Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
No podemos seguir considerando que hay violencia porque no hay empleo, que se mata porque no hay qué comer, que se cargue un arma porque hay inseguridad, que el que lleve una camiseta roja, verde, azul, o amarilla hay que quitarlo del camino porque no es de los nuestros y me cae mal.
Una sociedad así, donde impere la ley del más fuerte, donde la permisividad nos aleja del cumplimiento voluntario de la ley, donde hay que robar para comer porque no hay más que hacer, donde la inversión de valores nos aleja de formar conciencias moralmente rectas, es una sociedad que cada día se va alejando del principio fundamental que reza así: “Obra de tal manera que la máxima de tu obrar se convierta en ley necesaria y universal”.
El barrismo social ha de ser una escuela de formación permanente en el liderazgo positivo y de valores que comprometan el devenir de sus integrantes para construir espacios de vida y de respeto, de alegría y de fortaleza, de integración y de disciplina altruista, en la solidaridad y corresponsabilidad de sus integrantes. Así se mejora calidad de vida y se promueve la percepción de colectivos que construyen y aportan para el bien del barrio, de la localidad, de la ciudad y del país.
Por un fútbol manejado desde la fiesta, y no desde intereses de unos pocos, donde se forme al jugador integralmente, donde se forme al hombre primero y luego al futbolista, trabajemos todos. Y todos somos todos: desde el hincha, el jugador, el técnico, el comentarista deportivo, el dirigente deportivo, el árbitro, etc.
Fórmenos desde la escuela, el colegio en los primeros pasos de la infancia para una NUEVA CULTURA DE BARRAS. Si no comenzamos a trabajar en esto, ¿cuándo vamos a terminar esta violencia que está alejando a los verdaderos hinchas de los estadios, a la familia que cree en el fútbol? Hoy vemos muchos estadios solos por el temor que han impuesto algunos “angelitos” que buscan llamar la atención por la vía de la violencia.
Defendamos el estadio como un lugar sagrado donde se celebra el RITUAL DEL FÚTBOL. Cada estadio debería ser un lugar de encuentro y de sana convivencia.