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Si algo han demostrado las marchas estudiantiles es que tenemos una generación de estudiantes interesados en el desarrollo del país, que defienden con altura y argumentos sus sueños y puntos de vista. Columna de Afif Simán, en nuestra Red de expertos Caribe.
Quizás cuando el presidente Duque se refirió a los siete enanitos para justificar el porqué de siete políticas para el desarrollo de una economía naranja, pensaba en la importancia de Walt Disney como ejemplo de generación de riqueza a partir de la creatividad. No sé, démosle el beneficio de la duda, después de todo la economía naranja se basa en la creatividad.
Para ser creativos, es decir, para tener la capacidad de crear, de transformar las ideas en bienes y servicios culturales, que es el pilar sobre el que descansa una economía naranja es necesario hacerlo en libertad. Las ideas no se expanden y materializan como deben cuando existe represión.
Por eso, lo que más sorprende de la visita del presidente Ivan Duque a la Unesco no es que hablase de los siete enanitos, al fin y al cabo eso puede pasar a lo sumo como un lapsus mentis producido por lo nervios del momento, sino que el servicio de seguridad de esta entidad retirara del recinto a asistentes colombianos quienes ya habían pasado el filtro de seguridad de la entrada adonde se les había comprobado su inscripción previa, requisito de la organización para poder asistir.
Como reportaron algunos medios de comunicación, la expulsión se debía, según los mismos guardias franceses, a órdenes del Consulado y la Embajada de Colombia. ¡Mon dieu! En la tierra de la fraternidad, igualdad y libertad nuestra delegación pedía retirar connacionales del edificio de la máxima entidad cultural y de educación del planeta, la ironía se cuenta sola.
La medida seguramente obedeció a que en la mañana de ese mismo día, durante un encuentro en el Instituto de Estudios Políticos de París, algunos profesores y estudiantes colombianos cuestionaron al primer mandatario por temas como el IVA a la canasta familiar y su manejo de las marchas estudiantiles. Sobre estas últimas se repetía el clamor al presidente de que escuchara a los estudiantes.
El principal pilar para lograr desarrollar una economía naranja no comienza por I sino por E, de educación. La base para lograr un desarrollo empresarial donde la creatividad sea el eje principal es la educación, y los socios naturales para que un programa de este tipo sea exitoso y genere un alto impacto, son las universidades, principalmente las públicas que tienen una importante tradición en la enseñanza de las bellas artes.
Los grandes innovadores de nuestra época han construido sus empresas cuando aún eran estudiantes, es durante la vida universitaria donde el Estado debe comenzar su acompañamiento a través de programas especializados para canalizar todo el talento creativo para la generación de riqueza.
Si algo han demostrado las marchas de las últimas semanas es que tenemos una generación de estudiantes interesados en el desarrollo del país, que defienden con altura y argumentos sus sueños y puntos de vista.
Posiblemente no conseguirán todo lo que están pidiendo de presupuesto para sus universidades y para la educación en general, ellos lo saben y lo han expresado, pero claman la presencia del primer mandatario en la mesa de negociaciones.
La mayoría de las marchas estudiantiles en la historia, especialmente en América Latina, tienen dos coincidencias. La primera, que aquello que generó las marchas en primer lugar es solo un detonante que desencadena exigencias no resueltas e inconformidades no atendidas. La segunda, que estas demandas no atendidas escalan por la displicencia o incompetencia de quienes están encargados de atenderlas en primer lugar.
Desafortunadamente, en lugar de su acompañamiento, lo que están recibiendo son muestras de represión por parte de la fuerza pública, bajo instrucciones de las autoridades civiles, como el alcalde de Bogotá que parece más preocupado por la movilidad que por salvaguardar la integridad de las personas. Después de todo desintegrar por la fuerza una marcha multitudinaria es más peligroso y genera más caos que canalizar el tráfico por vías alternas. ¿Qué hubiese sido de la constitución del 91 si Andrés Pastrana, entonces alcalde de la capital, hubiese reprimido la Gran Marcha del Silencio del 25 de agosto de 1989 que desencadenó el movimiento de la séptima papeleta?
Si bien ha habido desmanes y actos violentos por parte de algunos marchantes, que por supuesto deben ser detenidos y llevados a las autoridades respectivas, estos han sido muy puntuales y han sido la excepción, no la regla. Y aunque las agencias de noticias se han enfocado en ellos quizás por que las hemos acostumbrado a que son las malas noticias las que más captan nuestro interés en una sociedad que ve con sospecha las buenas, son más las imágenes de esperanza.
Afortunadamente contamos con las redes sociales que nos traen imágenes de un movimiento estudiantil que se expresa a través de la cultura, que ha usado las bellas artes como un medio para afirmarse. La misma cultura que el presidente Duque necesita para catalizar su programa de economía naranja. Para una muestra, circulan en Internet videos de estudiantes en plaza pública con violines, chelos y trompetas tocando una versión sinfónica de “El Baile de los que Sobran”, canción himno en el Chile de 1988 que pedía el fin de la dictadura.
Dicen que Walt Disney utilizaba el simbolismo a la hora de darle vida a sus personajes y que cada uno de los enanitos en la historia de Blanca Nieves representa un pecado capital, uno de ellos es la soberbia.