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Un juzgado del Magdalena fue reconocido con el Premio Excelencia en la Justicia, por consolidarse como pionero en promover el acceso al sistema judicial y su eficacia, mediante herramientas digitales. La magistrada del despacho nos contó más sobre su labor.
El 30 de noviembre, uno de los despachos del Tribunal Administrativo del Magdalena recibió, de manos del Presidente Iván Duque y en presencia de toda la cúpula de la Justicia, el Premio Excelencia en la Justicia, otorgado por la corporación que lleva el mismo nombre.
El equipo del Despacho No. 1, conformado por un hombre y cinco mujeres en cabeza de la magistrada María Victoria Quiñones, fue reconocido por su esfuerzo de más de una década buscando hacer más eficaz y transparente su labor.
Su proyecto de ‘Red Social Judicial’ fue elegido ganador entre decenas de iniciativas postuladas. Audiencias virtuales, códigos interactivos, difusión de jurisprudencia por Whatsapp y tutelas en línea, son algunas de las herramientas con las que, con fundamento en la ley, este juzgado se ha vuelto pionero.
Todo este proyecto está a disposición de los usuarios del sistema judicial de forma gratuita. No tienen recursos extras para estas funciones extraordinarias; es una cuestión de vocación. Sus esfuerzos han sido objeto de reconocimiento en el pasado, lo que los hizo merecedores, hace años, del segundo lugar en su carrera por esta distinción que goza de gran reconocimiento entre la comunidad jurídica.
Su iniciativa rompe paradigmas tradicionales de la administración de justicia, ha mejorado el desarrollo de los procesos que llevan y ha instruido a centenares de abogados en la concepción de un sistema que se adapta a nuevos tiempos y nuevas realidades y herramientas.
Hablamos con la magistrada Quiñones, quien nos contó más, acerca de esta red de herramientas que beneficia a sus usuarios y se consolida como ejemplo para los juzgados, a nivel nacional.
La Silla Vacía: Quisiera empezar por preguntarle, ¿cuáles cree que son los principales problemas en materia de acceso y eficacia de la justicia? Especialmente, aplicándolo al contexto al que ustedes se enfrentan, en el papel regional.
María V. Quiñones: Tenemos muchas limitaciones, pero la principal, actualmente, es la carencia del uso adecuado de los medios tecnológicos que permitan que, en un contexto en el que hay gran distancia entre municipios, se puedan lograr establecer mecanismos que le permitan a los usuarios conocer su derecho de acceder a la Justicia, a seguir sus procesos, a conocer la Ley y el accionar de sus abogados.
Uno de los propósitos fundamentales que debe tener la Justicia es llegarle al ciudadano de a pie, y eso ya no se puede lograr dejando de lado los mecanismos tecnológicos; los mecanismos ‘suaves’, cotidianos. La Justicia debe adaptarse y aprovechar las nuevas herramientas para promover y facilitar el acceso.
LSV: Ustedes llevan más de diez años tratando de implementar estas nuevas herramientas en el Despacho, ¿cuándo surgió esta iniciativa?
María Victoria Quiñones:
LSV: ¿Cómo fue el proceso de escribir “El Poder de lo Invisible”?
P.M.M.: Fue un proceso precioso que coincidió con el inicio de esta nueva carrera que comencé con Manos Visibles, tras el ministerio. Me llevó a visitar muchos países también, en busca de conocer más sobre las raíces de mis ideas, buscando conocer mejor ciertas realidades.
Fue una psicoterapia de diez años, a nivel personal, con mi familia, con mis amigos y con todas las personas que me han acompañado en el camino.
Me enfoqué en confrontar mis ideas con líderes de todo el mundo, lo que me hizo revisar las perspectivas que moldearon mi visión de muchas cosas. Necesitaba entender cómo quienes habían ejercido posiciones de poder habían enfrentado sus desafíos.
Llegamos, con muchos de ellos, a cuestionarnos por qué nos referenciabamos como “el primero” en tal cosa y por qué nos asombraba que tuviéramos la oportunidad de estar en ciertos niveles. Si somos ciudadanos como cualquiera, ¿por qué era tan novedoso una ministra o un ministro negro?
LSV: En su discurso de posesión como ministra hace 11 años, usted dijo que su nombramiento “marcaba un referente histórico para las juventudes, las mujeres y las comunidades étnicas” ¿cree que ese hecho ayudó a cambiar paradigmas? ¿O perdurará su caso como ‘la excepción a la norma’?
P.M.M.: Yo no creo en héroes, lo digo en el libro. El cambio no lo hago yo sola, tiene que haber muchas personas involucradas para hacer un cambio real, y confío en que quienes no han tenido históricamente posiciones de poder, crean en sus capacidades y que quienes las tenemos, ayudemos a potenciar oportunidades. Por eso decidí trabajar para contribuir a ese fin. Es parte de lo que me hizo, tras salir del Ministerio, enfocarme de lleno en Manos Visibles, un proyecto dedicado a incubar nuevos liderazgos.
Yo dije: “es que yo necesito que hayan más líderes que hagan una transformación profunda, no solamente que yo como individuo ascienda en mi tarea”.
Parte de lo que a mí me hace feliz y a lo que yo quiero contribuir es a que en 10 o 20 años -aunque de hecho ya empezamos a verlo- podamos ver nuevos líderes formados con lo mejor de lo mejor, que puedan aportar a la construcción de una tecnocracia que genere una transformación profunda de las relaciones de poder en el país y en la que pueda volverse normal ver a una persona negra en los cargos más importantes de la sociedad.
LSV: El gobierno decide nombrarla a usted, joven y afrocolombiana, por primera vez en un ministerio, para que dirigiera la Cultura. ¿Qué importancia tiene la Cultura para Colombia?
P.M.M.: En la cultura se generan los sentidos de una nación. Una de las principales bases de la discriminación es la cultura, los cuestionamientos de ¿qué es cultura y qué no? ¿cuál es la intelectualidad y cuál no? todos esos cuestionamientos donde se subvalora la cultura, construyen paradigmas que impactan todas las dinámicas de la sociedad. Este es un país emocional que tiene muchas formas de expresión y en el que la construcción cultural trasciende a todos los ámbitos de la vida de los colombianos. La cultura refleja y moldea, la identidad de un país, de las comunidades.
Así como es base de una discriminación tradicional, la cultura es una herramienta para tender puentes, para reconciliar, para sanar, para empoderar.
En la cultura se generan los sentidos de una nación
LSV: ¿Cuál fue la enseñanza más grande que le quedó de los tres años que dirigió la política de cultura del país?
P.M.M.: Pues mira, que no somos tan diferentes. Que como no estamos acostumbrados a interactuar y a valorar lo del otro, tendemos a creerlo radicalmente diferente pero cuando interactuamos nos damos cuenta que no es así. Es ahí, donde se encuentra la humanidad. Yo por ejemplo, soy hija adoptiva de Boyacá.
El principal aprendizaje es que no hay que tenerle miedo a la diversidad, a compartir los espacios, porque nos estamos perdiendo de una riqueza y de otras regiones diferentes a la propia, que nos necesitan y que necesitamos.
LSV: No puedo dejar de preguntarle en esta época de nuevo gabinete, qué perfil debe tener la persona que maneje la cultura en Colombia.
P.M.M.: Ojalá sea una persona que se meta al país profundo y que busque reducir las exclusiones culturales. Que busque más y mejores condiciones para que la cultura se dignifique, para que por medio de ésta se generen ingresos y empleo, también. Pero no solamente desde la perspectiva comercial, sino que se reconozca y promueva la labor que nuestros artistas cumplen en materia social y educativa en todo el pais.
Necesitamos que nuestros artistas tengan condiciones para llevar a cabo su labor social y comunitaria. Esa debe ser una prioridad de la política cultural.
No me atrevo a hablar de un perfil porque mire, por ejemplo, yo fui una sorpresa, yo no era experta cultural. Pero en esencia, debe ser una persona con perspectiva, que se enfoque en entrar a entender las dinámicas culturales del país y que gerencie la cultura con equipos de trabajo conformados por los mejores en todos los temas para crear una visión que abarque la dimensión política, económica y social de la cultura.
LSV: ¿Cómo está Colombia en cultura hoy?
P.M.M.: Yo siento que hay muchos temas en los que se ha avanzado sustancialmente pero creo que nos falta renovar el discurso, por la coyuntura actual del país. Por la realidad que vive el país, será muy importante el rol protagónico que asuma la cultura en su transformación. Hay que actualizar las políticas para satisfacer las necesidades culturales de los colombianos y para eso, hay que meterse al país profundo.
LSV: ¿Volvería a la política? Le pregunto eso puntualmente porque se ha dicho que el nuevo gobierno le ofreció un puesto en el gabinete, presuntamente para repetir en cultura, y usted lo habría rechazado.
P.M.M.: Yo creo que estoy en un momento de mi vida en el que quiero consolidar parte de la agenda que he venido trabajando, estoy concentrada en fortalecer Manos Visibles y espero estarlo un par de años más. Creo que cultivar liderazgos en este país es algo fundamental y que lograr que esa organización crezca, se fortalezca y siga generando cambios desde las bases y las comunidades excluidas, es fundamental.
La política electoral nunca me ha llamado la atención. Frente a los ofrecimientos que me han hecho, siempre he estado muy agradecida con su deferencia pero por lo menos ahora, quiero por un tiempo consolidar la segunda etapa de Manos Visibles que incluye aspectos como un gran plan de internacionalización.
Estamos generando un referente muy importante de liderazgos para la equidad y creo que eso en el mundo hoy es muy necesario.
Además de todo eso, actualmente tengo compromisos vigentes con otros proyectos, como el caso de mi trabajo en la junta de la Fundación Ford, que está haciendo cosas muy importantes a nivel global y tengo un compromiso con ellos, además de los que tengo con otras fundaciones internacionales que asesoro.
Además, pues escribí este libro y creo que me merezco disfrutarlo, que me merezco unos meses para compartirlo, reflexionarlo y promoverlo. Por eso entonces, ahora no entraría a la política pero en el futuro yo nunca cierro puertas, yo adoro este país y mi proyecto de vida tiene todo que ver con servir pero creo también en otras formas de poder.
LSV: ¿Como cuáles?
P.M.M.: No creo que sea bueno casarse con una sola forma de poder, a mí me da mucho temor cuando la gente está obsesionada con una única forma de poder porque creo que eso genera la intención de aferrarse. Sin duda, el poder político tiene una escala más grande pero yo sí quería trabajar desde las bases y por eso le aposté a Manos Visibles.
Los cambios las hacen las personas y la incubación de liderazgos es algo muy importante y requiere de gente comprometida para cultivarlos. Creo que es fundamental cuestionarse por varias formas de poder, porque los cambios vienen de lugares inesperados, generando procesos de cambio desde las bases.
LSV: En su momento, usted fue una cara joven e incluyente del uribismo ¿Cómo ve este nuevo uribismo que entra a gobernar?.
P.M.M.: Yo le deseo lo mejor a quienes entrar a gobernar a este país. Yo conozco a Iván, hemos tenido una amistad por muchos años, espero que le vaya muy bien con esas tareas tan grandes que tiene. Tiene una tarea inmensa en reconciliación.
Yo nunca he hecho parte de ninguna estructura política, nunca he militado en ningún partido. He agradecido las oportunidades que me han encomendado, como el caso del presidente Uribe. Le deseo al nuevo presidente que le vaya muy bien y que ojalá tenga toda la sabiduría para darle al país una nueva esperanza.
LSV: Usted se ha convertido en una de las voces más reconocidas del Pacífico, ¿cómo ve usted a su región hoy?
P.M.M.: Lo he repetido muchas veces: no hay paz sin Pacífico. Si al Pacífico y al Catatumbo no le dan prioridad, aquí vamos a tener un tema mucho más complicado. Si no se hace algo de fondo, con la violencia, con los cultivos ilícitos, con el narcotráfico, esto se nos va a salir de las manos.
Se necesita una política social intensiva e integral para el Pacífico, nuestros males no los vamos a controlar solamente a punta de estrategia militar y fumigación.
Tenemos un drama social muy fuerte, del que han surgido personas muy valientes en medio de condiciones muy adversas, con una institucionalidad muy perversa. Hay organizaciones que están conteniendo la cosa, pero si no se hace en los próximos años algo serio y profundo, se nos va a desbordar.
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Los artistas y los gestores tienen un poder maravilloso para ayudar a sanar
LSV: Paula, la fundación Manos Visibles que usted dirige, se enfoca en cultivar y apoyar nuevos liderazgos en el Pacífico, ¿cómo hacer para incentivar el surgimiento de estos liderazgos, cuando se ha vuelto prácticamente una tarea suicida en la región?
P.M.M.: Tenemos que visibilizar a nuestros líderes porque están solos con su vocación. Cuando uno pregunta en las regiones sobre delincuencia o violencia, todo el mundo tiene claro quiénes son, dónde están, cómo operan, pero cuando uno llega a los territorios y pregunta quién está haciendo cosas positivas, nadie tiene ni idea, todo es muy difuso.
Lastimosamente, los líderes que hacen cosas positivas por sus comunidades, como está pasando ahora, se vienen a conocer cuando los asesinan. Para nosotros, es una prioridad con nuestros programas, mapear a los líderes que están trabajando por sus comunidades para darles herramientas de gestión para que su liderazgo sea más efectivo.
Tenemos énfasis en cultura porque sí nos interesa explotar ese elemento, que es el gran activo de nuestro Pacífico, es el motor emocional de la gente para resignificar las estructuras de poder y generar conciencia. Queremos nutrir toda esa base para darles protagonismo y una visión más amplia con una formación con los mejores profesores e instituciones del país. Debemos ayudar a que se formen, se conecten, se visibilizen, para que lo que hacen tenga una proyección y tengan claro que pueden ser los mejores.
LSV: Pensar en grande…
P.M.M.: Exactamente. Necesitamos mejorar el autoestima de las comunidades y que la gente sepa que se lo merece, que sí tiene talento hay un espacio para que lo desarrolle con dignidad, que no todos tienen que tener la misma historia. Más allá del autoestima, es que la gente sea consciente de su poder y sepa lo que tiene, que pueda negociar y darse su lugar.
LSV: Conociendo esas realidades a fondo, ¿qué importancia tiene la cultura para la paz y el posconflicto?
P.M.M.: Tiene un papel muy importante en la realización de los ejercicios colectivos de consciencia del conflicto, en la construcción de memoria, en la construcción de significados para generar reconciliación. La cultura juega un papel de reflexión, de concientización y de sanación porque hay mucho dolor en el interior de las personas, sobre todo en las zonas más afectadas por el conflicto.
Los artistas y los gestores tienen un poder maravilloso para ayudar a sanar, pero hay que nutrirlos de herramientas para que puedan hacer su labor. Queremos que las comunidades respondan a ese dolor, bailando, cantando, pero hay que explorar eso de una forma más sistemática e intencional reconociendo su trabajo.
LSV: Paula, ¿qué debe tener en mente una persona que, como usted, quiera luchar por medio de la cultura contra la desigualdad?
P.M.M.: Que hay que hacer cosas tangibles. Yo creo en los liderazgos que hacen, no en los que simplemente reflexionan. Es muy importante hacer cosas, por pequeñas que sean. Lo que uno hace siempre va a estar ahí, y es lo que yo trato de hacer, como es el caso de este nuevo libro.
También creo que lo más importante es prepararse; un líder que está preparado para asumir y ejercer una condición de poder puede trascender más allá de su simple posición. Prepararse uno, pero así mismo rodearse de gente preparada. Además, cuidarse uno mismo, tener islas de sanación que me permitan estar bien para proyectarme.
LSV: En el libro menciona a muchos de sus mentores, quienes la aconsejaron siempre antes y durante su ministerio, como el profesor Malcolm Deas ¿Hoy quién aconseja a Paula Moreno?
P.M.M.: Depende del tema, tengo muchos tutores. Lo lindo de ir creciendo es que uno va aprendiendo y forjando un criterio propio producto de los aciertos y errores que haya cometido, y ya uno va como puliéndose. He desarrollado también un ejercicio mucho más fuerte de autorreflexión que me hace consultarme a mí misma muchas cosas que antes debía consultarle a alguien más.
Por otra parte, tengo un grupo de mentores y tutores que adoro y que me acompañan a todo lado. Me los he encontrado en la vida y hoy son grandes amigos míos. Son muchos y sería un poco injusto nombrar solo a algunos, pero en los proyectos que he desarrollado me he encontrado con gente como Fernando Cepeda, Juan Luis Mejía, Manuel Rodríguez, Francisco Piedrahita, Marta Elena Bravo, Bernardo Toro.
Tengo una lista larguísima, muchos de ellos han sido mis grandes maestros también y nos hemos apoyado siempre. Y hay unos aquí y hay unos fuera, como el mismo Malcolm Deas a quien llamo a consultar siempre, como Phillip Thompson, y otros más.
Son muchas personas, que tanto en lo profesional como en lo personal me han hecho crecer. A todos ellos, les dedico una parte especial de agradecimientos al final del libro.
Finalmente uno no hace nada solo, uno es una comunidad de intenciones, una comunidad de saberes
Muchos de ellos me ayudaron a pensar Manos Visibles, han venido a formar ‘manos’ y siempre me han apoyado. Siempre los he consultado, son como parte la familia. Es una cantidad de gente que se ha jugado por mí, porque es lo que cuento en el libro, que yo no llegué sola, yo llegué con mucha gente que quiso ayudarme, que quiso apoyarme para que me fuera bien.
Finalmente uno no hace nada solo, uno es una comunidad de intenciones, una comunidad de saberes. Entonces es mucha gente con la que me he encontrado y con la que compartimos una vocación muy bonita de servicio. Y con todos ellos, depende de lo que esté pensando o haciendo, puedo consultar a cualquiera para aprovecharme de su sabiduría.
LSV: Una última pregunta ¿Qué mensaje quiere dejarle usted al lector de “El Poder de lo Invisible”? ¿Cuál es el poder de lo invisible?
P.M.M.: Yo quiero que el libro sea un espejo, que cuando alguien lo lea se plantee su propia historia y cuál es la intencionalidad de su proyecto de vida y de su poder. Más allá de mi historia, lo que me interesa es que a medida en que la gente va leyéndola se plantee los desafíos y las claves de la contribución que quiere hacer.
La idea es que vean mi experiencia como una guía para replantearse su vida, porque al final, ambas tienen muchas cosas en común. Todos hemos tenido gente que nos ha moldeado, hemos tenido sufrimientos, sueños, ambiciones, pero al final, debemos pensar qué historia queremos contar.
Lo que yo quise contar, es cómo estoy aprendiendo a vivir, pero además cómo estoy aprendiendo a trascender cuando me doy cuenta que tengo un poder para transformar la vida y las condiciones de otras personas. Porque creo que todos tenemos un poder para hacer eso, pero el punto es que en muchos casos, lo dejamos invisible.
Entonces también, que el lector diga “bueno, cuál es mi poder que hoy está en el marco de lo invisible pero que quiero a partir de ahora, hacerlo visible y ayudar a que otros sean visibles por medio de este”.
En su libro, además, la exministra Moreno cuenta no solamente cómo vivió ella su llegada al Ministerio de Cultura, sino también cómo, a su parecer, vio Colombia la llegada de una mujer, de raza negra y jóven a dirigir su política cultural, por primera vez.
Su relato agrupa sus experiencias desde niña, para mostrar cómo se forjó una de las más reconocidas embajadoras de Colombia y su región Pacífica.
“El poder de lo Invisible” recoge en siete capítulos la narración en primera persona de la historia de una mujer que ha sido ‘la primera’ muchas veces, que ha destruido paradigmas de desigualdad y que hoy, es la mano visible de muchos colombianos con vocación de líderes.
Sus “memorias de solidaridad, humanidad y resistencia” son un aporte más de su liderazgo ‘tangible’ y serán espejo para quienes como ella, quieran hacer su poder, visible.