Debemos abrazar la idea de abrir vías exclusivas de bicicletas y peatones sin carros, donde pueda circular cualquier ciudadano.

Hace poco atendí a una interesante charla del Grupo SUR Uniandino sobre el estrés de las vías en Bogotá y cómo afecta el uso de la bicicleta. Convencido del argumento expuesto por ellos mismos, pregunté: siendo el estrés un factor tan importante, ¿por qué nuestras ciclorrutas están en las vías más estresantes? ¿Por qué no usamos mejor la malla vial secundaria? El profesor Bocarejo (a quien admiro y respeto) me contestó rotundamente que “el ciclista siempre usa el camino más directo”. 

Por la misma época salí a montar en bici con uno de mis compañeros de ciclismo favorito: tiene una bici de madera, con manilares verdes, ruedas de rin 12 pulgadas y lleva un adhesivo con una cometa que dice “yo voy despacio”. Es mi hija de tres años.

Cuando llegamos a la plaza le dije: “Muñeca, tú te haces allá y vienes hasta acá que yo te espero”. Amelia salió hábilmente sobre el cemento en su bici sin pedales, me alcanzó con una carcajada para darme un abrazo. Su trayectoria divertida y serpentina destruyó completamente la teoría del profesor Bocarejo.

Desde que volví a vivir en Bogotá, he estado agrandando una colección bien peculiar. Colecciono recorridos en bici por vías secundarias. Me he vuelto especialista en contestar “cómo ir de A a B sin usar avenidas ruidosas, peligrosas y contaminadas”, por lo menos en las zonas que frecuento. Es todo un arte; adictivo para un amante de los mapas como yo. Por supuesto que para llevar a Amelia al jardín, uso una de las piezas de mi colección. Para ella, la bici es su medio favorito pues casi nunca va por avenidas. Creo que tiene que ver con la posibilidad de ver y sentir más la ciudad, por ir más despacio, sin barreras visuales. “¡Mira papá, un perrito!”, “¡Papi huele a pan caliente!”, son cosas que mi hija nunca dice cuando va en carro.

Recientemente tuve que llevar a Amelia al ortopedista temprano y de allí, llevarla al jardín antes de parar en un parque para conectarme a una reunión de trabajo. El afán me hizo llevarla por primera vez por el bicicarril de la 7ma. “¡Papá, papá, hace mucho ruido!”, me gritaba desesperada. Cuando volteé a verla, tenía sus manitos tapando sus oídos y agachaba su cabeza para evitar el viento en la cara.

Amelia no hace parte de la ciudadanía para la cual ese bicicarril fue construido. Ella fue excluida por esa infraestructura y por eso, para llegar a su jardín, usualmente preferimos usar vías menores, aunque tengamos que lidiar con algunos obstáculos, andenes y giros no convencionales, evitando el estruendo, el humo y el miedo que le genera la 7ma.

Foto 1. Amelia llegando al jardín o visitando a sus abuelos.

La bicicleta puede ser para muchos la forma de ahorrar dinero, de llegar más rápido, o de no emitir humo o ruido. Pero es mucho más que eso. Aunque nos olvidamos, montamos en ella principalmente porque es divertido. En bici, podemos mirar al extraño a los ojos, negociar y ceder el paso en movimiento, oír los músicos callejeros, oler las hojas de un Falso Pimiento y acceder a la ciudad de forma más humana. No debemos construir una ciudad en la cual montar en bici no sea divertido y no debemos restringir esa diversión solo a los domingos. De hecho, esa es la única manera en que los “no-ciclistas” se atreverían a usar la bici. El domingo en la mañana es la prueba fehaciente. 

No debemos construir una ciudad en la cual montar en bici no sea divertido y no debemos restringir esa diversión solo a los domingos.

¿Faltan más pruebas?

Ámsterdam es otra gran prueba (¡Ah! ¡Otro que cree que Bogotá es Ámsterdam!). Hace 50 años Ámsterdam era una ciudad como muchas otras, llena de carros, peligrosa y contaminada. Los Neerlandeses, después de muchos años, encontraron una varita mágica para transformar su capital: “Ontvlechten“, significa desentrelazar, y consiste en que cada medio de transporte tiene una red de vías con prioridad y esas vías son diferentes a aquellas donde otros medios tienen prioridad. Claro que hay vías compartidas, pero la mayoría de vías para bicicletas y peatones, son vías sin carros.

Mapa 1. Ámsterdam: En negro y rojo las vías de prioridad para carros, en verde, las vías de prioridad para bicicletas (sin carros). Las dos redes están mágicamente desentrelazadas. Ver+

Y no quiero decir que debamos abandonar la construcción de infraestructura de bicis por las vías principales. Quiero decir que debemos abrazar la idea de abrir vías exclusivas de bicicletas y peatones sin carros, donde pueda circular cualquier ciudadano, de cualquier edad, de cualquier condición. Donde los “no-ciclistas” se sientan cómodos y seguros y realmente prefieran usar la bicicleta.

Debemos hacer vías para personas en bicicletas, no vías para ciclistas.

Una red de vías secundarias para bicicletas y peatones sin carros, sería la mejor manera de incluir a muchísimos más ciudadanos en este maravilloso medio de transporte. Sería la mejor manera de decirle a cualquier bogotano “la bici sí es para usted”. 

La bicicleta puede llevar a algunos de A a B rápido, pero sobre todo podría transportarnos a todos a vivir en una ciudad mejor.

Foto 2. Zwartezustersstraat en Gante, una calle para bicicletas y peatones. Ver+

Los invito a ver: 

@InexpertoM

Ingeniero electrónico y Ph.D en telecomunicaciones. Ha trabajado como investigador en transporte urbano y redes inalámbricas en diferentes universidades y como ingeniero de investigación en Orange Labs (París) desarrollando sistemas y algoritmos para mejorar la capacidad de redes de telefonía celular....