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“El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las cinco y treinta de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo” (Gabo, 1981).

Con el pasar del tiempo, se espera que lleguemos prontamente al pico de la pandemia, mientras poco a poco el gobierno ha comenzado a autorizar la reactivación de diversas actividades dentro del sistema económico del país, claro, pactando y organizando los protocolos de bioseguridad y con mayor énfasis en los territorios que no han sido tan impactados por el covid-19.

El panorama o visión de futuro para todos los sectores de la economía en general es incierto, mucho más lo es para el arte y la cultura, que, aunque se quiera hacer pensar que se ha presentado un tipo de explosión cultural ante la idea de “reinventarse”, es decir, virtualización de las prácticas artísticas y culturales, lo cierto es que esto en el fondo limita el universo creativo, genera brechas sociales frente al acceso a las nuevas tecnologías y pauperiza este sector.

Se hace un esfuerzo de buscar los puntos de fuga de está emergencia que ha impactado la pandemia al sector del arte y la cultura en Colombia, contando con voces de expertos en el área, localizados vía WhatsApp y otros con fuentes periodísticas, sumando a la experiencia del columnista con la ciudad de Cartagena, donde se analizan desde las lecciones aprendidas hasta los obstáculos y retos por asumir ante el eventual tiempo pos-pandémico.

  • Solidaridad de los artistas y la política pública cultural

Una de las características que ha tamizado el aislamiento obligatorio en Colombia y en todo el mundo por la pandemia, son las manifestaciones artísticas de todo tipo por medio de las redes sociales, en pro de generar canales de empatía, sensibilidades colaborativas y pedagogía ante la crisis.

Igualmente, el gremio en Colombia ha hecho desde acciones en pro de causas sociales para aliviar las necesidades incrementadas por la crisis pandémica, tanto a nivel regional y nacional, hasta apoyos directos a los integrantes del gremio, como conseguir recursos para los artistas de la tercera edad o hacer “vaca” entre los artistas asalariados para con los desempleados.

La red de artistas en Colombia se ha dinamizado de manera nunca antes vista, en muchas instancias, lo cual resalta Hermes Murgas, actual consejero nacional de artes plásticas en representación de la región Caribe para el Sistema Nacional de Cultura, como el mayor logro de unificación y enseñanza colaborativa frente a la crisis pandémica.

Por otra parte, desde el Ministerio de Cultura viene adelantando unas políticas de alivio al sector cultural y artístico, principalmente consignadas en el decreto de emergencia 475 del 2020, pero estas políticas has sido fuertemente cuestionadas ya que se identifican como acciones que sin o con pandemia, se debían desarrollar por parte del gobierno nacional y los gobiernos locales y, su impacto para enfrentar la crisis no sería estructural.

Según Marcela Castellanos, gestora cultural, la posición del gobierno frente al sector de arte y cultura es un problema histórico, ya que “antes de la aparición del virus, la cultura ya enfrentaba una situación sumamente difícil por numerosas razones: la mala gestión del Ministerio de Cultura, el poco presupuesto que se le destina desde hace años y los pocos funcionarios, infraestructura y estímulos con los que cuenta. Todo esto ha hecho que el sector se caracterice por la precariedad e informalidad laboral”.

Esta posición del gobierno en términos históricos y actuales, igualmente lo cuestiona la exsecretaria de cultura del departamento del Magdalena, Matilde Maestre, donde lo cultural se le mira como esa “fresa del ponqué”, pero no se le contempla de manera estructural para el país y más en estos tiempos, ya que “si no tenemos en cuenta la cultura para el desarrollo del pueblo, estamos condenados a involucionar, porque quien nos dinamiza y quien nos saca adelante ante la crisis [pandémica] son los acervos culturales de un departamento, de un municipio, de una nación”.

Es que, en términos de inversión, por ejemplo, en el actual Presupuesto General de la Nación del 2020 (Ministerio de Hacienda, 2020), arte y cultura se encuentra en la onceava posición sumada a otros sectores. Es preocupante considerando además que el gobierno actual tiene como su bandera la economía naranja, un proceso económico que abarca de manera muy directa al sector.

Hermes Murgas considera un factor que agudiza la problemática del sector en tiempos de pandemia: la desarticulación del Sistema Nacional de Cultura frente a los Sistemas de Cultura departamentales y municipales, o en otros términos, de lo nacional a lo local, mucho más en tiempos de entrada de los nuevos gobiernos locales que coincidió con la llegada de la pandemia, obstaculizando procesos de impacto en la política pública, como el desarrollo de los planes de desarrollo departamental y municipal, donde el sector de arte y cultura pueden dinamizarse.

  • Cultura y arte online

Como respuesta ante la crisis, muchos subsectores de la cultura han salido con propuestas interesantes para poder seguir existiendo económicamente en medio de la pandemia.

Circo los Hermanos Gasca han utilizado diferentes plataformas para mostrar sus espectáculos circenses, Facebook y YouTube principalmente; se han programado conciertos online por parte de empresarios de la música, pero con el atenuante de que Sayco y Acinpro aumentó la tasa de recaudo en plena pandemia para este tipo de actividades; se ha proyectado el teatro por la plataforma YouTube por parte de la Corporación Artística Gente de Teatro; a nivel local se rescata el proyecto “Siempre Heroicos” de la Corporación Heroicos de la ciudad de Cartagena, proyecto que buscan reactivar la economía en el sector creativo utilizando estratégicamente lo digital.

Todas estas propuestas y muchas más que se vienen desarrollando en diferentes partes de Colombia, están en proceso de aprendizaje y no se ha cuantificado o no se tienen los estimados de su capacidad de recaudo económico y sus limitaciones creativas.

En relación a lo segundo, la introducción masiva que ha tenido el arte en los espacios caseros vía online ante los efectos del aislamiento social, en palabras del teórico en arte latinoamericana, Luis Camnitzer, desde una reciente entrevista cuestionó, “¿cómo traducir un espectáculo que está enfocado a un espacio lleno de gente a que funcione en la casa?, no hay un cambio creativo realmente, hay un cambio formal creativo, pero no un cambio del proceso de creación y en eso hay que trabajar [dentro de las nuevas redes y tecnologías de la comunicación social]”.

En esta misma línea, Catalina Ceballos, directora de la maestría en gestión de la cultura de la Universidad EAN, considera que “siempre quedará la pregunta sobre la transición y la calidad de un evento en vivo y un streaming. El ‘en vivo’ tiene un componente social y de cohesión con el público que es muy importante como experiencia diletante: pensemos en los festivales y carnavales de nuestro país”.

Por lo cual, el proceso de transición de la práctica de producción y circulación cultural ante los nuevos soportes tecnológicos de la comunicación virtual, tiene muchas limitaciones de orden creativo y social.

En lo social también se generan unas enormes brechas entre los que pueden y tienen posibilidades reales de acceso a las nuevas tecnologías frente a los que no.

Esto se ejemplificó muy bien la ciudad de Cartagena frente a la convocatoria Estímulos 2020 (covid-19) del Ministerio de Cultura, donde se presentaron cuestionamientos desde el gremio de artistas ya que muchos de ellos no cuentan con la posibilidad de crear productos digitales. La convocatoria precisamente por la crisis se enfocó por esta línea, dejándose por fuera un porcentaje amplio de la población objeto que, por no contar con los medios tecnológicos perdieron la posibilidad de concursar.

Matilde Maestre infiere que hay una enorme diferencia y un reto por superar entre los centros y las periferias, ya que, en las grandes ciudades del país, como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, existe mayores posibilidades de accesibilidad a las nuevas tecnologías de la comunicación y facilidad de conectividad, pero en las medianas o pequeñas ciudades es menor y en las partes rurales casi nula, considerando que en el “campo están nuestros artesanos, ahí están nuestros artistas, también hay muchos compositores, hay muchos cantantes que están allá y no saben cómo darse a conocer por que no tienen acceso a las grandes plataformas tecnológicas”.

  • Retos de la pos-pandemia o muerte de la cultura

El panorama para el sector de arte y cultura es algo desalentador, incluso casi lúgubre, donde arte y cultura se transforman en ese ser macondiano, Santiago Nasar, el cual todos sabemos que va morir pero no hacemos nada para impedirlo, llegando el fatídico momento por la fuerza del destino donde lo encontramos arrastrándose con las “vísceras colgantes” (Gabo, 1981).

La metáfora literaria nos ayuda a despertarnos, claramente desde que exista sociedad existirán expresiones artísticas y culturales, pero ante esta crisis sistémica que nos dejará la pandemia, se deben encontrar soluciones creativas y fortalecer voluntades políticas para enfrentarla, apelando no sólo a la reinvención, sino a la dignificación del oficio de miles de trabajadores y trabajadoras del gremio.

Se debe combatir la gratuidad del acceso a los contenidos audiovisuales en la web, que por el efecto de la pandemia se han elevado exponencialmente, rompiendo la cadena de valor y perjudicando a los pequeños y medianos productores y artistas. Discusión que por demás trasciende las fronteras de Colombia, pero se debe focalizar considerando que desde la virtualidad se vienen generando diferentes manifestaciones artísticas y la relación: inversión creativa versus beneficio, se tiene por menos ante la presión de las grandes plataformas y marcas globales de entretenimiento (Netflix, Spotify, YouTube, entre otras).

Un camino a seguir, incentivar el consumo racional solidario de los productos locales y nacionales de contenido audiovisual online, quitándole peso al alto consumo de productos trasnacionales que nos recargan por diferentes fuentes virtuales.

En esta misma línea, generar una política pública cultural de la mano con la política de las nuevas tecnologías, como lo expone Matilde Maestre, “entonces, en este momento el Ministerio de las TIC, tienen que estar traslapadas, tienen que estar trabajando a unísono con el Ministerio de Cultura, mirando qué nuevas plataformas montar para hacer más accesible y hacer más funcional el sector cultural”, para lograr acotar las diferencias entre el centro y la periferia, entre lo urbano y lo rural.

Comprender los niveles de penetración de la virtualidad en la esfera cultural, ya que no en todas las expresiones artísticas, como arriba se indicaba, se pueden generar verdaderos procesos de creación. Los límites de lo virtual y lo presencial se deben estudiar y trabajar para fomentar un equilibrio que favorezca la inversión creativa frente a una compensación justas y dignificante para los artistas; fomentar una gradualidad extrategica y sanitaria para la reactivación de las prácticas festivas tradicionales y los espacios de rumba, los cuales se encuentran en velo por la prohibición de grandes eventos y la congregación de personas.  

Consolidar plataformas de políticas culturales regionales en arte y cultura, que alimenten los sistemas de la política pública cultural nacional, departamental y municipal, donde se generen procesos de empoderamiento de los cultores, gestores culturales y artistas en sus dinámicas de creación y sensibilización social. Permitiendo de este modo, que las plataformas de política cultural inicien cambios positivos dentro de las iniciativas locales de artistas y se deslinden del centralismo en que se encuentra la política pública cultural del país.

Decretar la cultura como un bien de primera necesidad como se lo propuso el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (Ipcc) por medio de una carta al presidente Iván Duque. Teniendo como principio que tanto en el trascurso de la pandemia como para el tiempo pos-pandemia, la cultura es la que nos ha salvado la vida familiar y psicosocial, no tendríamos alimento o base nutricional simbólica para lograr seguir adelante y construir imaginarios de esperanza y crecimiento en medio de la crisis.

Master en Desarrollo Social y Antropólogo. Miembro del Grupo de Etnomusicología Circolo Amerindiano (Argentina –Italia) y de la Asociación Colombiana de Antropología.