Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La Cámara de Comercio y la Universidad de los Andes presentaron el Reporte Anual de Movilidad 2016, con un balance de los últimos 10 años. Hay avances, pero la movilidad está en cuidados intensivos. Se puede salvar con una dosis fuerte de inversión y mucha gestión, con sentido de urgencia.
En la terminología médica, un paciente está en condición crítica cuando sus signos vitales continúan un proceso acumulado de deterioro que llevan al colapso. Necesita entonces cuidados intensivos, como la movilidad de nuestra ciudad. La satisfacción con nuestro sistema de transporte está cerca de su mínimo histórico; más del 50% de la malla vial está en mal estado; volvimos a niveles de muertes en incidentes de tráfico que no veíamos desde hace más de 10 años y, a pesar de mejoras, la calidad del aire está aún lejos de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Las propuestas de la actual administración están en proceso: se avanza con la preparación de licitaciones para el metro y nuevas troncales, cuya construcción iniciará el próximo año; se han efectuado cambios operacionales en TransMIlenio, que, si bien no solucionan todas sus dolencias, empiezan a mostrar que la mejora es posible; se avanza en un ambicioso plan de reparación de vías y nuevas construcciones; y las estrategias de seguridad vial comienzan a mostrar algunos resultados positivos. Falta mucho, pero es posible pensar que el paciente se puede salvar con una dosis fuerte de inversión, mucha gestión y recuperación de temas básicos de cultura ciudadana.
Algunos elementos positivos
Antes de concentrarnos en nuestros achaques, comencemos por las cosas positivas. A diferencia de las demás grandes ciudades de nuestro país, Bogotá ha logrado mantener una participación de transporte público por encima del 60%, el porcentaje de viajes en vehículo particular por debajo de 20% (con aumento de moto y disminución de carro); y la participación de viajes a pie y en bicicleta alrededor de 13% (con bicicleta creciente). El total de viajes ha aumentado con la población y la actividad económica. Pero los porcentajes que son la clave de la movilidad sostenible, no se han deteriorado. Es difícil imaginar la situación si esto no hubiera sido así: hoy nos quejamos de un grave y persistente trancón. La situación sería mucho más grave, si no se hubiera implantado y ampliado TransMilenio, ni la red de ciclorrutas.
Un tema de mejora constante en la ciudad es la calidad del aire. Las mejoras tecnológicas en transporte público y privado y el control de fuentes fijas han llevado a un promedio decreciente. Sin embargo, estamos aún lejos de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (tres veces en material particulado menor a diez micras PM10 y dos veces en partículas menores a 2.5 micras PM2.5).
Deterioro de Indicadores clave: satisfacción, seguridad vial y estado de la malla vial
TransMIlenio ha perdido favorabilidad año tras año, desde 49% en 2008, hasta 15% en 2014. La explicación pasa por la falta de inversión en expansión y ampliación, pero también descuido en la gestión. La satisfacción por el servicio de TransMilenio tuvo su mayor caída entre 2013 y 2014, pasando de 29% a 15%. Esto coincide con la entrada en operación del servicio a Soacha. Por su parte el SITP pasó de 47% de satisfacción en 2013 a 32% en 2016.
Combinando la participación modal y el porcentaje de personas satisfechas se obtiene un índice agregado. El índice agregado ha caído año tras año, desde 43% en 2008 a 25% en 2016, arrastrado por la mala calificación de TransMilenio y las caídas en SITP y transporte público colectivo. Esta tendencia negativa es preocupante, porque indica que no es sostenible mantener las altas tasas de participación de transporte público.
En seguridad vial los datos de muertes y heridos en el tráfico son erráticos. Vemos años de caída o aumento de más de 10%, con una leve tendencia al alza en los últimos tres años. Los peatones siguen siendo las principales víctimas, aunque se ven crecimientos muy rápidos de muerte en usuarios de motocicleta y de bicicleta. De acuerdo con la Secretaria de Movilidad, los primeros meses del año 2017 muestran alguna mejora respecto al 2016, pero es necesario esperar las cifras del segundo semestre para confirmar esta tendencia.
Otro tema crítico es el estado de la malla vial. Sólo una vez en la última década el IDU ha reportado más de 50% en buen estado (2012).
¿Qué Viene?
Los cambios estructurales toman tiempo. La administración ha empleado más de un año en culminar algunos proyectos pendientes (como el intercambiador de la NQS-Calle 94 y la Avenida La Sirena), avanzar procesos en marcha (e.g. Avenida Cali en Bosa y TransMIcable) e iniciar nuevos proyectos (Av. Alsacia-El Tintal). Hay temas poco visibles, como ajustes que reducen la contingencia financiera por los contratos del SITP, y otros impopulares, pero necesarios, como el incremento de tarifas de SITP y TransMIlenio (para reducir un déficit que ya llegaba a los 800,000 millones por año).
La expectativa es positiva. El conjunto de proyectos del Plan de Desarrollo se basa en una visión de movilidad sostenible, priorizando al peatón, la bicicleta y el transporte público. El proyecto de mayor debate y expectativa, la Primera Línea del Metro, parece bien encarrilada con la creación de la empresa que lo gestiona, y la consolidación del acuerdo Nación-Distrito para una línea elevada y de troncales alimentadores. El IDU también avanza en los diseños de la Troncal de la Séptima y de las Extensiones de Avenida Caracas Sur hasta Yomasa y Avenida Villavicencio (Tunal-NQS). Se iniciaron cambios fuertes a la forma como opera TransMilenio (Rutas Fáciles) y se avanza en campañas de cultura ciudadana y control para reducir el flagelo de los colados.
En seguridad vial, la Secretaría de Movilidad adoptó la Visión Cero, una aproximación que reconoce el error y la vulnerabilidad de las personas, e integra co-responsabilidad en el diseño, especialmente para proteger usuarios vulnerables (peatones, usuarios de bici y de moto). Se han realizado muchas intervenciones en los barrios para calmar el tráfico y controles especiales en la noche, donde se concentran los excesos de velocidad y los muertos en corredores como la Avenida Boyacá.
Para la reparación de malla vial, en marzo de 2017 se anunció otro programa tapa-huecos, y hemos visto intervenciones en múltiples puntos de la ciudad. Esperamos que la administración exceda con creces la meta del Plan de Desarrollo 2016-2019 de contar con una malla vial 50% en buen estado.
En resumen, la atención de urgencia parece avanzar, pero la recuperación del paciente tomará aún algunos años. No existen curas milagrosas, pero si remedios claros: inversión y gestión.
Este texto fue incluido en el la publicación Observatorio de Movilidad – Balance de Movilidad 2007-2016
Reporte Anual de Movilidad 2016, Cámara de Comercio de Bogotá; Universidad de los Andes, disponible en http://bibliotecadigital.ccb.org.co/handle/11520/19561. Reproducido con autorización de la CCB.