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El Hoyo, la película de Netflix, es un experimento económico sobre altruismo y cooperación
Para los que no se han visto El Hoyo, esta es una película española disponible en Netflix, que trata de un hombre que se ofrece a internarse seis meses en un “Centro de autogestión vertical”, a cambio de recibir al final de su tiempo un diploma certificado. La película no explica en qué.
Una vez Goreng, el protagonista ingresa a este centro, se da cuenta de que funciona como una torre de sótanos en la cual la comida ingresa a través de una plataforma que va descendiendo por cada piso. En cada nivel hay un par de personas, que pueden tomar solo lo que pueden comer mientras la plataforma está en su nivel y después, la plataforma sigue descendiendo haciendo lo mismo en cada piso. En cada nivel hay un número que representa el número del piso en que se encuentran. Los pisos superiores tienen acceso a la mayor cantidad de comida y los de abajo lo que sobra, que en los más bajos es nada. Lo que lleva a las personas de los niveles más bajos a cometer actos espantosos. Cada mes las personas son reasignadas a un piso distinto de forma aleatoria, hasta que cumplen seis meses en ese Centro Vertical de Autogestión.
La película muestra cómo las personas se comportan de acuerdo al piso en que son asignados, cómo sus personalidades determinan hasta cierto punto sus acciones, pero cómo finalmente el contexto los lleva a actuar de formas contrarias a sus preferencias iniciales.
En este sentido, El Hoyo recrea las condiciones de un experimento en economía que indaga sobre cómo y si las personas son altruistas y si pueden cooperar para mejorar la situación de todos. Por supuesto, los experimentos en economía tienen altos estándares éticos, pero la analogía en muchos casos se mantiene.
En experimentos económicos se invita a un grupo de personas a que participen de un juego con instrucciones que determinan los pagos de cada jugador. A los participantes se les ofrece dinero o un bien que consideren valiosos, y se les paga de acuerdo a sus acciones y las de los demás jugadores. Como los participantes juegan para ganar dinero, esto los motiva a que muestren sus verdaderas preferencias. En este sentido, si una persona renuncia a una cantidad de dinero para ayudar a otro, esa acción muestra evidencia del valor que el individuo le asigna a esa acción.
Dos tipos juegos que han sido estudiados en abundancia pueden explicar los comportamientos vistos en El Hoyo, el juego del dictador y un juego de bienes públicos. El juego del dictador si las personas son altruistas y están dispuestas a renunciar al dinero por ayudar a los demás. Los juegos de bienes públicos, estudian si es posible que las personas cooperen y qué puede mejorar la cooperación.
En el juego del dictador, dos personas son asignadas de forma aleatoria en la posición del dictador o el receptor. El dictador recibe una cantidad de dinero y se la puede quedar toda o dividirla con el receptor, en la cantidad que el primero prefiera. Independientemente de la acción, el dictador no sufre ninguna consecuencia negativa. Si las personas fueran completamente egoístas, ningún dictador compartiría su dotación. Sin embargo, los experimentos muestran que en promedio los dictadores no lo son; comparten 28% de su dotación inicial. Similar a Goreng cuando ingresa al Centro, éste se restringe de atragantarse con comida para dejarle algo a los demás. Sin embargo, los experimentos también muestran que cuando la cantidad inicial se gana, el altruismo decrece considerablemente. Si las personas que primero llegan a pisos inferiores, sienten que ese sufrimiento los hizo ganarse la comida de los siguientes niveles, eso explicaría porque las personas de los primeros pisos son tan egoístas. Su sufrimiento los hizo merecedores de lo que tienen ahora.
El segundo juego, el de bienes públicos, a un grupo de participantes se les asigna la tarea de dividir un bien común de forma simultánea o secuencial. Si cada jugador toma solo lo que necesita, el bien común se mantiene y pueden jugar en varias rondas y ganar más dinero. Si en cambio, los jugadores son egoístas y toman más de lo que necesitan, el bien se acaba y todos ganan mucho menos dinero que si hubieran cooperado. Una situación que El Hoyo representa muy bien, aunque la falta de cooperación es fatal para los que están en los niveles inferiores.
En la película las personas ingresan de forma voluntaria a este centro y se les paga con lo que ellos prefieran; eventualmente con su supervivencia. Las personas son asignadas de forma aleatoria en un piso en el que son ricos o pobres en comida. Las personas muestran sus preferencias por altruismo y cooperación, pero eventualmente actúan de acuerdo a las reglas del juego. En la película Trimagasi, el viejo compañero de piso del protagonista, le explica las instrucciones de este experimento.
Ahora cabe la pregunta, ¿qué nos dice la película sobre cómo alcanzar la cooperación? En la película, Imogiri, la mujer que entrevista al protagonista antes de entrar al Centro, propone que si todos cooperan la comida debería alcanzar para todos. Ella intenta convencer a los pisos superiores a que coman lo justo, pero falla espectacularmente. Luego Goreng y Baharan intentan otra cosa y descienden en la plataforma forzando a la gente a que tome solo que necesitan.
Los experimentos económicos también han abordado este problema. Como en la película, los argumentos no son suficientes para lograr cooperación. En un juego cada persona espera que los demás no cooperarán y por lo tanto no coopera para no ser el único que lo hace. En la película, restringirse de comer implica que cuando les toque estar en los pisos inferiores, no van a tener las reservas de grasas para sobrevivir.
Muchas alternativas se han intentado para promover la cooperación en experimentos de bienes públicos. La película representa dos alternativas importantes para alcanzar la cooperación. La primera, es que la mayoría de las personas son cooperadores condicionales. Es decir, cooperan si observan a otros cooperando. Pero alcanzar una cooperación “espontánea” como lo expresa la película es muy difícil. Para eso alguien tendría que asumir el riesgo de cooperar sin saber si los demás lo van a hacer. La segunda alternativa, es que exista un líder que esté dispuesto a gastar su tiempo o dinero para castigar a aquellos que no cooperan. Esta es la solución que realiza el protagonista, aunque con un desenlace letal. En la vida real, esto es lo que hace la policía, las instituciones de justicia y los órganos de control. En alguna medida como un Leviatán.
Finalmente, me gustaría dar mi punto de vista de qué pasó en el final con relación a la niña siendo El Mensaje. Muchas críticas de la película han vinculado su mensaje principal como una crítica al capitalismo. Mi explicación también va por este lado. En este Centro de autogestión vertical, los empleados creen que lo que están haciendo es correcto. Imoguiri explica esto cuando dice que la comida alcanzaría si todos cooperaran. Con los cocineros también se puede inferir que creen que están haciendo un trabajo ético, dado el cuidado perfeccionista que le ponen a la comida. Al igual que en el capitalismo, las personas creen que lo que hacen es correcto y justo. El sistema capitalista se debería autorregular. Sin embargo, como el ingreso de niños dentro del centro no está permitido, el hecho de que haya una niña implica que el sistema no es perfecto. Que situaciones injustas pueden pasar. Al permitir que la niña suba hasta el primer nivel, los empleados verán que el sistema da lugar a injusticias. Lo que, con suerte, al igual que llevó a Imoguiri a criticar su trabajo hasta el punto de suicidarse, los lleve a replantearse la justicia del sistema y de pronto, a modificarlo.