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El escalamiento en la degradación del conflicto es hoy el principal enemigo de la paz. Toca pararlo, pero ¿cómo?
El escalamiento en la degradación del conflicto es hoy el principal enemigo de la paz. Toca pararlo, pero ¿cómo? La izquierda ortodoxa revive la consigna de tregua bilateral. Eso no es posible ni tolerable para el estado colombiano que pudo empezar y desarrollar la negociación porque logró, en una guerra de más de 10 años, recobrar la hegemonía del estado y acabar con la pretensión de una negociación en condiciones de simetría. También las Farc quemó la opción de acciones unilaterales que fuesen llevando a un desescalamiento. Ahora toca crear entre todos una nueva situación en el proceso de negociación.
Esa nueva situación pasa porque la dirigencia de las Farc pueda recobrar el control directo de la tropa. La degradación también puede llevar al desmande de muchos frente. Es decir, les toca generar las condiciones para la repatriación de los mandos, para la desactivación controlada de las acciones ofensivas. La negociación debe aterrizar de nuevo en Colombia. En ese sentido la propuesta de Uribe, de localización de las fuerzas en un área definida, puede ser un camino. Por supuesto, difícil convencer a las Farc de que se localicen un solo campamento, tal como lo quiere Uribe. Tampoco sería admisible para el gobierno una concentración en doscientos campamentos como lo quisieron los negociadores de las Farc en Caracas. Pero sí es perfectamente posible la concentración en cinco o diez campamentos, con un campamento principal, sede de la nueva fase de la negociación.
Con su propuesta, Uribe le está diciendo al gobierno, “yo también quiero estar en la paz”, a la manera uribista, un poco perversa, a sabiendas que si Santos se niega él gana y si Santos acepta, también gana. Pero no importa la perversidad uribista si le ayuda a la paz. Por supuesto, el ingreso del uribismo en la paz no puede ser de imposición de condiciones que lo debiliten, Uribe actualmente es un actor del conflicto y no puede ser un factor de imposición de condiciones. La inclusión de Uribe en la mesa no puede ser para que la paz se vuelva uribista. Ya todo mundo sabe de qué está hecha esa paz.
La nueva situación también está atravesada por el tema de la cantidad de perdón admisible. Y en esto la mesa de La Habana ha planteado una nueva forma de asumir ese problema. Menos dureza en la aplicación de la justicia pero más aporte en el esclarecimiento de los hechos. Un esquema parecido al que hizo posible la negociación en Suráfrica. Sobre este esquema es posible una reconstrucción de una historia única como base de la nación y también es posible la reconstrucción de una justicia que sufre una de sus peores crisis.
Dentro de este nuevo contexto sería más fácil la negociación con un ELN concentrado en dos o tres campamentos instalados en el territorio nacional. El principal por supuesto en Arauca. Y en este nuevo diálogo con este tercer actor, el gobierno ya le dijo con toda claridad a Gabino que no es posible una paz armada, que en la negociación es vital el desarme guerrillero. Si el gobierno empieza una negociación con el ELN tiene ya unas premisas fuertes y el camino ya recorrido con las Farc haría parte integral de este nuevo proceso.
Sólo falta que Santos le responda a Uribe y le de un puesto en la mesa de la paz. Así no habrá una silla vacía. Y la paz que se construya será total y duradera.