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Hace ya un par de años, en una sala de Coomeva, Santa Lucía, en Cartagena, un señor, que esperaba una orden para su esposa, muy malhumorado dijo que le hablarán con sinceridad, que no lo pusieran a dar vueltas, que le dijeran si regresaba por la orden médica, o mejor iba solicitando el acta de defunción. “Hablen claro, pa’ uno ir preparándose”.  La sala, abarrotada, rió por un momento.

Hace ya un par de años, en una sala de Coomeva, Santa Lucía, en Cartagena, un señor, que esperaba una orden para su esposa, muy malhumorado dijo que le hablarán con sinceridad, que no lo pusieran a dar vueltas, que le dijeran si regresaba por la orden médica, o mejor iba solicitando el acta de defunción. “Hablen claro, pa’ uno ir preparándose”.  La sala, abarrotada, rió por un momento.

Luego, como un ejerció de revelación de intimidades, la gente dio a conocer sus males: “Yo estoy esperando que me operen mi pierna izquierda —dijo uno— me programaron para dentro de dos meses”. Otro le respondió al instante: “Ahora le dan la orden rápido, y el día que lo van a operar, le operan la pierna equivocada”. La sala volvió a reír, y se convirtió en un escenario de relatos humorísticos donde las tragedias del sistema del sistema de salud, eran el origen de sátiras y mordacidades. Me acordé de la vieja frase pronunciada por el escritor Ramón Illán Bacca: “Detrás del humor hay mucho sufrimiento”. 

Sin que sea un chiste, nada es más dramático que lo que pasa en la Central de Urgencias y Especialistas en la Calle Real del pie de la Popa. Un centro abierto el 1 de noviembre de 2006, para atender a los usuarios de Saludcoop y Cafesalud. La central abrió con los mejores estándares de calidad en tecnología y personal científico. Hoy las historias son parecidas a las contadas al comienzo. Se agrega a ello, las irregularidades en que se vio involucrada Saludcoop, hoy intervenida, a las puertas de una liquidación, cierre y desaparición.

Al intervenirla (no se sabe si fue peor la cura que la enfermedad), la politización comenzó a corroer, desordenar y burocratizar la entidad, que hacía parte del grupo Saludcoop, concebida por Carlos Palacino. La situación actual ha empeorado, y la premisa de poner los intereses colectivos sobre los personales, se refleja en las instalaciones y atención de la Central de Urgencias y Especialistas.

 En el país, los perjudicados son casi 5 millones de usuarios y 34 mil trabajadores que se le amenaza día a día con despidos, sin tener en cuenta su desempeño y su vocación para prestar un servicio con sensibilidad.

A los trabajadores actuales, se les ha prometido que no sentirán los embates de una empresa en disolución, pero en el caso de Cartagena, ya el Director seccional fue destituido. Llegó un reemplazo, cuya lucidez e iniciativa, han sido cuestionadas.

Coordinadores que se inventan fórmulas nuevas de contratación. No hay drogas, el faltante crece con los días. Los baños son antihigiénicos, los equipos de rayos X, deteriorados y las citas parecen ser vía Marte. Los cardiólogos vienen de Bogotá, supeditados a la prontitud y cumplimiento de la aerolínea. “Espere un momentico, que el médico ya viene volando”, se escucha en la sala de espera.  

Hay citas que se aprueban cuando el paciente ya ha fallecido. Fuente cercanas comentan que buenos cardiólogos se han ido, al igual que varios médicos generales, un internista, un ginecólogo oncólogo, dos excelentes ortopedistas, y hace un par de semanas, fue despedido de manera intempestiva, uno de los dos pediatras, que llevaba más de 10 años con la entidad.

En la Urgencia, las áreas de hospitalización son deficientes, se le niegan los servicios a los usuarios, la figura del paseo de la muerte ha retornado, y para cerrar, la contratación con la antigua clínica San Juan de Dios ha sido tan eficiente como contratar los servicios de una funeraria. No se exagera. Las muertes de la niña Andrea Trillos Molina, y luego la joven de 19 años, estudiante de Comunicación Social de la Universidad de Cartagena, María José Silva, quien murió mientras esperaba una orden de cirugía para extraer un tumor cancerígeno. Dos casos de mal servicio y negligencia. 

Hoy Camilo Peralta, quien padece cáncer, sigue esperando atención, es lenta,  las dificultades persisten. ¿Qué se espera?  

El episodio de Saludcoop EPS parece haber concluido, pero sigue la IPS corporación Saludcoop, que es el receptor de todos los pacientes, que deberán esperar 90 días para cambiarse, e irse donde quieran para que allí le sigan manejando su salud, su vida, “O su muerte, compa”, me dice un amigo, cargado de humor… negro fúnebre, por supuesto.

Periodista y abogado. Magister en Cultura y desarrollo. Profesor de la Universidad de Cartagena.