Esta columna fue escrita en coautoría con Pedro Héndez como segunda parte de “La variante del sol y la luna”.

En 1999 la CAR propone un corredor biológico de 1400 ha en la zona norte de Bogotá, entre los cerros orientales y el humedal de la Conejera. Según la propuesta, el área que hoy se conoce como “la van der Hammen” debía cumplir el doble papel de corredor biológico entre los cerros y el río, y de contenedor urbanístico entre Bogotá y Chía. En tanto reserva forestal, se trataba de arborizar un área que aún hoy está mayormente libre de construcciones, para convertirla en un bosque. No en un parque urbano sino en un bosque. Acostumbrados a pensar que los bosques están en los cerros, porque ahí es donde siempre han estado, esta propuesta es una maravilla urbanística y ambiental. Sin embargo, si se desarrolla la misma lógica interna de la propuesta, lo que se debería conectar son cerros orientales con los occidentales. De ser así, la reserva ya no sería “de Bogotá” sino “de la Sabana” y por lo tanto regional. 

Desafortunadamente, la propuesta y el debate se han centrado en que la reserva está en jurisdicción de Bogotá. No debería ser así, pero mientras lo siga siendo continuaremos enfrascados en un problema distrital que debería ser regional. Para hablar de región hay que sacudirse de los límites municipales y pensar en los geográficos, los cuales están definidos por los ríos y los cerros. Si la reserva es de la región y la región es la Sabana del río Bogotá, no debería limitarse a conectar los cerros orientales con el río Bogotá, sino con los cerros occidentales y con los principales ríos y humedales. No solo el río Bogotá sino todos sus afluentes. Se trata de ordenar a partir del sistema hídrico general, tal como quedó propuesto por Le Corbusier desde 1951,

Aplicando la lógica van der Hammen, se puede definir un primer principio de diseño para el trazado del corredor:

  • Que el trazado lo definen nueve elementos singularmente importantes: i) cerros Orientales, ii) Humedal Guaymaral, iii) Humedal la Conejera, iv) río Bogotá, v) Humedal Gualí-Tres Esquinas, vi) Humedal Laguna de la Herrera, vii) río Subachoque–Balsillas y viii) cerros Occidentales. A estos elementos naturales debemos agregar otros ríos de la sabana como: Soacha, Frío, Chicú, Neusa, Teusacá, Tunjuelo, Fucha y Juan Amarillo, Laguna de la Herrera, entre otros, y el megaelemento artificial que sería: ix) el eventual nuevo aeropuerto. Se construya o se mantenga este suelo como agrícola, la conectividad ecológica planteada por las reservas sería igualmente conveniente para consolidar la reserva regional.

Ilustración. Ríos, cerros, humedales y aeropuerto (conectados). Fuente: elaboración propia a partir de Google Maps.

Definido esto, se podría discutir si mantener la denominación reserva van der Hammen ampliada o una más precisa como corredor biológico van der Hammen o incluso un parecido con el “collar” de esmeraldas de Boston y llamarlo Collar de humedales van der Hammen [1].

Luego, un segundo y tercer principios que guíen el trazo:

  • Los elementos identificados se deben convertir, idealmente, en una única pieza de un kilómetro de ancho, siguiendo la recomendación de van der Hammen: “según investigaciones realizadas en Europa, para funcionar plenamente un corredor biológico necesita, por lo menos, un kilómetro de ancho”[2]. 
  • Si hay elementos construidos en el interior de la reserva, no importa. Lo importante es entender que comprar o expropiar no es necesario.. La mayoría de las seis mil hectáreas están libres de urbanización densa. Hay construcciones menores que se pueden quedar dentro de la reserva conservando su situación actual y ayudando a consolidar la reserva.

Así, el corredor biológico iría desde los cerros orientales hasta los cerros occidentales, constituyendo una nueva geografía de 6 mil hectáreas de aforestación, surgida de conectar algunos de los humedales que aún están vivos. Este inmenso bosque actuaría como el principal ordenador territorial de la Sabana del río Bogotá. En cifras, serían dos grandes tramos: uno de 38 km. de largo que entrelaza: i) cerros Orientales, ii) Humedal Guaymaral, iii) Humedal la Conejera, iv) río Bogotá, v) Humedal Gualí-Tres Esquinas y vi) Humedal Laguna de la Herrera; y otro de 22 km. de largo, que entrelaza: vii) río Subachoque–Balsillas, viii) cerros Occidentales y ix) aeropuerto de Facatativá. En total, 60 km de corredor biológico, de 1 km de ancho para un total aproximado de 6.000 ha.

Notas

1.  El “collar” hace referencia al Emerald Necklace (collar de esmeraldas), en Boston, MA, que es un sistema urbano de parques y cuerpos de agua de 450 ha, diseñado por Frederick Law Olmsted en 1878. 

 2. La definición de un kilómetro de ancho para la franja del corredor biológico hace parte de la propuesta de Thomas van der Hammen en: “Bases para una política de conservación y restauración ambiental de los recursos naturales de la Sabana y la cuenca alta del río Bogotá” (Gerardo Ardila, Territorio y sociedad: el caso del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad de Bogotá). 

Arquitecto de la Universidad de los Andes y profesor del posgrado en historia, teoría y crítica de la arquitectura de la Universidad Nacional.