Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
“Virgen María, madre de Dios, aleja a Putin […] El fantasma de la libertad está en cadenas. La cabeza de la KGB, su jefe santo, guía manifestantes a prisión bajo escolta […] ¡Mierda, mierda, maldición! ¡Mierda, mierda, maldición! Virgen María, madre de Dios, conviértete en feminista […]. El elogio de la iglesia a los dictadores podridos […]” son apartes de la canción que cinco encapuchadas integrantes de la banda de punk Pussy Riot quisieron cantar en un performance en la iglesia de Cristo el Salvador en Moscú el 21 de febrero de 2012. Entre guardias de seguridad y empleados de la iglesia se encargaron de detener el performance mientras las artistas daban patadas y manotazos al aire al mismo tiempo que grababan un video. Diez años después, Simona y la Red de Artistas en Resistencia (RAR) hacen la versión colombiana.
La acusación de algunos, como por ejemplo el abogado penalista Francisco Bernate, de que el performance en la Catedral Primada de Colombia sería la comisión del delito de “Impedimento y perturbación de ceremonia religiosa” recuerda, con ciertos matices, a las denuncias y condenas que cayeron después sobre las integrantes de Pussy Riot en su momento.
Primero, las rusas no hicieron su performance durante ningún tipo de celebración religiosa. Segundo, la condena contra ellas por un año y once meses de prisión por el delito de “hooliganismo” con motivaciones de odio y enemistad religiosas es más severo que la sanción de multa que podrían enfrentar las personas de la RAR si son procesadas por el delito que mencionó Bernate.
Más allá de los matices, tanto el performance de la RAR como el de Pussy Riot están protegidos por la libertad de expresión y otros derechos.
Las Pussy Riot tuvieron que llevar su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Tedh) para poder tumbar la condena en su contra. En su sentencia del 2018, el Tedh dijo que la mezcla de conducta y expresiones verbales del performance están protegidas por la libertad de expresión. La protección era más fuerte porque ellas se referían a asuntos de interés público y de debate político: el acto buscaba llamar la atención de la ciudadanía y de la iglesia ortodoxa sobre la molestia de las artistas con la situación política del país y la postura del patriarca y otros clérigos frente a una serie de protestas que habían sucedido después de las elecciones parlamentarias y presidenciales.
Al ver el texto que RAR leyó en su performance podría considerarse como una crítica a la situación de violencia y violaciones de derechos humanos en el país: “si seguimos contando muertas y muertos, desaparecidas y desaparecidos, encarceladas y encarcelados, exiliadas y exiliados”.
También podría verse como un cuestionamiento sobre el rol de la iglesia y del Estado en esto: “¿y las autoridades?¿cuáles? ¿y la iglesia?¿y el Estado? Están mirando para otro lado”. Obvio, escogieron a la iglesia para señalarla: “cuando la iglesia es una institución que apoyó la barbarie de la colonización en nombre de una campaña de evangelización y que es cómplice de violaciones, saqueos, asesinatos, masacres y torturas a indígenas, verdaderos nativos de las tierras”.
El mensaje es menos asertivo que el que se hace, por ejemplo, en el mural “¿Quién dio la orden?”, protegido por la Corte Constitucional recientemente por indagar sobre hechos graves y con un gran impacto en la sociedad como los falsos positivos. A pesar de esto, es difícil consideralo un ataque a la fe o a sus creyentes per sé.
El Tedh consideró en el caso de Pussy Riot que el performance, al haber violado reglas de conducta en un lugar de culto, podía estar sujeto a sanciones. De todos modos, el Tedh dijo que la sanción de prisión fue demasiado severa si se tiene en cuenta que no hubo perturbación de ningún ritual, lesiones a gente que estaba en la catedral o daño alguno sobre la propiedad.
Las cortes rusas habían argumentado que la ropa brillante de las Pussy Riot, las capuchas, sus movimientos y su lenguaje eran contrarios al canon de la iglesia, por lo que varias personas lo podían considerar como inaceptable. El Tedh respondió a este asunto diciendo que, aunque el acto pudiera ser ofensivo, eso no era una razón suficiente para castigar a las artistas, más cuando las acciones no tenían violencia, ni incitaban o justificaban actos de violencia, odio o intolerancia contra los creyentes.
Hasta ahora, lo más parecido que había a este caso en Colombia era el de la exposición “Mujeres Ocultas”. En 2015, la Corte Constitucional protegió la exposición de María Eugenia Trujillo que tomaba algunas imágenes y objetos católicos para que se vieran con cierta similitud a genitales femeninos. La Corte dijo esa vez que la libertad artística protege “todas aquellas expresiones de la creatividad humana con independencia de su forma o contenido. […] se encuentran protegidas incluso aquellas manifestaciones que desde alguna perspectiva puedan ser consideradas molestas, ofensivas o irrespetuosas.” Además, la Corte consideró que los creyentes de una fe “no pueden esperar razonablemente encontrarse exentos de toda crítica y, por el contrario, habrán de tolerar y aceptar la negación por parte de otros de sus creencias religiosas e incluso la propagación por otros de doctrinas hostiles a su fe”.
Cuando protegió la exposición “Mujeres Ocultas”, la Corte tuvo en cuenta que no fue en un lugar de culto. Esto es importante porque es más fácil concluir que no hay ningún tipo de imposición o interrupción y que la gente está en libertad de no ir. Pero este no fue el único criterio, como que no se estaba afectando propiedad de la iglesia o que la gente podía expresar su propia valoración sobre la obra.
En el caso de Simona y la RAR, se trató de un performance que duró entre 3 y 4 minutos y, además, la misa continuó después como si nada. Aunque pueda ser incómodo y molesto para la gente presente y para muchas personas que vieron el video después, es difícil pensar que efectivamente se impidió y perturbó la misa.
El Tedh también consideró que las cortes rusas debieron tener en cuenta que las sanciones penales pueden causar intimidación en la sociedad. Es decir, la gente puede sentir miedo a expresarse sobre los temas, o a hacer actividades artísticas parecidas. Aunque mucha gente vea como indeseable la crítica contra la iglesia, más cuando esta es tan chocante, esta es importante para la democracia.
El performance del RAR y Simona es… ¿Efectivo? difícilmente ¿De buen gusto? Quizá no. Independiente de eso, la falta de éxito de una obra no es razón para censurarla.