Tapar los huecos es una de esas actividades que si se hace bien ni se nota, y si no se hace suficiente, genera gran debate público. En estos días el empresario Mario Hernández reclamó al Concejo de Bogotá por las vías desbaratadas, y recibió una mala respuesta de la alcaldesa Claudia López, que luego rectificó. Incluso Claudia López tuvo una reunión amigable con el empresario, donde él la animó a seguir trabajando por la ciudad (incluyendo el mantenimiento de la malla vial).

Lo siento. No fue la respuesta adecuada. Este es un tema que tiene mucho que contar y explicar. Aunque la prioridad sin duda está en el rescate social y la reactivación estamos haciendo un enorme esfuerzo en malla vial de corto y largo plazo que te/les contaré y explicaré mejor.

— Claudia López ???? (@ClaudiaLopez) July 25, 2021

El debate fue recogido por Revista Motor, que resaltó lo buena paga que somos los propietarios de carros y lo poco que recibimos a cambio: “Cerca del 90 por ciento de propietarios de carros pagaron sus impuestos, en contraste, la seguridad y el pésimo estado de las vías no mejoran”. La nota-reclamo hace referencia al buen recaudo reportado por la Secretaría de Hacienda del primer plazo del impuesto de vehículos (se logró el 82 por ciento de la meta).

En ambos casos -del empresario y la revista de carros- se ve el pago de impuestos como una actividad que requiere algo a cambio; una transacción, como el pago de un arriendo o un servicio público. La definición técnica de impuesto es distinta: “El impuesto es un tributo o carga que las personas están obligadas a pagar a alguna organización (gobierno, rey, entre otros) sin que exista una contraprestación directa. Esto es, sin que se le entregue o asegure un beneficio directo por su pago”, según Economipedia.

Ahora bien, quienes recaudan impuestos están en la obligación de hacer buen uso de ellos en las actividades propias del quehacer público local, entre las cuales está mantener la malla vial. Aún si el impuesto de vehículos fuera de destinación específica, lo cierto es que pagamos mucho menos que lo que se necesita para mantener la malla vial en buen estado (datos más abajo).

El mantenimiento vial es una actividad costosa que requiere un aparato institucional complejo para ser atendida oportunamente. En Bogotá es una de esas áreas donde, a pesar de permanente esfuerzo de las autoridades, hemos estado al debe año tras año.

Esta nota trata de ilustrar varios temas sobre el mantenimiento vial en Bogotá: ¿qué tan mal estamos? ¿Cuánto cuesta ponernos al día? ¿Qué recursos tenemos para eso? Adelanto las respuestas. Estamos regular: el 48 por ciento del total de kilómetros-carril se encuentra en buen estado; cuesta 5,9 billones de pesos llevar la malla vial a buen estado de mantenimiento; no tenemos suficientes recursos para cubrir esa necesidad; no pagamos suficientes impuestos para mantener, mucho menos expandir la malla vial de la ciudad. ¿Cómo resolver el lío? Una combinación de más ingresos, mejor asignación del presupuesto y mejor gestión es la respuesta. Como casi todo en política pública: todos ponemos.

¿Cuál es el estado de la malla vial de la ciudad?: regular

De acuerdo con el reporte “Estado de la Malla Vial Urbana y Rural – 2020-II” tenemos 48 % en buen estado, 37 % regular y 15 % malo (sobre un total de 13,183 kilómetros-carril); considerando la malla vial urbana, los valores son 50 %, 37 %, 13 %. Por tipos de vías, el estado al finalizar 2020 era:

  • Troncal 77 % – 22 % – 1 % (1,104 kilómetros-carril)
  • Arterial 54 % – 41 % – 5 % (2,637 kilómetros-carril)
  • Intermedia 54 % – 39 % – 7 % (3,204 kilómetros-carril); y
  • Local 43 % – 36 % – 21 % (6,131 kilómetros-carril)
  • Rural 11 % – 42 % – 47 % (1,107 kilómetros-carril)

El inventario del estado de las vías cubre el 93 % de la extensión total de la malla vial total de Bogotá

Los mapas dan cuenta que las vías urbanas en peor estado están en la periferia, especialmente Usme (34 %, 31 %, 35 %) y Ciudad Bolívar (46 %, 30 %, 24 %). Se destaca la localidad de Tunjuelito con 70 % bueno, 26 % regular y solo 4 % malo.

Este inventario es una herramienta muy valiosa, y es resultado de un esfuerzo continuo de muchas administraciones en 25 años. Se observa una mejora desde 2016 (52 % en buen estado) hasta 2018 (59 % en buen estado). En 2019 y 2020 hay un aumento de la malla vial calificada como regular, aunque el valor en mal estado no ha aumentado (13 %).

¿Cuánto cuesta ponernos al día? $5,43 billones la malla vial urbana, $442.819 millones la malla vial rural

Un estudio de la Dirección Técnica Estratégica del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) actualizó el estimativo de costos para llevar la malla vial a buen estado de mantenimiento. Los valores se calculan con costos indicativos de reconstrucción (llevar de muy malo a bueno), rehabilitación (llevar de malo a bueno), conservación periódica (llevar de regular a bueno) y conservación rutinaria (mantener las vías que están en buen estado).

Por ejemplo, llevar un kilómetro-carril de malla vial arterial con estructura de pavimento flexible en muy mal estado a buen estado necesita $3.381 millones; de mal estado a buen estado $2.614 millones; de un estado regular a bueno $601 millones y mantenerlo en estado bueno $139 millones de pesos.

En la estimación IDU, no se tienen en cuenta las vías no evaluadas (menos del 10 por ciento del total), ni aquellas con superficie especial (adoquines como el Eje Ambiental, o pavimento articulado rural). La mitad de los requerimientos en la zona urbana están en malla vial local, especialmente en la periferia.

Una vez se lleve la malla vial a buen estado, el costo recurrente anual es del orden de $2 billones (costo de conservación rutinaria anual más conservación periódica cada siete años). No se trata simplemente de llevar la malla vial a buen estado, se trata de que se mantenga así de forma permanente y eso requiere intervenciones anuales y periódicas.

¿Qué recursos tenemos para eso? Insuficientes: 70 % del mínimo anual y 24 % de la necesidad total

Los contribuyentes pagamos 1.4 billones en impuestos, tasas y contribuciones relacionadas con los vehículos automotores en 2020. Es decir, un 70 % de lo que cuesta el mantenimiento periódico y rutinario de la malla vial y una cuarta parte de lo que cuesta llevar la red existe a buen estado de mantenimiento.

Ahora bien, los recursos de fuente “vehículos” no necesariamente se destinan a mantenimiento vial, hacen parte, en conjunto, con otras fuentes de la bolsa de ingresos del sector movilidad y se distribuyen a diferentes usos. El presupuesto específico de mantenimiento vial del IDU y de la Unidad Administrativa Especial de Rehabilitación y Mantenimiento Vial suman $343 mil millones (17 por ciento de lo mínimo requerido anual y 6 % de la necesidad total). No se incluyen recursos de los Fondos de Desarrollo Local, que pueden ser destinados a mantenimiento vial.

El presupuesto total ejecutado del Distrito en entidades del sector movilidad fue $4.8 billones en 2020, de los cuales $349 mil millones fueron funcionamiento, $3,3 billones inversión y $1,1 billones el subsidio al Sitp (Fondo de Estabilización de Tarifas). El sector recibió transferencias de otras fuentes distintas a los impuestos a vehículos por $2,2 billones (45 por ciento del presupuesto del sector).

Es un sector subsidiado. En resumen: los propietarios de vehículos no pagamos suficientes impuestos para cubrir siquiera las necesidades anuales de mantenimiento, ni para llevar la malla vial a buen estado y mucho menos para ampliaciones viales. El Distrito tiene múltiples necesidades más allá del mantenimiento vial, y solo presupuesta una fracción del total requerido. Lo anterior a pesar de que el 45 % del presupuesto del sector proviene de fuentes externas (transferencias y endeudamiento).

¿Cómo resolver el lío? Todos Ponemos

Se requiere combinar fuentes adicionales para los requerimientos con gestión efectiva del mantenimiento vial. Cada vez que alguien, como Mario Hernández o José Clopatofsky, exija que se realice mantenimiento vial oportuno es necesario recordar que no estamos generando suficientes recursos para atender las necesidades.

Es muy impopular decirlo, pero los propietarios de carro tenemos que pagar más impuestos, tasas y contribuciones. Ahora bien, todo recurso disponible debe priorizarse para mantenimiento oportuno. Esto sale más barato que la reconstrucción y rehabilitación que necesitamos en la malla vial en mal estado.

Por eso una buena gestión de mantenimiento es costo-eficiente. Sin embargo, es difícil para la administración asignar recursos a inversión recurrente en conservación. Es más atractivo designar recursos a nuevas obras de inversión: avenidas, accesos, cables, troncales, líneas de metro, trenes regionales, ciclo rutas, ciclo-alamedas y corredores verdes. Por esto es necesario tomar decisiones difíciles o el mantenimiento vial seguirá en los rines.

Es profesor de transporte y logística en la Pontificia Universidad Javeriana. Se ha desempeñado como asesor de gobiernos locales, nacionales y organismos internacionales de desarrollo en América Latina, Asia y África. Fue subgerente de TransMilenio (2000-2003) y gerente del proyecto Metro de Bogotá...