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Bogotá le dio su respaldo a la diversidad, a lo desconocido, a lo nuevo, a lo que va alineado con los anhelos y sueños de una ciudad cansada de la discriminación, la violencia, el clasismo, el machismo y la homofobia.
A diferencia de lo que hace unos años vivimos con el plebiscito y hace unos meses con las elecciones presidenciales, las elecciones regionales llevadas acabo el pasado 27 de octubre, nos han devuelto el alma al cuerpo a las personas que seguimos creyendo y trabajando por la construcción de una sociedad en donde se respeten las diferencias, en donde nos veamos como iguales, en donde la equidad y la solidaridad sean ejes transversales de la gobernabilidad.
En Bogotá, la capital del país, la población que votó por el SI a los acuerdos de paz, la que poco a poco se ha levantado en marchas y protestas por exigir el cumplimiento de los derechos humanos que se violan todos los días, le dio su respaldo a la diversidad, a lo desconocido, a lo nuevo, a lo que va alineado con los anhelos y sueños de una ciudad cansada de la discriminación, la violencia, el clasismo, el machismo y la homofobia. Por eso, el que Claudia López haya sido elegida como la primera mujer alcaldesa de Bogotá, significa que el miedo, ese tan detallado en los ensayos del sociólogo Zygmunt Bauman, que define la construcción de una sociedad líquida, se está derrotando y nos estemos atreviendo a vernos como seres humanos, sin etiquetas, sin prejuicios, sin distinciones. Nos estamos atreviendo a darnos la oportunidad de creer, de cambiar y de apostarle a una ciudad más incluyente y respetuosa.
Estoy convencida que algunas de las personas que nos hemos embarcado en el feminismo desde hace unos años pensábamos que estaría un poco más lejos el momento de ver a una mujer ejerciendo el liderazgo de la capital de Colombia. Pensábamos con profunda emoción que ese día estaríamos alcanzando uno de los tantos anhelos y sueños de las millones de mujeres que durante años trabajaron para que las mujeres de hoy pudiéramos gozar de algunos derechos libremente. Pero sobre todo, pensábamos que en ese momento, estaríamos logrando una sociedad equitativa, en donde mujeres y hombres tuviéramos la capacidad de vernos como pares, como apoyos, como aliados, como parte esencial y necesaria para convivir en paz. Ese momento parece estar llegando, exigiéndonos más compromiso y lealtad como ciudadanía.
El triunfo de Claudia López es el triunfo de toda una sociedad que se enfrenta a grandes cambios estructurales, familiares, sociales y culturales. Cambios que solo las personas que estemos dispuestas a valorarnos como seres humanos podremos superar y traspasar. De lo contrario estaremos alistando un camino de hundimiento lleno de odios, desencuentros, malestares y sin sabores. El triunfo de Claudia López es un paso fuerte y grande para la equidad de género, sin embargo debemos afrontarlo sin idealismos, sin olvidarnos que es un ser humano que posiblemente cometa errores, los cuales podrán menguarse si como ciudadanos nos apropiamos de este mandato y de una ciudad que nos pide a gritos trabajar por su bienestar.
El que Bogotá tenga una alcaldesa, mujer, significa grandes avances en el empoderamiento femenino y en el empoderamiento de las niñas de nuestro país, quienes desde hoy podrán soñar libremente con ser alcaldesas y ya no habrá barreras ni falta de referentes que les puedan impedir sus sueños. Desde hoy, para las personas LGBTI ocupar el segundo cargo más importante del país no será una aspiración cargada de dudas y miedos, desde hoy no pertenecer a la clase política que ha gobernado por años nuestra sociedad no será una barrera para legitimar un buen trabajo y voto de confianza, desde hoy, ser alcadesa o alcalde de la capital será una opción válida y asequible que cualquier persona podrá alcanzar.
Con estas elecciones regionales, Colombia le dice si al despertar latinoamericano que se está pronunciado en Ecuador, Chile y Bolivia frente a la desigualdad y a los abusos de poder. Colombia da un paso como país hacia la defensa de los derechos humanos y deja un poco de lado la indiferencia y el miedo que por años no nos ha dejado avanzar. Es momento de que cada ciudadano que votó por un sueño de país respetuoso y equitativo lo defendamos y desde todas los ámbitos y las esferas trabajemos día a día por su construcción y por hacer realidad eso que nos impulsó a votar por el cambio, hacer realidad un mundo justo en donde podamos vivir en paz.
Como ciudadanía será nuestra tarea velar por el cumplimiento de un plan de gobierno que nos represente, será nuestra responsabilidad unir a aquellas personas que le temen a un gobierno que rompe paradigmas, a aquellas personas que le temen a los cambios, a los nuevos amaneceres, que le temen a la oportunidad de reinventarnos como sociedad. Será nuestra misión seguir impulsando este cambio y ser parte del cambio.