Mientras que para la Gobernación del Atlántico ya hay un abanico de candidatos, parece que la Alcaldía de Barranquilla es intocable. ¿Está en crisis la democracia local?

En Barranquilla es bien sabido que Jaime Pumarejo es el elegido para garantizar la continuidad de esta administración. Alrededor del candidato se ha puesto en marcha toda una estrategia de marketing político con el objetivo de visibilizarlo, teniendo en cuenta los regulares niveles de identificación por parte de la ciudadanía. Algo similar a lo que sucedía con el entonces precandidato Iván Duque.

Pumarejo viene realizando reuniones en las localidades del Distrito, con el apoyo de líderes de diferentes estructuras políticas. La campaña va a toda marcha, sobre todo en los sectores populares de la ciudad. Así como vamos, lo que se vislumbran son 4 años más de la era Char, para completar 16 años de poder local.

Si se observan los resultados electorales de 2015, en Barranquilla Alejandro Char arrasó con más de 355 mil votos, es decir, el 73% del total de la votación válida; frente a Rafael Sánchez, quien obtuvo 86 mil sufragios. Lo que más sorprende son las cifras en detalle de los 125 puestos de votación del Distrito: En el 70% de los puestos Char obtuvo más del 80% de la votación. Los únicos dos puestos de votación en los que Char obtuvo el menor porcentaje de sufragios fueron el Don Bosco y el Colegio Distrital de Rebolo, es decir, el área de influencia más cercana del Cura Hoyos.

Arrasar en unas elecciones no tiene nada de malo, siempre y cuando este fenómeno se dé en el marco de la democracia, que en su concepto más mínimo es la decisión de las mayorías. Pero esta decisión debe darse en franca lid, en una competencia por el poder político y justamente para eso es que existen los partidos políticos y sus plataformas programáticas.

Pero en el Atlántico las cosas funcionan de otra manera y parece que predominan las “alianzas estratégicas”. En el caso de Alejandro Char, casi todos los partidos (y sus facciones internas o casas políticas) apoyaron abiertamente su candidatura en el 2015 y con Pumarejo parece que va a suceder lo mismo.

De hecho, las elecciones parlamentarias del 2018 fueron una clara muestra de cómo se han venido agrupando las fuerzas electorales alrededor de la Casa Char: Varios de los candidatos a la Cámara que contaron cn el aval de Cambio Radical tuvieron el apoyo de candidatos al Senado de otros partidos como el Conservador y La U. El caso más sonado fue el de Aída Merlano y Lilibeth Llinás, que desembocó el escándalo de la “Casa Blanca” y que tiene en líos a varios políticos locales.

Mientras que para la Gobernación del Atlántico ya hay un abanico de candidatos, parece que la Alcaldía de Barranquilla es intocable. La mayoría de los actuales senadores y sus estructuras políticas han optado por apoyar a la familia Char, a cambio de mantener cuotas burocráticas. Otro grupo de senadores prefiere mantenerse al margen –ni siquiera en oposición- en una especie de “pacto de no agresión”.

Si de parte de los partidos tradicionales no hay nada, en los sectores alternativos tampoco hay acuerdos concretos alrededor de un candidato(a) y, por el contrario, se mantienen algunas disputas residuales de la campaña presidencial.

Es indiscutible que la ciudad avanza en muchos temas, pero preocupa la ausencia de ideas, propuestas e incluso, de control político. Los partidos se mantienen pasivos y no son capaces ni de presentar candidatos propios, como es lo normal en una democracia. El asunto es más de fondo y tiene que ver, no sólo con los partidos, sino también con la cultura política de los votantes y su capacidad de participar de manera responsable y transparente en los procesos electorales.

Politóloga, Internacionalista. Mg en Cooperación Internacional.