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De manera general se puede asegurar que no existe tal relación directa entre consumo de alcohol per cápita anual (litros) y los hechos de violencia y delincuencia.
Algunos gobiernos, funcionarios y expertos de las áreas de seguridad y salud, asocian, en una relación directa, el consumo de alcohol con la generación de hechos de violencia y delincuencia, sobrevalorando la incidencia de este factor y no dejando ver otras variables más importantes que intervienen, como es el caso de los comportamientos violentos para solucionar conflictos interpersonales, comunitarios y al interior de los hogares, bajo control y regulación por parte del Estado de los conflictos, consumo de otros psicoactivos que producen mayor dependencia y agresividad y violencia entre delincuentes que a primera vista parecen problemas de convivencia.
De manera general y con la información disponible de la Organización Mundial de la Salud –OMS-[1], con datos de violencia y delincuencia del Sistema Regional de Indicadores Estandarizados de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Banco Interamericano de Desarrollo BID[2] y del informe “La Seguridad Ciudadana: el problema principal de América Latina” de la Corporación Latinobarómetro[3], se puede asegurar que no existe tal relación directa entre consumo de alcohol per cápita anual (litros) y los hechos de violencia y delincuencia.
Como lo muestran los siguientes cuadros no existe esta relación directa con la violencia que se ejerce en contra de los niños, las mujeres y los ancianos (violencia intrafamiliar[4]) en algunos países de América Latina.

Como se puede ver en el cuadro anterior, hay países con alto consumo de alcohol, por encima del promedio (6,9 litros per cápita), como Chile, Venezuela, Brasil, Uruguay y Ecuador que están por debajo del promedio (26%) de las personas que “conocen a algún familiar o alguien de su entorno cercano que ha sufrido violencia hacia las niños”; mientras que países por debajo del promedio de consumo, como Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Colombia y Guatemala superan el 26% promedio de violencia hacia los niños.
En el caso de la violencia hacia las mujeres, países como Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Honduras, que están por debajo del promedio de consumo, superan el promedio de violencia hacia las mujeres que es de 33,2% (ver siguiente cuadro).

El porcentaje más alto, respecto a la violencia en contra de los ancianos, lo tiene El Salvador y Nicaragua, que son países con bajo consumo de alcohol, como se puede ver en el siguiente cuadro:

Igual situación se presenta en el caso de los homicidios, las tasas más altas por cada 100.000 habitantes, se presentan en los países con menos consumo de alcohol (ver siguiente cuadro).

En lo que tiene que ver con las muertes en accidentes de tránsito, países como El Salvador y Costa Rica que están por debajo del promedio de consumo de alcohol (6,9), registran tasas por encima del promedio de muertes por cada 100.000 habitantes (14). Mientras que países con alto consumo como Argentina, Perú, Panamá y Ecuador están por debajo del promedio de la tasa de muertes en accidentes de tránsito, como se puede ver en la siguiente gráfica:

La no relación directa entre consumo de alcohol y violencia también se confirma cuando se cruza este factor con la tasa de hurtos y robos por cada 100.000 habitantes, así como el porcentaje de ciudadanos que han sido víctimas de un delito (victimización) en algunos países de América Latina, como se puede ver en las siguientes cuadros y gráficas:

Con relación al porcentaje de ciudadanos que han sido víctimas de un delito, no existe una relación clara entre el consumo de licor y haber sido víctima; en la mayoría de los países, independiente del consumo de alcohol, uno de cada tres ciudadanos ha sido víctima de un delito (ver siguiente gráfica).

Conclusiones preliminares
Frente a las anteriores evidencias, lo que se puede decir es que:
– No existe una relación directa entre hechos de violencia, delincuencia y consumo de alcohol.
– Existen otros factores que podrían estar determinando en mayor medida los comportamientos violentos y delincuenciales, como es el caso de comportamientos violentos para solucionar conflictos interpersonales, comunitarios y al interior de los hogares, bajo control y regulación por parte del Estado de los conflictos, consumo de otros psicoactivos que producen mayor dependencia y agresividad y violencia entre delincuentes que a primera vista parecen problemas de convivencia.
– En algunos países de América Latina algunos ciudadanos resuelven sus diferencias y conflictos de manera violenta.
– Las relaciones intrafamiliares pueden estar mediadas por la violencia, como una forma de comunicación entre sus miembros, en donde el alcohol solo es un facilitador y no el detonante principal.
Finalmente, algunas medidas restrictivas al consumo de alcohol sin control, ni seguimiento terminan generando mayores problemas a mediano y largo plazo, como es el caso de rumbas clandestinas donde se consumen drogas sintéticas o espectáculos públicos donde se vende alcohol adulterado y drogas altamente adictivas, como el bazuco.
Recomendaciones
Por lo anterior, es importante realizar estudios a profundidad para poder determinar la incidencia de este y otros factores en los hechos de violencia y delincuencia, así como la manera como desde las políticas públicas de seguridad y convivencia son gestionados estos temas y cuáles son sus resultados.
En este orden, se hace necesario establecer el peso que ha tenido el consumo de licor en hechos de violencia y delincuencia, así como la incidencia de las políticas restrictivas de consumo de alcohol en general, en fechas especiales o ante eventos particulares donde se considera que pueden presentarse hechos de violencia.
En esta línea, con información cierta sobre la real incidencia de las bebidas alcohólicas en los hechos de violencia y delincuencia, es posible proponer un abordaje integral e interinstitucional de estas problemáticas, como aporte para mejorar la seguridad y convivencia ciudadana y no solo centrarse en medidas restrictivas.
[1] Organización Mundial de la Salud – OMS-. Informe de la situación mundial de alcohol y la salud. 2014.
[2] BANCO INTERAMERICANO DE DESAROLLO –BID, CISALVA-. Sistema Regional de Indicadores Estandarizados de Convivencia y Seguridad Ciudadana.
[3] Corporación Latinobarómetro “La Seguridad Ciudadana el problema principal de América Latina. Marta Lagos Lucía Dammert. 2012
[4] La violencia al interior de los hogares es una de las principales causas de las distintas violencias sociales, en la medida en que en los procesos de socialización que se llevan a cabo en el interior de los hogares y en los espacios privados se quebrantan con prácticas violentas, elimina el valor de la no violencia y se establece por norma que la violencia es un mecanismo de interrelación entre las personas y que se ejerce sobre los más débiles.