido un tema bastante estudiado por los economistas. Aunque existe alguna controversia en la profesión sobre cuáles instituciones son más importantes que otras, o la forma en que estas son importantes, hay un generalizado consenso sobre su vital importancia para el crecimiento económico de largo plazo. ¿Por qué? La intuición es bastante simple: los incentivos para trabajar, producir, innovar e invertir dependen de forma crucial en la calidad de las instituciones y, más específicamente, en el grado de protección de los derechos de propiedad. En la medida en que las personas no sientan que los derechos de propiedad sean lo suficientemente fuertes para que puedan aprovechar el fruto de su trabajo e ideas no tomarán las decisiones de producción e inversión. Y eso, por supuesto, es malo para la economía ya que las ideas nuevas, el trabajo y la inversión son las tres fuentes de crecimiento económico.
Quizás la mejor evidencia de la reciente atención de los economistas hacia el papel de las instituciones lo conforma la agenda de investigación de los académicos Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson quienes han presentado evidencia sobre la relación entre malas instituciones y las diferencias en los niveles de calidad de vida entre países, el desarrollo económico de largo plazo y las crisis económicas.
Pero la relevancia de las instituciones es un tema que desborda la discusión académica. Cada vez que se discute informalmente sobre los temas como la inseguridad, la corrupción y demás delitos sobre los que nos tienen ya acostumbrados los medios de comunicación, indirectamente se está hablando sobre la (mala) calidad de las instituciones con las que convivimos. Desde un simple delito como el hurto de un celular hasta los grandes desfalcos al estado por corrupción pueden verse como un reflejo de la calidad de las instituciones.
Generalmente, se ha tomado la calidad de las instituciones como algo cuya evolución era muy lenta en el tiempo y que era más bien el producto de cientos de años de formación de las reglas del juego con las que una sociedad decide convivir. Esta idea, sin embargo, acaba de ser revisada por otro grupo de investigadores quienes, estudiando la economía mexicana, acaban de publicar un estudio en donde encuentran que incluso la calidad de las instituciones puede variar de forma significativa en cortos periodos de tiempo y que esto importa sobre manera para explicar las fluctuaciones económicas que observamos. Episodios de reformas políticas, legales o financieras, o crisis políticas pueden cambiar el clima institucional de forma significativa en muy poco tiempo y que esto a su vez puede generar respuestas rápidas de las personas en sus decisiones económicas.
La forma en que estos investigadores abordan la calidad institucional es interesante también. Ellos plantean que en cualquier economía hay dos clases de tipos de actividades económicas a las cuales las personas pueden dedicar su tiempo. Por un lado están las tradicionales labores productivas que generan valor agregado en una economía tales como manejar un vehículo de transporte público, trabajar en un supermercado, etc. Por otro lado, están las actividades de carácter “extractivo” por medio de las cuales sólo se busca quitarle un pedazo del ingreso de otros sin generar ningún valor agregado. En esta última categoría se busca recoger aquellas “labores” delictivas como el hurto y la corrupción con dineros públicos de las que hablé arriba. Sin entrar en los detalles técnicos, para el caso mexicano, los investigadores encuentran que cerca del 35% del total de horas laborales son destinadas a este tipo de actividades ilegales y que, con estas, se “extrae” aproximadamente el 25% del total del valor de todos los bienes y servicios producidos en un año en esta economía. Una fracción a todas luces sorprendente para cualquier economía moderna pues indica que las instituciones mexicanas que defienden los derechos de propiedad son tan malas que hacen que una cuarta parte del producto agregado pase de unas manos a otras a través de actos delictivos o de corrupción.
Además se encuentra que la calidad de estas instituciones puede variar de forma importante en el corto plazo y que esto, a su vez, genera cambios significativos en las horas laborales dedicadas a cada una de las dos actividades con importantes efectos agregados.
Una razón más para seguir apoyando las reformas institucionales que busquen reglas de juego estables, claras y que busquen proteger los derechos de propiedad.