Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina no aparece en las cartografías mas vírales del país, y mucho menos en su escala justa. Lo que parece un hecho reciente no lo es; tampoco inocente, y mucho menos aislado, pues la representación del espacio geográfico colombiano deja en evidencia las relaciones de poder en su entraña: La localización ultramarina de las islas es extraña a una nación “de vertiente”, confinada en Los Andes, fabricada de espaldas al mar.En la imago mundi del renacimiento europeo, elaborada por Gerhard Kremer, la más difundida en los últimos 5 siglos de historia occidental, por ejemplo, el norte ocupa dos tercios y el sur uno; la línea del Ecuador no está en el centro. America Latina abarca mucho menos en el mapamundi que Europa, Estados Unidos y Canadá, cuando en realidad America Latina es el doble de Europa en tamaño, y más grande que Estados Unidos y Canadá. Todas estas representaciones dejan en evidencia los intercambios materiales y simbólicos de carácter desigual entre individuos o grupos diversos, donde toda condición humana por fuera de la norma cultural de los relatos modernos-coloniales que mutilan el mundo a imagen y semejanza de Occidente, es negada o clasificada como inferior, y por tanto, como el lugar del otro que “abarca menos, come menos, recuerda menos, vive menos, dice menos.” La ausencia radical de indígenas, afrodescendientes y mujeres en los discursos fundacionales del estado nación colombiano no extraña entonces; expuestas las violencias de representación que lo caracterizan : Fue el hombre católico, hispanohablante, blanco y/o mestizo blanqueado, con acceso a la propiedad a quien se adjudicó la forma unica de autoreferenciarse como colombiano hasta muy entrado el siglo XX. Sin embargo, nos inquieta que todavía debamos justificar nuestra presencia en la nación colombiana , desde el no-lugar de sus exclusiones, como si dos siglos de irrespeto a las gentes insulares no fueran ya suficiente prueba de lealtad, aún con todas las expresiones de justa resistencia y autonomía. Es el momento para que el pais mire hacia adentro, cuestione los cimientos de su idea, supere la pretensión de erigir una historia única y acoja las diversidades que lo cohabitan en todo su espectro. Quizá, solo así, verá todo lo que deja por fuera en la inestimable riqueza de la condición humana.Corolario: El reclamo por la ausencia de las islas en el mapa ha hecho eco en las redes sociales, promovido en el marco de una campaña electoral local. Si bien ningún isleño, o ninguna isleña, mostraría indiferencia absoluta al respecto, atisbo asuntos de mayor calado que ningún mapa nos mostrará: Somos el único territorio del país donde gobierna un militar activo designado por el gobierno nacional; los dos últimos gobiernos departamentales saquearon las finanzas públicas del archipiélago; y todavía no hay llamamientos a la responsabilidad política de los partidos políticos involucrados. Las urnas dirán.