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Inteligencia para la paz

Mesa de análisis

Reunión de trabajo

Lunes 25 de mayo de 2015

Plante – TEMA 1

Redactado por Santiago Rojas Quijano (La Silla Vacía)

 

Varios

– Aclaro que trabajo para La Silla Vacía como coordinador de La Silla Llena, que agrupa varias redes, cada una con un aliado que contribuye a sostener la iniciativa, pero que no tiene injerencia editorial en los contenidos que se producen en la red — Fundación Konrad Adenauer y Fundación Liderazgo y Democracia, respectivamente para La Silla de la Paz y La Silla Líder.

– Además, mi participación en Inteligencia para la paz —IP— obedece a un interés personal en el grupo y a la afinidad de mi cargo con el rol facilitador que pretendo jugar. Pero la participación del coordinador de redes de La Silla no es requisito para el sostenimiento en el tiempo del grupo en la plataforma. Como miembro, Álvaro Jiménez administra con mi apoyo.

– Quisiera también comunicar que dentro del diálogo que por razones obvias mantenemos con los aliados de La Silla Llena les comparto nuestra experiencia, siempre bajo el supuesto de que lo que ocurre en la mesa es privado.

– También entiendo mi participación en Inteligencia para la paz como un modelo que espero poder replicar en otros grupos. Considero que el aprendizaje previo que ha tenido este grupo y la experiencia que acumule en adelante son activos muy valiosos para mí personalmente y para La Silla Vacía, que con su invitación tomo como compartidos, y por lo cual les estoy muy agradecido.

– Otty señala que los derechos de autor sobre unos textos de IP son recobrables.

 

Compromisos

1. Otty y Álvaro invitarán a Cristina de la Torre y a Ana María Villa, respectivamente, para la próxima discusión.

2. Se convoca a un consejo de redacción el lunes 1 de junio a las 3:00 pm. Este tendrá también carácter de mesa, porque no contamos con un plante escrito.

Acuerdos sobre procedimiento

3. La mesa de análisis es presencial y ocurre cada quince días. La integran IP más invitados ocasionales. El plante lo lleva un miembro cada vez, en un texto de no más de dos páginas; ojalá pueda enviarlo uno o dos días antes para llevarlo leído; de otra manera, se lee de entrada.

De la mesa sale un texto preliminar, que se cuelga internamente en la plataforma. El texto preliminar es revisado por los participantes y, si se justifica, se convoca a un consejo de redacción en los ocho días siguientes a la mesa, que producirá el texto definitivo. Este texto será publicado por medio de La Silla Líder y La Silla de la Paz.

4. Se distribuirán previamente a cada mesa materiales e insumos para la discusión, si alguno considera pertinente, no necesariamente coyunturales, que serán enviados opcionalmente por los miembros.

5. Aspiramos a que los textos se conviertan en un boletín de consulta usual para la Mesa de conversaciones y en particular para la comisión del Gobierno. Por esto, se remitirá en carta a la comisión del Gobierno como formalismo y se buscará contactar a una persona para que tenga presente la existencia y los productos de la mesa de análisis.

 

 

I

Contexto

Ya han pasado tres años desde el anuncio que dio a conocer el proceso y su Agenda tras un año de acercamientos secretos. El tiempo corre en contra de la Mesa de La Habana. La negociación en medio del conflicto está haciendo aguas y es clara la necesidad de avanzar rápidamente hacia un cese bilateral y definitivo.

El proceso está entrampado en una escalada de la confrontación militar iniciada tras la muerte de once soldados en el municipio de Buenos Aires —Cauca—, seguida por la reanudación de los bombardeos ordenada por el presidente de la República y el levantamiento de la tregua unilateral por parte de las FARC.

En los últimos días han muerto en bombardeos dos guerrilleros que han sido parte de la comisión negociadora en La Habana —Jairo Martínez y Emiro Chaqueto—, así como del máximo jefe del bloque noroccidental, Román Ruiz, junto con cerca de 40 combatientes en cercanías de los municipios de Guapi —Cauca— y Riosucio —Chocó—.

Los niveles de aprobación y expectativa de la sociedad colombiana frente a un eventual acuerdo de paz en La Habana están en su peor momento y gravemente polarizados. Las

Pero las FARC están abocadas a firmar un acuerdo, y tanto más cuanto mayor intensidad alcance la ofensiva militar del Estado —pues no parece probable que la guerrilla tenga una alternativa viable distinta a la firma—. Lo que está ocurriendo ahora es la prueba de que esta es una paz de vencidos y vencedores.

Por su parte, el Gobierno debe aprovechar con tino el momento para lograr un cierre expedito de las conversaciones. Hoy la responsabilidad más que nunca está en la Mesa.

 

II

Sobre la psicología del momento

En la mesa de análisis hubo un desacuerdo sobre el mundo en el que viven las FARC. Unos, recordando la visita que hizo el director de Colombia Diversa a la delegación de esta guerrilla, señalaron que los negociadores viven en otro mundo, un mundo de montañas, entrenamientos, acciones, retiradas, derrotas y negocios, completamente ajeno a la complejidad del escenario urbano actual. Otros, por su parte, citando experiencias personales, reconocieron la capacidad de por lo menos algunos de los miembros de las FARC de interpretar adecuadamente la realidad contemporánea y los límites que le impone a cualquier programa político orientado por una particular concepción del cambio y el progreso social.

En cualquier caso, anota el relator, la desmovilización, entrega de armas y búsqueda de participación en la institucionalidad política colombiana sin lugar a dudas representa un cambio de vida profundo y una confrontación con lo desconocido, que debe generar miedo en cualquier persona que haya construido una disciplina y una forma de ver el mundo completamente opuesta a esa realidad durante tantos años.

Esto no significa ni que los guerrilleros demuestran interpretaciones lúcidas de la realidad social y política, ni que están completamente alienados por un discurso radical y una disposición a matar en su nombre. Significa que están en un momento crucial de sus vidas y que eso indudablemente es relevante para entender la psicología de la Mesa y el significado que ahora tiene el tiempo.

Sobre la unidad de mando de las FARC se dijeron varias cosas. Que el secretariado no se reunía hacía quince años antes de llegar a La Habana, que había tenido lugar un proceso de consulta interna representativa y que a pesar de la oposición de ciertos sectores, la decisión del Secretariado había encontrado las mayorías y logrado el respeto de sus opositores.

Por otra parte, se dijo, todos los procesos de desmovilización y desarme exitosos en la historia de Colombia han enfrentado oposición interna —excepto quizá el del Quintín Lame, pues no era una fuerza autónoma y terminó en su conato de autonomía—.

III

¿La pregunta es cuál?

Para las FARC, lo que se juega en la negociación de La Habana es la garantía de los derechos fundamentales, algunos derechos transicionales —un procedimiento penal flexible— y el compromiso con la implementación de ciertas reformas constitucionales puntuales y políticas públicas territoriales. En particular, el compromiso con inversiones importantes de recursos para incorporar plenamente las regiones más apartadas a la institucionalidad de la República y para estimular el desarrollo con enfoque territorial, que sea capaz de ofrecer soluciones en el proceso de reinserción masiva de guerrilleros en el marco de las instituciones y que no van un metro más lejos de los postulados básicos del liberalismo social que desde 1936 el Estado está en mora de realizar en la práctica.

El proceso de La Habana se explica en un contexto muy diferente al que motivó la negociación del Caguán. Todas las negociaciones implican una ganancia doble; eso mismo quiere decir que hay una necesidad en ambas partes que el acuerdo puede satisfacer —de llevarse a cabo con éxito—. Pero la necesidad que el Gobierno espera satisfacer en este momento es mucho menos inmediata y acuciante que la que motivó a Pastrana a dar lugar al Caguán y es mucho menor a la necesidad personal que tienen los negociadores de la guerrilla, a nivel personal y como representantes de todos los altos mandos de las FARC y de sus tropas —o de una mayoría significativa de ellos—.

Ya sabemos qué se juega para las FARC. Pero ¿qué se juega para el Gobierno? ¿Hay un interés de Estado legítimo en esta apuesta? ¿O prima para el Gobierno un interés político de facción, que simplemente busca fortalecerse frente a la oposición política legítima en el país —y, ante todo, frente al partido Centro Democrático y el ex presidente Álvaro Uribe—?

En la mesa hubo consenso en que por lo menos una de las principales motivaciones del Gobierno para llevar a buen término un proceso de paz con las guerrillas es velar por su propio interés de facción. En efecto, justo ahora, y al haberle apostado al diálogo con la comandancia de las FARC, el interés de facción del Gobierno puede verse seriamente afectado por lo que se llamó en la mesa pastranización del proceso.

Pero esto en sí mismo no es ni una acusación, ni una apología política del proceso como tal. La pregunta de fondo —que redunda en acusación o apología— es si ese interés de facción corresponde con un interés de Estado legítimo. Más precisamente, si la garantía de los derechos fundamentales, transicionales y la declaración de una voluntad política para implementar algunas reformas puntuales y destinar recursos con enfoque territorial es un costo razonable para el desmantelamiento de la idea de que en Colombia existe un conflicto armado interno causado por injusticias sociales y actos criminales intolerables de las élites políticas, económicas y del propio Estado. Y claramente lo es.

Porque es a partir de ese interés de Estado, que corresponde plenamente con el espíritu del liberalismo, que se entiende también la diferencia de fondo entre la facción gobiernista y la oposición de derecha, liderada por el expresidente Álvaro Uribe. No es sólo una competencia por el control burocrático del Estado, sino quizá una diferencia en la concepción misma del Estado. Esa es, por lo menos, la pregunta central que surgió de la mesa: si la apuesta por la paz dialogada implica que de su éxito o fracaso se puede prever la continuidad del actual marco institucional, o su transformación en un anunciado “Estado de opinión” controlado por una estructura política caudillista y populista, no partidista y liberal.

V

En suma

Para concluir, hay tres dimensiones relevantes para interpretar el momento que vive hoy el proceso de La Habana:

1. La dimensión de la negociación, que implica una comprensión clara de lo que va a conseguir la guerrilla —derechos fundamentales, justicia transicional e inversión en los territorios— y lo que el Gobierno no va nunca a entregar —el modelo liberal—. De esta hipótesis se desprende una conclusión no muy alentadora para el modelo de Reserva Campesina que puede verificarse.

2. La dimensión del interés de facción del presidente, que entiende el proceso como una inversión de su capital político y con el cual espera obtener beneficios, es decir, ganar apoyos y solidificar su participación en la dirección política del Estado.

3. La dimensión del interés de Estado, entendido bajo la actual Constitución. En este marco de análisis se juega, por un lado, la alternativa política de fondo entre el santismo y el uribismo, que corresponde a dos modelos de Estado distintos. También se comprende la gran concesión política de las FARC y se hace evidente su derrota militar.

Estudió filosofía en la Universidad Nacional, interesado en la construcción de paz, la educación y el desarrollo sostenible. Ha trabajado durante tres años en proyectos editoriales con instituciones del Estado, sector privado y medios de comunicación. Fue el primer coordinador de La Silla Llena.