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Ideas Accionables para Bogotá
Este artículo marca el inicio de una serie en la que propondré ideas concretas, accionables, de bajo costo y alto impacto, que considero pueden contribuir a mejorar algún aspecto o dimensión de la ciudad.
Idea #1: Concurso de Cultura Ciudadana Empresarial (Ciudadanía Corporativa)
Empresas que hacen parte de la solución a los problemas de Bogotá.
Propuesta: Un concurso anual que tenga como objetivo reconocer y destacar a aquellas empresas que, a través de prácticas empresariales responsables y la implementación de iniciativas, contribuyen activamente a la resolución de los problemas de la ciudad y a su buen funcionamiento.
“Una marca ya no es lo que le decimos al consumidor que es, sino lo que los consumidores se dicen entre sí que es”.
– Scott D. Cook, Director de Ebay
Que la mejor estrategia empresarial, sea hacerlo bien con la ciudad
El impacto de las empresas y sus operaciones en el buen o mal funcionamiento de la ciudad es enorme. Estamos hablando de aproximadamente 500 mil empresas en la ciudad-región.
El de Rappi es quizás el mejor ejemplo, en el peor sentido, de una empresa que la causa todo tipo de efectos negativos a las ciudades, incluyendo siniestralidad vial, desorden en la movilidad, invasión de espacio público, proliferación de los ruidosos y contaminantes ciclomotores, situaciones de inseguridad y hasta mala disposición de basuras por parte de sus cocinas ocultas.
Detrás de los malos comportamientos de los repartidores, además de un contexto excesivamente permisivo y laxo en el control, hay unos incentivos económicos muy fuertes, dictados por el diseño del algoritmo de su app y un modelo de negocio perverso basado en la inmediatez en la entrega, que premia o castiga al repartidor según ese criterio.
A la fecha no hemos visto el más mínimo gesto por parte de la empresa de corregir estos impactos. Sus prioridades, sencillamente, no coinciden con los intereses de la ciudad.


Y, sin embargo, la ciudad proporciona el contexto para que muchas empresas surjan y se establezcan, aprovechando las economías y los mercados que ofrece la aglomeración. Dicho de otra manera, su existencia es posible gracias a que existe Bogotá.
Bajo esta consideración, resulta fundamental diseñar estrategias y promover diálogos en torno al objetivo conjunto de alinear las actividades empresariales con los intereses de la ciudad.
Pero, desde que Mockus introdujo el concepto de cultura ciudadana en Bogotá hace ya muchos años, centrando la gestión de sus gobiernos en la búsqueda de cambios de comportamiento colectivo y mejores dinámicas de convivencia, la verdad es que el empresariado nunca ha participado de manera protagónica y consistente en esas conversaciones.
Tampoco se le ha invitado a ser un agente clave en la búsqueda de las soluciones que la ciudad necesita.
En ese sentido, el objetivo de este concurso consistiría en destacar, reconocer y visibilizar aquellas empresas que, más allá de existir, operar y pagar impuestos, entienden la importancia de alinear sus intereses con los de la ciudad.
Hablamos de reconocer empresas cuyas operaciones se destacan por ser responsables con el buen funcionamiento de la ciudad, o mejor aún, desarrollan iniciativas que la benefician, aportando a la solución de sus problemas, no a empeorarlos.
Bajo el liderazgo del Distrito, en alianza por ejemplo con La Cámara de Comercio de Bogotá, algunos medios de comunicación y una organización como ProBogotá, este concurso anual se convertiría en una plataforma estratégica para impulsar y posicionar el concepto de ciudadanía corporativa y cultura ciudadana empresarial.
Sería una manera de comprometer a las empresas a asumir un papel positivo y protagónico en las soluciones y cambios que la ciudad necesita. Se trata de exigir y promover una dimensión ética en la relación entre las empresas y la ciudad, reclamando una consideración más profunda sobre como sus operaciones impactan el entorno urbano.
Estamos viviendo tiempos en los que el consumidor es cada vez más exigente con la dimensión social y ambiental de las empresas.
En este sentido, y considerando que todo ciudadano es un posible consumidor, está la oportunidad de elevar la conciencia sobre la responsabilidad que las empresas le deben a la ciudad y a la calidad de vida de sus habitantes.
Además de ser lo correcto, hacerlo bien con la ciudad, cuidarla, tratar bien a sus ciudadanos, puede significarle a las empresas una gran oportunidad de fortalecer su reputación de cara a los habitantes = potenciales consumidores. Mientras, hacerlo mal les implica un riesgo enorme de dañar la marca y perder mercado, como le ha pasado a los taxis ante la competencia de las plataformas.
Hay muchos ejemplos de empresas en el mundo que han entendido que alinearse con los intereses de las ciudades y la calidad de vida de sus habitantes es una estrategia de posicionamiento y diferenciación inigualable.
Uno de los casos más destacados es el de Citibank en Nueva York, con su respaldo al sistema de bicicletas públicas City Bike.
Asimismo, la iniciativa Smart Cities de IBM es otro ejemplo interesante, donde la empresa le plantea a los ciudadanos-consumidores una conversación propositiva sobre soluciones para la ciudad, y despliega una campaña de publicidad experiencial y con propósito en el ámbito urbano:

“Si las ciudades fueran más inteligentes, entonces la vida en las ciudades sería mejor. Construyamos un planeta mejor.” IBM Smart Cities
En el caso colombiano, empresas como Crepes y Waffles han fortalecido su marca gracias a la dimensión social y de servicio que han desarrollado, empleando mujeres cabeza de hogar y desplegando una flota de domiciliarias propia en motos eléctricas en medio de la pandemia.


Necesitamos más Crepes y Waffles y menos Rappis en nuestras ciudades.
Todos los días las personas están compartiendo historias sobre buenas y malas experiencias con productos y servicios a través de las redes sociales. El buen voz a voz es difícil de ganar, mientras que el negativo coge vuelo rápidamente.
Estamos ante un contexto y unas dinámicas muy favorables pensando en ayudar a propiciar esa mayor alineación de intereses entre las empresas y la ciudad.
Por último, los invito a pensar en el siguiente reto: ¿De qué otras maneras creen que podemos fomentar la participación de los empresarios en la búsqueda de soluciones para la ciudad? Y, ¿cómo logramos cultivar en el empresariado un sentimiento de corresponsabilidad en la creación de un mejor futuro para Bogotá?