Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Incurriendo precisamente en la práctica de distorsionar la historia con fines políticos, práctica que ella misma aparenta denunciar, enrarece la calidad de la reflexión pública.
Hace unos días la representante conmocionó a la opinión pública al decir en W Radio que “… la masacre de las bananeras… es otro de los mitos históricos que traen siempre en la narrativa comunista”. Dejemos para otra ocasión el análisis de la manera como Cabal se refiere a los trabajadores agrícolas, a quienes usted no “consigue” “ni recogidos” “para que vayan y le trabajen”, la cual quizás también diga mucho sobre el lugar desde el que ella habla.
Al día siguiente, Cabal difundió a través de Twitter su “explicación del mito de las bananeras: fue una confrontación armada; no una masacre”.
Examinemos su argumento: 1. “La Internacional Comunista había infiltrado el sindicato de trabajadores de la United Fruit Company”, 2. “Esos trabajadores estaban armados”, 3. “Hubo bajas tanto de los trabajadores como del ejército – si mal no recuerdo creo que más del ejército”, 4. “Curiosamente el general en esa época, creo que era el general Rengifo, abuelo del hoy presidente de la Comisión de la Verdad, el cura Francisco de Roux…”, 5. “Entonces se han inventado que fue una masacre”, 6.”Gabriel García Márquez además le añadió la cifra de 3000 trabajadores asesinados (acá repite que en el Magdalena no se pueden conseguir tantos trabajadores), 7. “Así van creando una narrativa histórica mentirosa, esa es la figura de inversión revolucionaria que utiliza el comunismo para inventarse a lo largo de la historia sucesos que no fueron como tal”. Finalmente Cabal remite a su fuente, el libro (sin especificar cuál) del “periodista e historiador” Eduardo Mackenzie; y cierra diciendo que igual ocurre con el Palacio de Justicia, “donde los desaparecidos no fueron desapariciones forzosas, ya están apareciendo”.
Sobre la dudosa veracidad de los puntos 1., 2. y 3. del argumento de Cabal, sugiero revisar el artículo académico del reconocido historiador Eduardo Posada Carbó, “La novela como historia. Cien años de soledad y las bananeras“, publicado en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República (y originalmente publicado en inglés en el Journal of Latin American Studies), en 1998.
Lo curioso es que lo que motivó a Posada Carbó a escribir dicho artículo fue, precisamente, el relato, contado por el propio Gabriel García Márquez, sobre cómo y por qué él se inventó la cifra de los 3000 muertos que aparece en Cien años de soledad. Según Posada Carbó, “tal vez nunca se podrá comprobar el número exacto de víctimas… los diversos estimativos producidos tanto por los historiadores como por quienes vivieron de cerca los acontecimientos … varían entre 47 y 2000” (p. 10).
Lo nocivo en la narrativa de Cabal inicia con una inferencia equívoca: dado que el sindicato estaba infiltrado por la Internacional Comunista, que los trabajadores estaban armados, que hubo tantas o más bajas del lado del ejército (afirmaciones, como ya se dijo, de dudosa veracidad), y que la cifra de 3000 víctimas es exagerada, entonces la masacre es un invento (un mito), como ella sostiene en el punto 5. de su argumento.
Si la congresista quiere en serio defender su versión – frente a las de los historiadores profesionales – de que Las Bananeras no fue una masacre, sino una confrontación armada, necesita fortalecer mucho su argumento y su fundamentaación en la evidencia histórica.
En todo caso, lo que debería quedar claro es que Las Bananeras no es un mito; es un hecho histórico sobre el cual hay importantes e interesantes debates académicos y políticos.
Y he aquí lo más nocivo de la narrativa de Cabal: incurriendo precisamente en la práctica de distorsionar la historia con fines políticos, práctica que ella misma aparenta denunciar, enrarece la calidad de la reflexión pública, y en consecuencia contribuye a degradar – como suele ser el caso entre sus copartidarios – la calidad de nuestra democracia.
Así creo que lo revela, por ejemplo, la extraña referencia a Francisco de Roux en la “aclaración” de Cabal, pues aunque esa referencia no tiene ningún valor en su argumento, sí opera como una estrategia de enmarcamiento de la Comisión de la Verdad y su presidente dentro de una narrativa de distorsión conspirativa de la historia. Esto claramente puede obedecer a un tremendo interés político por desacreditar y deslegitimar a la Comisión de la Verdad.
Otra faceta del carácter nocivo de esta engañosa narrativa de Cabal y sus copartidarios, es el efecto que produce entre sus adversarios en las redes sociales. En general, la reacción ha sido de burla despectiva, insultos y descalificación, no de sus argumentos, sino de ella como persona. Quienes pretenden enfrentar así a Cabal, por el contrario, también contribuyen inconscientemente al enrarecimiento y la polarización del debate público que tanto le conviene a quienes parecen temer, tanto a la institucionalidad creada para reconstruir la verdad del conflicto armado colombiano, como a los demás aspectos claves de la implementación del acuerdo de paz, como la justicia transicional, la reforma rural integral y la apertura democrática.
Me pregunto si la representante Cabal y su historiador de cabecera Eduardo Mackenzie se le medirían a un debate académico sobre Las Bananeras (o el Palacio de Justicia) con historiadores expertos en esos temas o, como es usual desde su partido, los desestimarían como “¡comunistas!” para evadir el debate. Así pues, que esta nueva actuación de la congresista Cabal sirva por lo menos como una buena lección para todos los estudiantes: cultiven su criterio, elijan bien sus fuentes – que sean serias y diversas -, y nunca busquen únicamente las que confirmen solo lo que ustedes quieren creer o les interesa decir.