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El fin de las acciones armadas ha abierto el territorio de Conejo. Su comunidad ha podido eliminar el estigma de habitar una “zona roja” y salir del aislamiento de la guerra, ya no paga extorsión y no vive con miedo
Conejo es el más poblado (2.000 habitantes) de los seis corregimientos del municipio de Fonseca, La Guajira. Está ubicado a 14 kilómetros de la cabecera municipal por vía carreteable.
Su economía gira en torno a la agricultura y la ganadería, ya que el corregimiento, conformado por seis veredas, cuenta con fértiles tierras en las partes medias y altas de la Serranía del Perijá (frontera natural con Venezuela) en las que se siembra café, hortalizas y frutas, cultivos de pancoger, entre otros. En las zonas planas se desarrolla la actividad ganadera. El casco urbano está conformado por un colegio, un puesto de salud, una biblioteca, un parque y una iglesia.
Durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, Conejo fue escenario de luchas agrarias enmarcadas dentro de la reivindicación del acceso y titulación de tierras para los campesinos colonos, todo esto por medio de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc).
Su ubicación fronteriza convirtió a Conejo en un punto estratégico para el desarrollo del conflicto armado en el Caribe colombiano, teniendo en cuenta que en términos militares, la frontera posibilita la evasión de la acción armada del Estado y en lo político, el acceso a Venezuela le facilitó a la insurgencia armada la construcción de redes de apoyo transnacional en las que participan actores estatales y no estatales. Además de lo anterior, Conejo brindaba a la guerrilla no sólo acceso a una importante base social, sino también a bienes y servicios básicos y les garantizaba movilidad por encontrarse en un importante corredor que va desde la media Guajira hasta la subregión del Catatumbo en Norte de Santander.
Es importante señalar que en el territorio se presentaron expresiones de violencia directa por disputas y venganzas entre familias de la región mucho antes de la llegada de los actores del conflicto armado y que se prolongaron hasta inicios de este siglo, teniendo como contexto agravante el desarrollo de la bonanza marimbera (1976-1985). Varios de estos conflictos entre familias fueron resueltos con mediación de la sociedad civil y el gobierno local.
El Conflicto Armado llegó a Conejo a finales de la década de los ochenta del siglo anterior, con la presencia de unidades del Ejército Popular de Liberación que posteriormente conformarían el Frente Virgilio Enrique Rodríguez, que operó en el departamento de La Guajira y fue desarticulado por el Frente 59 de las Farc-EP a finales de los noventa.
En la primera mitad de la década de los noventa arriban al territorio las Farc-EP y el ELN. Este último, por medio del Frente Luciano Ariza, aunque su principal base de operaciones se encontraba en zona rural de los municipios de Villanueva y Barrancas. En esta línea, fueron las entonces Farc-EP a través del Frente 59 (Resistencia Wayuu) el actor armado ilegal que más incidencia tuvo en Conejo, no sólo en términos militares sino también sociales y humanitarios. Su presencia en el territorio se tradujo en acciones armadas como combates y bombardeos áereos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario dentro de las que sobresalen secuestros extorsivos y el asesinato de civiles.
La actividad insurgente y su presencia permanente en el territorio produjeron la estigmatización de los habitantes de Conejo, que llegaron a ser señalados como auxiliadores o simpatizantes de la guerrilla, lo que produjo asesinatos extrajudiciales por parte de agentes estatales y la posterior incursión paramilitar en el año 2000 que se saldó con varios civiles asesinados y el desplazamiento de varias familias del corregimiento.
En la actualidad, el fin de las acciones armadas ha abierto el territorio de Conejo. Su comunidad (afectada directamente por la confrontación armada), ha podido eliminar el estigma de habitar una “zona roja”, ha podido salir del aislamiento de la guerra, ya no paga extorsión y no vive con miedo. El desarme y transformación de las entonces Farc-EP en movimiento político en el marco del Proceso de Paz, ha vigorizado a la sociedad civil del corregimiento. La masiva participación de organizaciones sociales y campesinas en las asambleas veredales tendientes a la formulación del Plan de Desarrollo con Enfoque Territorial, lo comprueba.
Es por esto que la construcción de la paz territorial no puede detenerse y para esto es necesario continuar con la implementación del Acuerdo del Teatro Colón, fortalecer la gobernanza en el territorio, acompañar a la sociedad civil del corregimiento y ampliar la oferta institucional, ya que fue precisamente en veredas y corregimientos como Conejo donde se escenifico la guerra y donde realmente se sienten los beneficios del fin del conflicto con las Farc-EP.