Fuente: @mrs.dopcrea (Instagram).

En Colombia, es muy común criticar nombramientos de personas en cargos públicos cuando su carrera profesional (literalmente, su diploma universitario) no corresponde exactamente al cargo o rol que va a desempeñar. Y si bien esto es comprensible, en una sociedad donde la meritocracia está muy golpeada (es de alguna forma un ejercicio de veeduría ciudadana), este señalamiento debe cambiar. Y en este artículo quiero plantear por qué. Le ha hecho (y le sigue haciendo) mucho daño al sector público contratar por diplomas y no por competencias. Los incentivos, los procesos de contratación y las áreas de talento humano han venido perpetuando una práctica obsoleta que pide a gritos un cambio.

Antes de cualquier cosa, quiero aclarar que yo soy una acérrima defensora de los procesos de contratación abiertos, transparentes y competitivos, de procesos objetivos y bien estructurados, porque lo que más necesita el sector público es, justamente, gente idónea y bien preparada. En ningún momento con esto pretendo decir que contratemos “a la maldita sea” o que no seamos rigurosos. Todo lo contrario.

En el mundo de lo digital y de la innovación hay dos conceptos que están en auge. El “upskilling”, que es la tendencia laboral que facilita y favorece la empleabilidad mediante el aprendizaje continuo, desarrollando habilidades y competencias. Es decir, el comportamiento que aplaude (y fomenta) que las personas de manera proactiva y autodidacta se formen en nuevas temáticas. 

Fuente: elaboración propia.

Y, el “reskilling”, que es el aprendizaje de nuevas competencias y habilidades para insertarse en una nueva carrera o función. Es decir, un comportamiento que da la oportunidad de empezar una nueva profesión a partir de mejorar y trabajar en las habilidades blandas y técnicas. Dicho de otra forma: sí, podemos cambiar. Sí se puede empezar desde cero y sí se pueden aprender nuevas competencias.

Fuente: elaboración propia.

Ambos conceptos son fundamentales hoy porque están respondiendo a las siguientes preguntas. ¿Tenemos que trabajar en el sector destinado (o asignado por la selección natural) a la carrera que estudiamos? No. ¿Podemos hacer un viraje estratégico y conceptual en nuestras vidas? Sí. ¿El mercado laboral está demandando personas que complementen sus trayectorias académicas con nuevos enfoques profesionales? ¡Oh, sí!

Estos dos conceptos abren la puerta a reconocer que el mundo, hoy, necesita personas formadas de manera más integral. Necesitamos hojas de vida que no solo destaquen universidades o programas académicos. Está comprobado que eso es tan un solo una parte (ínfima) de lo que se necesita para sobrevivir en el sector público. Dicho esto, necesitamos un foco especial en competencias que están presentes en el día a día, o que se deben aprender/fortalecer en el día a día. Por ejemplo, qué bueno sería ver más esto en las hojas de vida:

-“No me da pena hablar en público o no me da miedo rendir cuentas ante la sociedad civil/los medios de comunicación”.

-“Sé resolver ‘chicharrones’ que parecen una tormenta pero en realidad son un vaso de agua”.

-“Tengo inteligencia emocional para gestionar equipos con diferencias generacionales importantes”.

-“Me siento cómodo/a/e teniendo conversaciones difíciles”.

-“Me parece importante fomentar que mi equipo proponga ideas creativas/salidas de la caja”.

Y así podría continuar porque la lista es infinita. Si algo sabemos quienes hemos trabajado en el sector público es que se necesita mucho más que un título universitario o una maestría para generar un verdadero impacto. Incluso, organizaciones como el Foro Económico Mundial llevan varios años poniendo este tema en la agenda mundial. 

Fuente: WEF, 2020.

Ahora bien, si esto lo extrapolamos a los retos tecnológicos que nos pone en frente hoy nuestra sociedad, el escenario es aún más desafiante. El mercado laboral está demandando (casi que exigiendo) que las personas se formen en competencias con enfoques en datos, programación o tecnologías emergentes, entre otras. ¿Todos debemos ser científicos de datos? De golpe no. Pero tener nociones trae un valor agregado invaluable. De nuevo, esto no lo digo yo. Lo dicen múltiples estudios, diagnósticos y organizaciones que llevan varios años investigando sobre los empleos del mañana.

Entonces, si la evidencia confirma que definitivamente necesitamos un capital humano mejor cualificado y más adaptable, ¿por qué seguimos contratando meramente por la carrera profesional que eligió estudiar un servidor público a sus 17 o 18 años? ¿Por qué contratar diseñadores o filósofos en los laboratorios de innovación pública es, por defecto, una pelea obligada con talento humano?

Si algo hemos aprendido, en estos dos últimos años, es que el sector público necesita personas que sepan cómo lidiar con la incertidumbre, que sepan comunicar de manera asertiva, que sepan buscar soluciones alternativas a problemas complejos, que realmente entiendan que la tecnología es un medio y no un fin.

Necesitamos más intérpretes entre mundos que no dialogan entre sí, entre el Estado y la ciudadanía, por ejemplo. Necesitamos personas que logren hablar de manera técnica sin que eso suene pretencioso.

Sí, siento ser tan cruda, pero a veces el sector público suena soberbio y lejano. Nadie nos entiende. Hablamos un idioma que no habla la mayoría de la población colombiana. Por eso, es importante aplicar la teoría “del tacón y el tenni”. Así la denominamos, con un equipo en el sector público que tuve el honor de liderar, a este mantra que se refiere justamente a ponerse ambos zapatos. Una especie de metáfora de cuando toca hablar en un lenguaje muy político/técnico (tacón) y cuando es necesario hablar en un lenguaje más ciudadano/hacker (un tenni, dos tennis).

Así que aquí viene la parte aburrida, pero también optimista: todo esto se aprende. Nadie nació con esto adquirido y muchxs incluso no tuvimos el privilegio de verlo en las aulas universitarias. A muchos nos ha tocado adquirir estos conocimientos y estas habilidades enfrentándonos al mundo real: cayéndonos y parándonos. Así que esto no es más que un llamado a que veamos los perfiles profesionales con otros ojos. El mundo es infinito en posibilidades: hay cursos de todo tipo, gratis o de pago, virtuales o presenciales, en español o en otros idiomas.

Cuando reciban una hoja de vida o ustedes mismxs envíen la propia: piensen en todo esto. ¿Realmente es una hoja de vida para el mundo de hoy? Y por supuesto, todxs por favor muy atentos a las personas que seleccionará el próximo presidente de este país. Yo estaré en primera fila evaluando competencias y habilidades de esos próximos servidores públicos.

Es la líder de ingresos y alianzas en Ágata. Fue directora de gobierno digital en el MinTIC y coordinadora del equipo de innovación pública en el Departamento Nacional de Planeación. Estudió gobierno y relaciones internacionales en la Universidad Externado y una maestría en asusntos públicos...