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Al Concejo de Barranquilla le llegó la hora de partir midiendo distancias de la Alcaldía Distrital para cumplir cabalmente su rol co-administrador de la ciudad
Hace unas semanas escribía sobre la imperiosa necesidad de activarnos como ciudadanía para poder hacer seguimiento a la labor de las autoridades públicas. Me referí en especial al caso de Barranquilla, y mencionaba entonces el poco reconocimiento que obtuvo el Concejo Distrital en la encuesta de percepción ciudadana de la iniciativa Barranquilla Cómo Vamos. Aunque a primera vista pareciera que la imagen de la Corporación ha mejorado pues el porcentaje de ciudadanos que tiene una imagen favorable pasó del 49% al 51%, preocupa que al ver la letra menuda, este porcentaje se basa en la respuesta de tan solo la mitad de los encuestados pues el resto no tiene opinión alguna o no respondió (¡532 de 1252 personas!), lo cual quiere decir que el conocimiento del concejo disminuyó de un 59% en 2015 a un 42% en 2016.
Este resultado, sumado a los comentarios del alcalde en la última rendición de cuentas, e incluso de los mismos concejales en un artículo reciente de El Heraldo titulado ‘El mea culpa de los concejales’, dejan la sensación que no es solo la ciudadanía quien poco sabe sobre el Concejo. Ellos mismos parecen olvidar o no saber que la Constitución del 91 concibe esta entidad como órgano co-administrador del municipio, considerado la unidad fundamental de la organización del Estado. Como persona jurídica estatal, los municipios tienen asignadas importantes funciones para dar una respuesta adecuada a las necesidades y aspiraciones de sus comunidades, lo cual se evidencia según la Corte Constitucional en las competencias asignadas a los concejos, tales como: (i) Reglamentar las funciones y la eficiente prestación de los servicios a cargo del municipio, o (ii) Adoptar los correspondientes planes y programas de desarrollo económico y social y de obras públicas.
El Concejo no fue creado para jugar un papel secundario o de simple apoyo a las alcaldías sino que están llamados a ser otro protagonista en la formulación de programas y políticas públicas, y en el control político a alcaldes. Entonces ¿la imagen poco favorable y el poco reconocimiento del Concejo de Barranquilla se deben a falta de información sobre la labor del mismo o a que no cumple verdaderamente su papel protagónico? Con el fin de intentar responder esta pregunta me di a la tarea de revisar la página web de la entidad (hoy suelen ser el recurso más próximo de la ciudadanía con las entidades públicas) y me encontré con un espacio difícil de navegar y poco amable con el usuario pues la información está muy dispersa, y la que está disponible está incluso desactualizada o muy incompleta.
Por ejemplo, aún no está disponible información sobre la ya no tan nueva junta directiva, elegida a finales de 2016. De los concejales solo hay una foto y afiliación del partido, bien podría este espacio contar con un breve perfil de cada uno y las formas de contactarlos. Quizá lo anterior sea considerado secundario por algunos, así que miremos la gestión. De este año solo hay disponibles 3 acuerdos en la web, veamos entonces los aprobados durante el 2016. En total fueron 27, de los cuales 21 (77.77%) fueron presentados por iniciativa exclusiva del Distrito. De los 6 restantes, uno fue presentado por la Alcaldía en conjunto con un concejal, de otro no se tiene información porque el proyecto no se encuentra publicado (Acuerdo 017 DE 2016), y los 4 restantes si fueron iniciativa de uno o varios concejales. Si se toma esta información como muestra de lo que serán los 4 años de mandato, se entiende un poco porqué algunos ven un Concejo sumiso a la Alcaldía de Barranquilla. Muy poco propone y se limita a aprobar sin discusión los proyectos de la Alcaldía, incluso asuntos tan importantes como el Plan de Desarrollo que fue aprobado en tiempo record, y otros cuestionados por comprometer vigencias futuras hasta por unos 20 años para diferentes proyectos.
Pero todo lo anterior no parece problemático a los concejales, quienes se muestran más bien inadvertidos o hasta orgullosos de su insana relación con la Alcaldía. Al parecer les preocupa más el mejoramiento de la imagen de la Corporación y de los canales de comunicación con la ciudadanía, aunque no estén tomando acciones para ello. Así las cosas, el principal reto que debe asumir el Concejo es apropiarse de su rol y de las funciones que les corresponden para liderar el desarrollo y mejorar la capacidad institucional de la ciudad, eso contribuirá sin duda a que sea más reconocido y de buena manera. No se pide que cumpla un papel antagónico como menciona uno de los concejales. El ideal no es un concejo beligerante y obtuso, sino uno capaz de proponer por cuenta propia y cuestionar los proyectos de la Alcaldía con argumentos serios en búsqueda del bienestar de los ciudadanos con eficiente administración de los recursos públicos. Igualmente es inminente el aumento y mejora de los espacios de reunión con -o frente a- la ciudadanía, tanto virtuales como la página web y redes sociales del Concejo, así como presenciales, ya avanzado el cuarto mes del año no se conocen informes de gestión ni rendición de cuentas de la corporación.