Relato comentado de la discusión entre el exitoso billonario Elon Musk y el planificador de transporte Jarret Walker que representa el debate sobre el futuro de las ciudades: ciudades para carros o ciudades para personas.  

Elon Musk es el fundador y mayor accionista de Tesla, la fábrica de carros eléctricos de mayor participación en el mercado de EEUU, y proponente de nueva tecnología de túneles y del “Hyperloop” y tecnología espacial. Su fortuna se calcula en 51 miles de millones de dólares. Tiene 16.9 millones de seguidores en twitter, y su éxito en los negocios lo hace creíble en tiempos de Trump (o ¿siempre?).

Jarrett Walker es un consultor en transporte público, autor del libro “Transporte Público Humano”. Cuenta con PhD en transporte y una larga experiencia ayudando a ciudades a mejorar sus sistemas de trenes y buses.  Es un escritor frecuente de CityLab, una plataforma de The Atlantic donde se discuten temas de planificación urbana.  Tiene 19 mil seguidores en twitter, y es una figura reconocida entre quienes trabajamos en transporte público y desarrollo urbano sostenible.

Como lo había notado Juan David García en una columna previa; la discusión entre Musk y Walker arrancó con unas desafortunadas declaraciones de Musk, una respuesta sensata de Jarret Walker, a la que Musk responde: “eres un idiota”.  Esto desencadenó una campaña de Brent Toderian (gurú Canadiense de nuevo urbanismo en redes, con 44,900 seguidores en twitter), con cientos de respuestas de personas contando buenas historias que les han pasado en transporte público.

El animado intercambio, que incluye una buena columna de Walker en CityLab, fue recogida por medios como The Guardian y otros sitios de noticias.  Y no paró allí, Musk volvió a responder de forma ruda a Walker, y eso interesó a Fox Business, BBC y otros.

Como bien indica Walker, más que el infantil debate de ponerle nombres al otro (idiota, “cat meme”, PhD no te hace inteligente, etc.), la discusión de fondo es sobre el futuro de las ciudades. ¿Debe ser de transporte individual, con autopistas subterráneas y tubos de vacío que lleven los carros autónomos, eléctricos, de forma que no tengamos que estar en el mismo sito con los otros? (una proyección elitista, como indica Walker) o ¿Transporte público y compartido donde se aprovechen economías de aglomeración y estemos cerca de los demás, aunque no necesariamente super cómodos?

Son dos visiones distintas.  En el siglo XX, aparte de unas pocas ciudades en el norte de Europa y en Japón, predominó la primera visión. Estados Unidos, Canadá y Australia privilegiaron a tal punto el transporte individual, que se convirtió en forma de vida, y modelo para el resto del mundo.  Todo parecía marchar muy bien, hasta que descubrieron que más autopistas y más expansión urbana eran insostenibles (Ver nota de Anthony Downs de Brookings Institution, porque la congestión está para quedarse). El trancón, según la estadística de la Universidad de Texas, no paró de crecer en ninguna parte; y el sueño de Disney y Frank Lloyd Wright, no cuajó.  Bueno, los indicadores muestran que no es sostenible, pero el sueño está tan arraigado en la mente de las personas, en la industria, en las instituciones, que sigue siendo el sueño de las mayorías (en EEUU por lo menos).

Los hípsters en bici le han hecho alguna mella, pero las ideas (e inversiones) en carros autónomos y eléctricos, y en ideas como los supertúneles de Musk, son los que están atrayendo el talento innovador. Y con declaraciones como las del líder tecnológico esta semana, es claro que puede ser un futuro probable, aún si nuestra casa común no lo resista.

La visión alternativa, altruista, solidaria y que muchos creemos sostenible, incluye el transporte público como la principal forma de moverse en la ciudad, al lado de la caminata y la bicicleta. Como algunas utopías, el tema de pedirle a los humanos que seamos solidarios no pega en los grupos de poder. Ese cuento de buscar el bien común, por encima de los intereses de individuos o élites, suena bien, pero parece siempre ganar el egoísmo. 

Aunque no en todas partes; las ciudades Japonesas, Hong Kong y Singapur son dominadas por el transporte público, así en algunos casos toque usar trenes repletos e incluso separar a hombres y mujeres para evitar acoso.  Muchas ciudades del norte europeo, como Copenhague, ya tienen más usuarios de bicicleta que carros (Bogotá también, según la última encuesta de Bogotá Como Vamos, así la diferencia aún no sea estadísticamente significativa).

Como he leído que decía la Misión Currie (1950), por estas latitudes tenemos aún la ventaja de escoger porque nuestras ciudades aún están por construir. Bueno, han pasado muchos años y no la tenemos clara, todavía.  En algunos sitios le seguimos poniendo una vela a Dios y otra al diablo (como en Medellín y Barranquilla, donde se hacen esfuerzos por transporte público al tiempo que se sigue construyendo infraestructura para carros). Bogotá incluso anuncia nuevos accesos y la ALO, luego de muchos años de tenerlos en los planes y no lograrlos; pero dice que con andenes anchos, ciclorruta y futura prioridad de transporte público.   

La discusión de Musk y Jarret, es la discusión clave del futuro de las ciudades.  Parece que ser grosero e irrespetuoso es la forma de actuar de unos, y sereno y basado en evidencia de otros. Seguiré del lado de “Human Transit” así el mundo se mueva en otra dirección.

Inspirado en Brent Toderian, inicié una cadena con el HT #BuenasCosasQuePasanEnTransprotePúblico con el bellísimo FlashMob de Despacio y Bicivilizate.  He recogido bonitas historias en Bogotá, Medellín, Cali, Santiago, La Paz, México y sigo buscando. Gracias por sus aportes, RT a los buenas historias.

Es profesor de transporte y logística en la Pontificia Universidad Javeriana. Se ha desempeñado como asesor de gobiernos locales, nacionales y organismos internacionales de desarrollo en América Latina, Asia y África. Fue subgerente de TransMilenio (2000-2003) y gerente del proyecto Metro de Bogotá...