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Históricamente, la primera víctima del fin de una guerra es la verdad. Una vez que se han terminado los conflictos, las guerras o las revoluciones, el bando ganador se apropia de la narrativa de la verdad tan pronto se alza con la victoria

Históricamente, la primera víctima del fin de una guerra es la verdad.

Una vez se terminan los conflictos, las guerras o las revoluciones, el bando ganador se apropia de la narrativa de la verdad al alzarse con la victoria.

Muchos emperadores Egipcios fueron borrados de la historia hasta que -centurias después-, la arqueología desentierra la verdad histórica que el vencedor borró para reconstruirla a su acomodo.

Así mismo, terminada la Segunda Guerra Mundial, la historia se partió en dos: en un bando quedaron los aliados de occidente y del otro, los Soviéticos (en esa época así se llamaban, no me vayan a caer encima), quienes conjuntamente y como un solo bando, habían vencido al Estado Nazi en 1945.

En ambos lados la participación de los ex-aliados fue borrada de la historia: para el mundo que quedó bajo la influencia de occidente, las batallas épicas fueron libradas por los aliados en Normandía, El Pacifico Sur y en Japón sin que se mencionaran el frente Oriental, el cerco a Leningrado, la defensa de Moscú, etc. No llegaron a contar a sus ciudadanos que sin la invaluable participación de los Soviéticos, los alemanes no habrían podido haber sido derrotados.

Del otro lado; del lado Oriental, ocurrió otro tanto: los millones de raciones de comida que enviaron los Americanos para alimentar a los Soviéticos, los vehículos Jeep que engrosaron toda la maquinaria que permitió al frente Oriental avanzar sobre Berlín, la incursión en Normandía desde occidente, etc; no existieron, no aparecieron en los libros de historia de la antigua cortina de hierro hasta que no llegaron la Perestroika y el Glasnot.

En Colombia estamos presenciando una puja clara por el control de la verdad: así como la izquierda celebró a rabiar que producto de la negociación con las FARC surgiese la Comisión de la Verdad y que Juan Manuel Santos nombrase al “Cura” De Roux como presidente de la misma, el otro lado del espectro protestó porque; según alegaron desde la derecha, se designó a un representante ideológico de uno de los bandos del conflicto para escribir la historia de la guerra en Colombia.

Hoy, una vez que la coalición de derecha ganó las elecciones en cabeza del candidato del Centro Democrático, el péndulo va hacia otro lado.

En los últimos días se conoció que el Gobierno de Ivan Duque está pensando en nombrar en el Centro de Memoria Histórica – institución creada por la ley de tierras que tanto celebraron sectores de izquierda en medio del gobierno Santos- a Mario Javier Pacheco, una persona que, por lo que se ve en sus escritos y redes sociales, tiene una visión opuesta a la que manejaba estas instituciones en el anterior gobierno y que representa a la vertiente que triunfó en las urnas para gobernarnos durante los próximos cuatro años. El rechazo de la izquierda ha sido total, las redes sociales se llenaron de mensajes de líderes y activistas que, acostumbrados a presionar al gobierno para hacerlo desistir de algunos nombramientos, de manera furiosa protestan porque sienten amenazada SU verdad con el nombramiento de Pacheco.

La realidad es que el conflicto en Colombia no se ha acabado, el ELN sigue vivo y en control de corredores estratégicos; las mal llamadas disidencias nunca se desmovilizaron y están sirviendo como retaguardia armada para que los sectores de las FARC que no cumplieron con cesar sus actividades delictivas, busquen refugio en zonas territoriales en donde sus ejércitos les protegen;  las bandas criminales siguen reinando en zonas históricas de narcotráfico como El Catatumbo, Putumayo, Tumaco, sectores de Cordoba, el corredor de la droga entre Cauca y Valle Del Cauca, Arauca y muchas otras que son menos famosas; los Carteles Mexicanos compraron territorios y usan mano de obra colombiana: así se vive un falso post conflicto que solo existe en una narrativa creada por quien dominaba la verdad hasta el cambio de gobierno.

Mientras eso ocurre en el Pais real -el de las regiones-, en el #Bogocentrismo se toman las decisiones políticas que reflejan lo que el mandato del pueblo eligió en las urnas y tímidamente, el gobierno empieza a equilibrar las cargas para que no sea solo la narrativa de izquierda, la que cuente la historia de un conflicto que no se ha acabado y que por el contrario, está mutando y seguirá haciéndolo, mientras siga teniendo como combustible de guerra el negocio del narcotráfico. En el entretanto, la gran sacrificada es la verdad, que sigue en disputa entre las facciones en pugna y que tampoco aflorará desde la malhadada JEP.

Seguir en twitter a @carlossuarezrSoy abogado de la Universidad Externado de Colombia. Con Posgrados en derecho Constitucional y Penal Especial de la Universidad de Salamanca. Especializado en Gerencia Pública y Control Fiscal de la Universidad del Rosario. Fundador de la Firma de Marketing Político...