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En teoría el cobro por valorización es una forma de garantizar que los que más se benefician económicamente de una obra sean los que la paguen pero la forma como se viene usando es una recocha que hace rato pasó al campo de la injusticia.
Por: Diego Laserna @DgLaserna
Como saben bien, creo que la revocatoria es supremamente dañina para Bogotá y que a Peñalosa hay que darle la oportunidad de hacer su trabajo. Pero no porque haya un riesgo de revocatoria hay que dejar de señalar las cosas que la alcaldía no está haciendo bien y sugerir cómo lo puede hacer mejor.
En ese sentido -a pesar de que fue rechazado el jueves pasado- quiero discutir el nuevo cobro de valorización que está proponiendo la alcaldía para la construcción de una serie de obras que incluyen calles, parques, ciclorrutas y andenes porque seguramente lo volverán a proponer en agosto.
En teoría el cobro por valorización es una forma de garantizar que los que más se benefician económicamente de una obra sean los que la paguen. Entonces si me construyen un parque al lado de mi casa y gracias a eso el valor de mi apartamento aumenta pues yo debo contribuir con algo de ese aumento para pagar el parque.
Esa es la teoría -y tiene sentido – pero la forma como se viene usando la valorización acá es una recocha brutal por tres razones principales.
La primera es que como la ciudad no tiene plata, deciden cobrarle a la gente la obra antes de construirla. De hecho, antes de tener los estudios y diseños para construirla lo que quiere decir que la cobran sin saber en realidad cuanto va a costar. Entonces hay veces vale dos o tres veces lo que cobraron y empieza la paridera a ver de donde sale el resto de la plata o qué obras de las que habían prometido hacer recortan.
La segunda razón es que como la cobran antes de construirla no saben en realidad qué predios valoriza y cuánto. Entonces para cobrar usan una estimación que puede distar mucho de la realidad y que no toma en cuenta el impacto de la demora de las obras en el bolsillo de los propietarios. En ultimas el cobro poco tiene que ver con cuanto se le valorizó el predio a la gente y descarta de tajo la posibilidad –real- de que la obra desvalorice algunos inmuebles.
Y la tercera razón es que como cobran las obras por adelantado solo pueden pagarlas los estratos altos que tienen algo de efectivo y en las zonas más necesitadas no se pueden hacer obras por valorización. Lo cual sigue profundizando la ya dramática desigualdad en bienes públicos de nuestra ciudad. Una vez más, esto no quiere decir que la herramienta en sí sea mala, sino además de que no la estamos usando bien, no sirve para todo.
Para los bogotanos la valorización es sinónimo de corrupción, demoras e incumplimientos. Obras como el deprimido de la 94, el puente que conecta la carrera 9 con la 11 a la altura de la calle 106 o el pulpo de Puente Aranda son cicatrices del mal uso de este instrumento. Estas obras (y las que no vemos porque no se hicieron) son evidencia palpable de la forma como se ha deformado la contribución por valorización.
Seguramente las vías, parques y ciclorrutas que se proponen en este acuerdo se necesitan pero para la ciudad sería un legado mucho más importante poner en orden la forma como funciona la valorización que cualquier cosa que construyan. Para empezar a hacerlo esta vez deberían hacer las obras con recursos del presupuesto general o de un cupo de endeudamiento y cobrarlas una vez terminadas, cuando se sepa si de verdad valorizaron los predios de los vecinos o no.
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Diego Laserna estudió planeación urbana. Es activista del Combo2600, comentarista de Alerta Bogotá y un eterno estudiante de mandarín. Le encanta el brillo del la grama del Campín y detesta la sensación mantequilluda de la baranda de los buses. Lo pueden seguir en Facebook acá y Twitter acá
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