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Se duplicaron los votos en blanco en Barranquilla. Desinformación electoral y una ciudadanía que quiere ser escuchada son las hipótesis que explican esta situación.

Adicional a la esperada victoria de Jaime Pumarejo, la jornada electoral en Barranquilla nos dejó un par de datos a los que hay que ponerles la lupa. El primero, es que las encuestas predecían que Pumarejo obtendría cerca del 70 por ciento de la votación y finalmente se quedó con el 62.

Así mismo, Pumarejo sacó 50 mil votos menos de los que tuvo Alejandro Char en 2015. Pero lo más llamativo de todo es que hubo un incremento del voto en blanco, que prácticamente duplicó su número al pasar de 42.899 (8,8 por ciento) en 2015 a 79.852 (16,1 por ciento), ocupando el segundo lugar y sobrepasando a los otros tres candidatos.

Un primer factor que podría explicar esta votación en blanco fue la reinante desinformación en el marco del proceso electoral: parecía que había un candidato único, cuando realmente eran cuatro las opciones. En una ocasión, consulté a un grupo de mis estudiantes universitarios si conocían a los demás candidatos y la respuesta que me dieron fue que los demás eran unos “fantasmas”.

Es por esto que varias voces insistimos en la importancia de los debates para conocer a mayor profundidad las propuestas de los candidatos. Como ya se expuso, no hubo debate ni en Universidades ni en medios de comunicación: muy grave caer en una democracia que no garantiza igualdad de condiciones. La asimetría en la capacidad de visibilidad de los demás aspirantes fue abismal, no sólo en términos de financiación de campañas, sino de acceso privilegiado a medios.

Los votos en blanco también pueden significar un mensaje hacia Pumarejo como reemplazo de un Alcalde que figura como uno de los más populares del país. A Pumarejo lo estaban promocionando desde hacía más de un año, cuando todavía no era muy conocido a pesar de haber pasado por cargos de relevancia como Consejero para la Competitividad, Secretario de Movilidad y Gerente de Desarrollo de Ciudad. Durante un breve periodo llegó a ser Ministro de Vivienda, como cuota de Cambio Radical en el gobierno de Santos.

Es evidente que el nuevo alcalde no tiene el mismo carisma arrollador de Char, aunque no se puede reducir el análisis a este factor. También es sabido que Pumarejo genera ciertas resistencias en algunos sectores populares de la ciudad y que a su paso por la Secretaría de Movilidad tuvo choques con el gremio de los mototaxistas y otros transportadores informales. La persecución no debía ser la solución a un problema que está estrechamente ligado a la pobreza, el desempleo y el rebusque que se observa en las calles.

Finalmente, la votación en blanco refleja un nivel de insatisfacción ciudadana con el modelo de ciudad impuesto en los últimos gobiernos. Nadie desconoce los grandes avances en materia de infraestructura, pero muchos sectores de la ciudadanía reclaman ser escuchados e incluidos en la toma de decisiones sobre los asuntos locales, ya sean de cultura, transparencia, seguridad, movilidad y desarrollo social.

Hace algún tiempo, la politóloga Alexandra García (q.e.p.d) publicó un libro llamado “Sociedad civil y estado: del mito a la realidad” (2008). En este texto, ella analizó los comportamientos de la sociedad civil y de la ciudadanía barranquillera frente al ejercicio de la participación. García observó que cuando se trata de involucrarse de manera activa en espacios de decisión, presentar propuestas al gobierno local, hacer parte de algún comité o instancia consultiva, los ciudadanos se percibían excluidos y que prevalecían los intereses de algunos sectores minoritarios de las élites económicas y políticas.

Han pasado ya algunos años de este estudio, pero las circunstancias parecen ser iguales y al respecto siempre salen a relucir las cifras de Barranquilla Cómo Vamos, que dan cuenta de los bajos niveles de participación, por desconfianza en las instituciones o por desinterés. ¿Para qué tratar de involucrarse si los aportes ciudadanos van a ser olímpicamente ignorados por parte del gobierno local? Hoy día las instancias claves para la toma de decisiones, como el Consejo Territorial de Planeación o el Consejo de Participación Ciudadana no funcionan de manera efectiva.

Lo que está sucediendo con el Teatro Amira de la Rosa y el Estadio de Béisbol Tomás Arrieta es una muestra del “va por que va” que nos ha llevado a la resignación colectiva. A lo mejor el incremento de la votación en blanco es síntoma de una ciudadanía que no encuentra cómo comunicarse con la institucionalidad y así se manifestó en las urnas. Tampoco hay que subestimar los más de 106 mil votos que obtuvieron los otros tres candidatos, de parte de electores que tampoco se sienten conectados con el actual modelo de ciudad.

Así las cosas, sería bueno que Jaime Pumarejo, como nuevo Alcalde Distrital, se dé a la tarea de escuchar a las organizaciones sociales, los gremios, la academia y a la ciudadanía que de manera espontánea y por iniciativa propia está haciendo muchas cosas y tiene ideas y propuestas para ofrecer. Así es como realmente se construye una ciudad, no sólo para, sino con los ciudadanos.

Ojalá el proceso de formulación del nuevo Plan de Desarrollo sea una oportunidad para ello.

Politóloga, Internacionalista. Mg en Cooperación Internacional.