Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
¿Es posible tejer puentes entre lo que ya está “dicho” en materia de emprendimiento desde la teoría, y los métodos de investigación que se usan desde la academia para interpretar la realidad?
Después de 4 años y contando, puedo empezar a considerar que efectivamente soy emprendedora social. Es difícil ser emprendedor, y sobre todo social. Todavía estoy en la construcción de esa idea y que sea sostenible en el mundo real.
Sin embargo, mi área de interés al estar concentrada en la lectura y la literatura infantil, me llevó a considerar dos caminos. El primero, estudiar un poco más desde el emprendimiento y la innovación, además es un tema que está en pleno auge por lo que es fácil encontrar más oferta tanto a nivel nacional como internacional. El segundo, estudiar un poco más mis temas de interés lectura y literatura infantil -existen muy pocos programas que incluyan ambos temas principalmente en el exterior.
Tomar la decisión por el segundo genero una serie de implicaciones tanto personal como laborales, y sobre todo a nivel de emprender. ¿Irme con un proyecto que tiene un potencial de crecimiento con un modelo de negocio que se ajuste con su propósito? ¿Quedarme e intentarlo todo? La respuesta fue: me voy a pesar de todo. Fue difícil, desde el otro lado del mundo puedo decir que ha valido la pena. ¿Por qué? Porque gracias a cada una de las materias que estoy viendo, he podido abrir mi mente a nuevas posibilidades y alternativas de trabajo, desde una perspectiva tanto académica -investigación- cómo práctica directa para probar en mi emprendimiento social al regresar.
Quisiera hablar sobre todo de una materia que se enfoca en métodos de investigación y estudios de casos, para entender desde dónde interpretamos la realidad: postura “objetiva” asociada con el área de las ciencias exactas, en dónde no se tiene en cuenta al sujeto que hace el estudio. Postura “subjetiva” asociada sobre todo a la interpretación de la realidad considerando a demás desde dónde está parado el investigador. Desde la primera clase, al conocer la estructura y los pasos para realizar una investigación pensé inmediatamente en el modelo de Design Thinking, y si es posible crear un tercer modelo que incluya elementos de los dos.
Lo intentaré:
Para usar Design Thinking tenemos un problema que queremos resolver. Pensamos en varias maneras de resolverlo, salimos a probarlas, y en la iteración podemos probar las hipótesis que teníamos. Hacemos un análisis de los resultados, hablamos con las personas participantes, hacemos ajustes, seguimos probando, hasta que llegamos a una serie de resultados -que pueden ser justo los esperados o completamente distintos, gracias a las pruebas que hemos hecho en el “mundo real”-.
En el caso de la aplicación de los Métodos de Investigación -Research Methods- tenemos un problema o una pregunta que queremos resolver, no debe ser ni muy amplia ni muy puntual -50/50-. Establecemos desde dónde la vamos a analizar y escogemos entre los paradigmas de pensamiento desde dónde se hace investigación: positivismo, realismo, naturalismo, postmodernismo, etc. Se hace una investiación de autores y posturas frente a lo que estamos planteando. Escogemos la metodología que puede ser medida de manera qualitativa, quantitativa, o combinando las dos. Definimos cómo lo mediremos: entrevistas, cuestionarios, con preguntas de si/no o abiertas de acuerdo a la información que queremos recoger. Analizamos la información recogida, y a partir de los resultados establecemos un diálogo entre nuestra postura, lo que han dicho otros y los resultados.
A primera vista parecen dos islas, en un mundo mucho más práctico la propuesta es pensar desde dónde podemos validar y fortalecer los dos procesos. Mi sugerencia, desde lo que estoy pensando como estudiante y emprendedora social es que es relevante tener clara la pregunta o la idea del problema que nos proponemos resolver o responder, sin olvidar la flexibilidad en el momento de probarla y hacer los ajustes necesarios.
A veces, desde el emprendimiento y la investigación tenemos una idea pero se nos olvida el ¿para qué? Por esto, en ambos procesos es claro el rol de investigación y teoría previa -fuentes-, conocer que se ha hecho y desde dónde, relacionarlo con nuestra idea. Saber con quienes estamos de acuerdo y con quienes no. Junto con el establecimiento de objetivos o indicadores que resultan el mapa para llevar a final término lo que estamos proponiendo. Una vez salimos a probar lo que estamos pensando, volvemos a analizar los resultados y con una primera versión 1.0 estamos listos para reconocer qué estamos haciendo bien y qué nos falta, tanto en temas de emprendimiento cómo de investigación.
El riesgo en ambos casos es que en la teoría todo es posible. Sin embargo, en el mundo real las cosas suelen ser distintas y es por eso que resulta esencial tener una planeación de tiempo para cada uno de los pasos. Sobre todo, sugiero una bitácora de viaje, en ambos casos, para llevar un registro de los aciertos y sobre todo desaciertos, en cada uno de los pasos y del proceso. Puede ser un blog o un libro digital o impreso. ¿Por qué? porque al final nuestro proceso es único, y podemos volvernos un excelente ejemplo o punto de referencia para futuros emprendedores e investigadores, aún si hemos fracasado.