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Más allá del tema ambiental, la licitación de la renovación de los buses de Transmilenio traerá otros beneficios a la ciudad y que pasaron desapercibidos.
Después de siete años de espera, Bogotá se prepara para renovar la flota de buses de las Fases I y II de TransMilenio. El sistema, que hace 18 años fue un emblema del desarrollo del transporte público, hoy a causa de una década de abandono, es un motivo de desdicha. Ver buses varados casi todos los días y que los bogotanos respiremos estelas de humo negro, son la clara evidencia del deterioro del sistema, que debemos resolver de una vez.
La nueva licitación era una clara oportunidad para buscar introducir tecnologías limpias, y volver a poner a Transmilenio a la cabeza de la innovación. Por esto, celebramos que después de recibir cientos de críticas, la Administración, cambió la composición de la licitación otorgando 400 puntos de los 2.000 en juego –y no los 50 iniciales- a las propuestas que incorporen tecnologías limpias. Sin duda tendremos una disminución de la contaminación del aire que produce el sistema.
Pero más allá, la licitación de la renovación de los buses traerá otros beneficios a la ciudad y que pasaron desapercibidos. Uno de los más importantes es el blindaje jurídico. La fórmula planteada es a todas luces la más acertada, porque de haberse puesto una cuota mínima de buses híbridos o eléctricos se hubiera beneficiado a un fabricante específico -solo hay un oferente de cada una de estas tecnologías en la industria-, generando un riesgo, cuando lo peor que nos podría suceder es que los organismos de control tumbaran el proceso.
Esta licitación también ha hecho que la industria, especialmente la del gas, reaccionara positivamente, y han comenzado a comprometerse con adecuar la infraestructura para asegurar el transporte del combustible a los portales.
Además, habrá más buses y por tanto mayor frecuencia y menor tiempo de espera; y mayor capacidad con los biarticulados, disminuyendo el hacinamiento. Se pasará de tener 1.162 buses (de los cuales 1.152 son articulados y 10 biarticulados), a tener 1.383 buses (458 articulados y 925 biarticulados). Los buses nuevos tendrán cámaras, botones de pánico y wifi incluido. Por ende, el sistema tendrá un mejor servicio.
Otro aspecto del que nadie ha hablado es que la licitación divide en dos la prestación del servicio: el que compra los buses y el que se encarga de operarlos y mantenerlos en buen estado. Esto beneficia a la ciudad porque se asegura la eficiencia del sistema en la medida que el operador ya no puede usar los buses como mecanismo de negociación en caso de disputa, se mejoran las condiciones para que la banca apoye las inversiones necesarias y se asegura que la transición se haga de manera armónica.
La licitación de los nuevos buses de Transmilenio será un respiro para los bogotanos, hará un salto tecnológico, mejorará el servicio y reducirá la contaminación del aire, sin poner en peligro la operación del sistema y aumentar la tarifa. Solo queda esperar que se cumplan las fases del cronograma para que los capitalinos podamos estar estrenando buses en enero del próximo año.